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El cronista, ese testigo que narra la actualidad a su propia velocidad

Salta será sede del encuentro “De crónicas y ciudades: la tibia garra testimonial”. Tendrá lugar del 28 al 30 de junio, con presencia de reconocidos especialistas.
Domingo, 25 de junio de 2017 20:22

Una protesta ciudadana, un accidente, un terremoto, un hecho policial, un recorrido turístico pueden ser temas de una crónica, igual que una trayectoria personal o institucional, una elección o un conflicto social. Según el escritor y periodista mexicano Carlos Monsivais, el cronista es el “maestro del arte de comentar literalmente y críticamente la realidad”. En una cultura como la nuestra, saturada por los efectos que las nuevas tecnologías que promueven ante todo la masificación de las informaciones y la sobrevaloración del instante, la crónica resulta ser un espacio de resistencia. Es ese relato del presente, cargado de humanidad y calidad expresiva, que sobrevive en un puñado de medios independientes, publicaciones alternativas y libros. Y por ser esencialmente un género “escurridizo”, la crónica sigue siendo tema de investigación y de debate. 
Esta semana, sin ir más lejos, Salta será sede del encuentro internacional “De crónicas y ciudades: la tibia garra testimonial”, que convoca a escritores, lectores, estudiantes, sociólogos, periodistas y docentes en un espacio interdisciplinario pensado para debatir y producir. El encuentro, organizado por las cátedras de Literatura Hispanoamericana de la UNSa y Literatura Latinoamericana II de la UNJu, se realizará el 28, 29 y 30 de junio en el Palacio Zorrilla (Buenos Aires 177). Combinará el dictado de cursos talleres, mesas de ponencias y ensayos, lecturas de crónicas, espacios para documentales, paneles con cronistas y conferencias con especialistas y cronistas nacionales e internacionales.
Betina Campuzano, profesora de Literatura Hispanoamericana de la carrera de Letras de la UNSa, contó que el encuentro es el resultado de un proceso que se inició, “primero, con los recorridos lectores personales: el encuentro con los textos de Pedro Lemebel, Carlos Monsiváis, Juan Villoro y Alberto Salcedo Ramos, por nombrar solo a alguno de los cronistas más representativos de este tiempo reciente. Luego, en el 2015, avanzamos hacia un trabajo más bien colectivo, en el marco de la cátedra Literatura Hispanoamericana. Empezamos entonces con una clínica en la que, después de leer a Lemebel, nos contagiamos de su mirada sobre la cotidianeidad y la urbanidad: pusimos en diálogo la fotografía con la palabra a través de la producción de crónicas urbanas sobre las ciudades que coexisten en Salta. En esta instancia fue fundamental el acompañamiento de artistas salteñas -María Laura Buccianti, Daniela Romano y Juliana García- que nos ayudaron a transitar por la sintaxis de la imagen”. La clínica se convirtió en una muestra expuesta en el Museo Histórico de la UNSa en el 2016 y luego fue un libro que se llamó “Retratos y atmósferas urbanas. Recordando a Pedro Lemebel”, publicado por la Secretaría de Extensión Universitaria de la UNSa. “En esta publicación recopilamos crónicas y fotografías de estudiantes avanzados de Letras -contó Campuzano-, cuyas miradas recorrieron los barrios y las ciudades salteñas a pie, en colectivo, con el paso de la memoria y la experiencia personal. Este encuentro es un modo de continuar ese trabajo interdisciplinario y colectivo que pretende convocar, desde la universidad, al medio para un debate sobre un género escurridizo y testimonial que captura nuestra memoria reciente, como bien lo indica el título del encuentro, cita de la pluma neobarroca lemebeliana, ‘la tibia garra testimonial’. Se trata de un espacio de debate. pero también -y sobre todo- para compartir la lectura y la escritura de las crónicas en sus múltiples lenguajes”, remarcó la docente. 
A vuelo de pájaro, el término crónica remite al modelo casi excluyente que se utilizó a la hora de relatar los viajes de exploración de los conquistadores europeos en el Nuevo Mundo. Mucho después, el periodismo y los escritores se apropiaron de este género difícil de definir y de cultivar. 
Campuzano explicó que “La tibia garra testimonial” se alejará “de un posible parentesco entre las crónicas de Indias y la crónica urbana contemporánea, porque las variables genéricas son diferentes entre uno y otro caso, y porque no ha sucedido aún una experiencia que va a cambiar la mirada del cronista: la modernidad con su impulso de cambio y los procesos de urbanización. Por eso, en todo caso, la genealogía la vamos a establecer con la crónica modernista hispanoamericana o la chronique francesa de fines del siglo XIX”. 
“Se trata de un cronista viajero que mira lo local desde una mirada cosmopolita, que se fascina y desencanta, al mismo tiempo, con los embates de una modernidad que avanza y retrasa al continente. Recordemos aquí, sin dudar, a José Martí o Rubén Darío y sus crónicas en EEUU o en París. Y es con ellos, justamente, que podemos establecer una clara genealogía. La crónica urbana latinoamericana hoy, en un evidente gesto de retorno del realismo, registra casi fotográficamente la cotidianeidad, la orfandad de los escenarios urbanos, los fenómenos migratorios, las enormes brechas entre ricos y pobres, el horror de la violencia, desde una mirada desencantada que testimonia los avatares de la contemporaneidad”, completó.

