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Gimnasia, Juventud y Central Norte viven de la nostalgia y del fracaso del otro

Lejos quedaron aquellos años donde el fútbol salteño era capaz de captar la atención del mundo futbolero. Hoy nos debatimos en la más absoluta mediocridad.
Jueves, 22 de junio de 2017 13:00

El fútbol de Salta es como una naranja recién exprimida a la que se le ha sacado todo el jugo, de afuera tiene una pinta bárbara, pero si uno mira hacia adentro está seco, vacío, es pura cáscara. Gimnasia y Tiro, Juventud Antoniana y Central Norte viven de la nostalgia, del ayer, de los recuerdos, recuerdos que a medida pasan las temporadas son cada vez más lejanos de las nuevas generaciones. 

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El fútbol de Salta es como una naranja recién exprimida a la que se le ha sacado todo el jugo, de afuera tiene una pinta bárbara, pero si uno mira hacia adentro está seco, vacío, es pura cáscara. Gimnasia y Tiro, Juventud Antoniana y Central Norte viven de la nostalgia, del ayer, de los recuerdos, recuerdos que a medida pasan las temporadas son cada vez más lejanos de las nuevas generaciones. 

Nadamos en la mediocridad más absoluta, gozamos la caída del otro, y si lo vemos caído, casi moribundo, le pegamos, lo humillamos y lo destrozamos. De eso vive hoy los hinchas de los tres clubes más grandes. Si el cuervo pierde una final y no asciende, el de Juventud Antoniana le recuerda que lo envió al descenso; si es el santo el cae, el de Central llena las redes sociales con memes; y si Gimnasia y Tiro no logra tampoco el objetivo es aniquilado por los otros dos. Viven del fracaso ajeno. Algunos llaman a este tipo de prácticas como el “folclore” del fútbol. Claro que lo bueno de usar este tipo de cosas es cuando uno gana algo, un ascenso, un título, o consigue una victoria resonante. Nada de esto ocurre hace años en Salta.

Si Central Norte se mirara hacia adentro vería que está en la penúltima categoría del fútbol argentino. Con proyectos que siempre quedaron truncos. Con elecciones sospechadas. Con deudas económicas con el plantel y un futuro incierto. 
Si fuese Juventud Antoniana el que se sacara la carcaza y se haría una radiografía se encontraría con un presente casi similar al del cuervo: Con un presidente duramente cuestionado, un club devastado por la crisis económica, con deudas hasta el techo, y con internas “políticas” desgastantes, sumado a un presente futbolístico de mediocre a malo. Sin un proyecto serio en el cual se encolumnen todos atrás. Es como tirar una moneda al aire y elegir cara o seca.

Gimnasia y Tiro lleva 17 temporadas deambulando en el Federal B y Federal A. La última vez que pudo festejar algo fue en el 2011 cuando ascendió a la categoría que hoy está jugando. Lleva 6 años luchando por un objetivo que siempre se resumen con la misma palabra: fracaso. A esto se le agregó un nefasto triunvirato que duró más 10 años y dejó al club desahuciado. 
Lo único positivo es que recuperó la “democracia” y tiene un presidente elegido por los socios, en este caso Marcelo Mentesana, aunque los hinchas sufren con él porque le importa poco y nada la “redonda”.

Así pasó otra triste temporada para los grandes del fútbol salteño, los cuales se han acostumbrado a conjugar desde hace mucho tiempo a esta parte la palabra fracaso, y estiran el ocaso del fútbol salteño. 

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