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Una protesta ciudadana, un accidente, un terremoto, un hecho policial, un recorrido turístico pueden ser temas de una crónica, igual que una trayectoria personal o institucional, una elección o un conflicto social. Según el escritor y periodista mexicano Carlos Monsivais, el cronista es el “maestro del arte de comentar literalmente y críticamente la realidad”. En una cultura como la nuestra, saturada por los efectos que las nuevas tecnologías que promueven ante todo la masificación de las informaciones y la sobrevaloración del instante, la crónica resulta ser un espacio de resistencia. Es ese relato del presente, cargado de humanidad y calidad expresiva, que sobrevive en un puñado de medios independientes, publicaciones alternativas y libros. Y por ser esencialmente un género “escurridizo”, la crónica sigue siendo tema de investigación y de debate. 
Esta semana, sin ir más lejos, Salta será sede del encuentro internacional “De crónicas y ciudades: la tibia garra testimonial”, que convoca a escritores, lectores, estudiantes, sociólogos, periodistas y docentes en un espacio interdisciplinario pensado para debatir y producir. El encuentro, organizado por las cátedras de Literatura Hispanoamericana de la UNSa y Literatura Latinoamericana II de la UNJu, se realizará el 28, 29 y 30 de junio en el Palacio Zorrilla (Buenos Aires 177). Combinará el dictado de cursos talleres, mesas de ponencias y ensayos, lecturas de crónicas, espacios para documentales, paneles con cronistas y conferencias con especialistas y cronistas nacionales e internacionales.
Betina Campuzano, profesora de Literatura Hispanoamericana de la carrera de Letras de la UNSa, contó que el encuentro es el resultado de un proceso que se inició, “primero, con los recorridos lectores personales: el encuentro con los textos de Pedro Lemebel, Carlos Monsiváis, Juan Villoro y Alberto Salcedo Ramos, por nombrar solo a alguno de los cronistas más representativos de este tiempo reciente. Luego, en el 2015, avanzamos hacia un trabajo más bien colectivo, en el marco de la cátedra Literatura Hispanoamericana. Empezamos entonces con una clínica en la que, después de leer a Lemebel, nos contagiamos de su mirada sobre la cotidianeidad y la urbanidad: pusimos en diálogo la fotografía con la palabra a través de la producción de crónicas urbanas sobre las ciudades que coexisten en Salta. En esta instancia fue fundamental el acompañamiento de artistas salteñas -María Laura Buccianti, Daniela Romano y Juliana García- que nos ayudaron a transitar por la sintaxis de la imagen”. La clínica se convirtió en una muestra expuesta en el Museo Histórico de la UNSa en el 2016 y luego fue un libro que se llamó “Retratos y atmósferas urbanas. Recordando a Pedro Lemebel”, publicado por la Secretaría de Extensión Universitaria de la UNSa. “En esta publicación recopilamos crónicas y fotografías de estudiantes avanzados de Letras -contó Campuzano-, cuyas miradas recorrieron los barrios y las ciudades salteñas a pie, en colectivo, con el paso de la memoria y la experiencia personal. Este encuentro es un modo de continuar ese trabajo interdisciplinario y colectivo que pretende convocar, desde la universidad, al medio para un debate sobre un género escurridizo y testimonial que captura nuestra memoria reciente, como bien lo indica el título del encuentro, cita de la pluma neobarroca lemebeliana, ‘la tibia garra testimonial’. Se trata de un espacio de debate. pero también -y sobre todo- para compartir la lectura y la escritura de las crónicas en sus múltiples lenguajes”, remarcó la docente. 
A vuelo de pájaro, el término crónica remite al modelo casi excluyente que se utilizó a la hora de relatar los viajes de exploración de los conquistadores europeos en el Nuevo Mundo. Mucho después, el periodismo y los escritores se apropiaron de este género difícil de definir y de cultivar. 
Campuzano explicó que “La tibia garra testimonial” se alejará “de un posible parentesco entre las crónicas de Indias y la crónica urbana contemporánea, porque las variables genéricas son diferentes entre uno y otro caso, y porque no ha sucedido aún una experiencia que va a cambiar la mirada del cronista: la modernidad con su impulso de cambio y los procesos de urbanización. Por eso, en todo caso, la genealogía la vamos a establecer con la crónica modernista hispanoamericana o la chronique francesa de fines del siglo XIX”. 
“Se trata de un cronista viajero que mira lo local desde una mirada cosmopolita, que se fascina y desencanta, al mismo tiempo, con los embates de una modernidad que avanza y retrasa al continente. Recordemos aquí, sin dudar, a José Martí o Rubén Darío y sus crónicas en EEUU o en París. Y es con ellos, justamente, que podemos establecer una clara genealogía. La crónica urbana latinoamericana hoy, en un evidente gesto de retorno del realismo, registra casi fotográficamente la cotidianeidad, la orfandad de los escenarios urbanos, los fenómenos migratorios, las enormes brechas entre ricos y pobres, el horror de la violencia, desde una mirada desencantada que testimonia los avatares de la contemporaneidad”, completó.

 

UN GÉNERO QUE HA COBRADO NUEVOS BRÍOS 

La opinión de algunos de los disertantes de “La tibia garra testimonial”


* Tomás Pérez Vizzón, licenciado en Comunicación Social (UBA). Actualmente soy editor en Revista Anfibia.

La crónica ¿es hoy en día un anacronismo? 
Las nuevas tecnologías y el avance del teléfono móvil están generando cambios en los distintos formatos narrativos, sea la crónica o cualquier otro. No creo que esté muriendo. La comunicación es cada vez más visual y estamos en un camino hacia estructuras narrativas multimodales, donde usamos y cruzamos diferentes elementos para transmitir una idea. Esto transforma el lenguaje: hoy el texto se pone en juego y se complementa con imágenes, videos, gifs, audios, emojis. 
¿La crónica es un genero desplazado a pequeños reductos de “lectores con tiempo”? ¿Cuál es tu experiencia al respecto?
Nuestra experiencia es que cuando contás una buena historia, la audiencia lee, comenta y comparte a través de redes sociales. No importa el formato o el estilo narrativo. Lo importante es encontrar historias que interpelen a los lectores y luego pensar cómo vas a contarlas en internet.


* Cecilia Lanza Lobo, cronista, videoperiodista de VJM Video Journalism Movement, columnista del diario Página Siete (La Paz, Bolivia) 

La crónica ¿es hoy en día un anacronismo? 
Yo diría -probablemente con algo de ingenuidad y mucho de optimismo- que es al revés. Es más, tengo la tentación de trasladarme incluso a fines del siglo XIX cuando vivíamos esas enormes transformaciones de la modernidad que en su acelerado desarrollo provocaban en la gente una profunda sensación de ansiedad. Esa crisis, dicho sea de paso, ancló en la escritura. Ancló precisamente en la crónica abuela de la crónica de hoy. Ahora pasa algo parecido: la avalancha de información y de datos con que internet y las redes sociales nos inundan, provocan esto que dices: la sensación, ansiosa, de que el mundo es un huracán inaprensible y que por tanto lo que funciona es el tuit, lo inmediato, lo urgente, el ya. Cuando lo que necesitamos ante tanto ruido y acelere es precisamente parar un poco y comprender, explicar, desenredar, mirar el bosque, no el árbol. Eso es lo que hace el periodismo narrativo -la crónica- que por cierto es mucho más que estilo y sintaxis. La combinación de ambas cosas: comprensión del bosque y solidez en el lenguaje dan como resultado una buena crónica.
¿La crónica es un genero desplazado a pequeños reductos de “lectores con tiempo”? ¿Cuál es tu experiencia al respecto?
No se puede hacer periodismo narrativo -crónica- sin hacer periodismo, sin información, datos, hechos, eventos; eso que llamamos reporteo, calle, gente, latido. Sólo así se puede escribir una crónica y contarle a la gente una versión particular de lo vivido. Entonces, quien quiera comprender y cuestionar el mundo más allá de lo inmediato, probablemente busque más que datos sueltos y espero que en esa búsqueda la crónica se atraviese en su camino. Ese es hoy el desafío de los medios serios. Por tanto, no se trata de lectores con tiempo sino de búsquedas distintas. Para los lectores sin tiempo sobran tuits: 3.935 cada segundo.


* Exequiel Svetliza, doctor en Letras, cronista y editor de la revista digital Tucumán Zeta, becario postdoctoral de CONICET y docente. 

La crónica ¿es hoy en día un anacronismo? 
Si pensamos que la crónica emerge en nuestro continente en los tiempos de la conquista, entonces podemos llegar a creer que se trata de un género demasiado anacrónico. Sin embargo, desde entonces hasta nuestros días, el relato sigue siendo la mejor herramienta para abordar y comprender la compleja realidad que vivimos. De ahí que el arte de contar historias reales lejos de agotarse haya cobrado nuevos bríos y permanezca vigente. Hay quienes hablan, incluso, de una especie de boom actual de la crónica en Latinoamérica. Creo que se trata de un optimismo quizás exagerado, pero lo cierto es que el género está bien vivo y sigue siendo necesario para contarnos a nosotros mismos aquí y ahora. Eso sí, a las mejores expresiones actuales de la crónica ya no hay que buscarlas en los diarios y periódicos tradicionales. La mayoría de los medios que supieron cobijar décadas atrás a las mejores plumas del continente han desterrado al género de sus páginas al enfrascarse en la vorágine por la inmediatez y los clicks fáciles. Creo que están perdiendo por nocaut esa pelea. Por su parte, la crónica supo echar raíces en un puñado de medios independientes, publicaciones alternativas y libros. Ejemplos sobran para afirmar que la crónica ha dejado la casa de sus padres periodísticos para crecer por su cuenta en otros sitios y que hoy goza de muy buena salud. 
¿La crónica es un genero desplazado a pequeños reductos de “lectores con tiempo”? ¿Cuál es tu experiencia al respecto?
A mi entender no se trata de un problema de tiempo, sino de forma. Gran parte del periodismo actual subestima a los lectores: espectaculariza la información, apela constantemente al morbo, ofrece títulos con enigmas que el lector sólo podrá resolver poco satisfactoriamente en el cuerpo de la nota. Por nombrar apenas algunos de los vicios más recurrentes. Hace ya cinco años, cuando empezamos con el proyecto de Tucumán Zeta, nos preguntábamos si habría gente dispuesta a leer crónicas de más de 5000 palabras. Contrario a lo que puedan llegar a especular los empresarios de los medios, la respuesta fue por demás satisfactoria: hay muchos lectores ávidos de historias bien contadas. Una vez atrapado por las palabras, un buen lector no abandonará el relato. La crónica es un relato cargado de humanidad que permite que el lector sienta empatía por ese otro que es el protagonista de la historia; historia que bien podría ser la suya misma. La crónica respeta y seduce al lector porque presupone que del otro lado hay alguien que piensa y que siente. Ahí radica parte esencial de su magia. 


Música y teatro en el cierre del encuentro

Durante los tres días del encuentro “La tibia garra testimonial”, los participantes podrán visitar las siguientes muestras en el Museo Histórico de la Universidad Nacional de Salta “Profesor Eduardo Ashur”, sito en Palacio Zorrilla (Bs. As. 177): “3D- Una experiencia histórica. Juan García Carreño y la fotografía de aficionado en la primera mitad del siglo XX” y “Retratos y atmósferas de una ciudad liminar. Salta en el siglo XX”.
También podrán visitar el panel “Retratos y atmósferas urbanas. Recordando a Pedro Lemebel: de muestra a libro, un encuentro con los lectores”, a cargo de la cátedra de Literatura Hispanoamericana y estudiantes avanzados de Letras (UNSa).
El encuentro también tendrá espacios dedicados a la música y al teatro. El viernes 30 de junio se llevará a cabo el cierre del evento, con un espectáculo y un recital abiertos a todo el público en el Patio de las Palmeras, en el Centro Cultural Holver Martínez Borelli (Alvarado 551), desde las 18. 
Se presentará la obra “Murmullos. Teatro de títeres ambulante” (Coproducción con La Ventolera. Espacio de Arte) y “Altamaraña” (recitado de crónicas y música latinoamericanas), con Agustina Isasmendi, Eloy Notario, Rubén de la Cruz, Emiliano Herrera y Julieta Colina. Finalmente tocará la banda Gace (rock indie).
 

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