¿Quieres recibir notificaciones de alertas?

17°
23 de Abril,  Salta, Centro, Argentina
PUBLICIDAD

Eugenio Autran, naturalista ignoto

Domingo, 25 de junio de 2017 23:54

Las páginas biográficas de los grandes doctos en las ciencias de la naturaleza ocupan generosos espacios en las enciclopedias o en esa moderna biblioteca de Babel que es internet.

Alcanzaste el límite de notas gratuitas
inicia sesión o regístrate.
Alcanzaste el límite de notas gratuitas
Nota exclusiva debe suscribirse para poder verla

Las páginas biográficas de los grandes doctos en las ciencias de la naturaleza ocupan generosos espacios en las enciclopedias o en esa moderna biblioteca de Babel que es internet.

Sin embargo cada tanto aparecen personajes completamente desconocidos que de alguna manera dejaron su impronta en el corpus documental que atesora una región o un país.

A veces revolver papeles amarillos en viejas bibliotecas tiene su recompensa. Este es el caso del naturalista suizo Eugenio Autran quien llegó a nuestro país a fines del siglo XIX. Escasos datos biográficos nos permiten reconstruir su vida y obra.

Eugenio Autran (1855-1912), nació y estudio en Ginebra donde se especializó en cuestiones relacionadas con la botánica y la zoología, especialmente en el campo aplicado de estas ciencias. En su país llegó a ocupar el cargo de director del herbario Boissier. Dicho herbario era una extraordinaria colección de plantas que recolectó en sus viajes por oriente y España el botánico, matemático y explorador suizo Pierre E. Boissier (1810-1885).

A Boissier se le atribuye haber descubierto unas 6000 especies de plantas nuevas para la ciencia. Asimismo decenas de especies vegetales y descubiertas por distintos botánicos, fueron bautizadas con su nombre.

Su llegada al país

En ese ambiente de conservación y clasificación herborística trabajaba Autran, cuando por desconocidas razones, decidió viajar a nuestro país. Sospechamos que tuvo que ver con la afluencia de científicos suizos que llegaron al Museo de la Plata bajo el liderazgo del Perito Moreno.

Probablemente Autran estaría al tanto de sus colegas naturalistas que eran generosamente contratados en la Argentina para llevar adelante investigaciones en distintos campos científicos. Lo cierto es que a poco de llegar comenzó a enseñar en la Facultad de Ciencias Exactas Físicas y Naturales de Buenos Aires. En 1901 fue nombrado conservador del Instituto de Botánica y Farmacología de la Facultad de Ciencias Médicas. Es de destacar que hacia finales del siglo XIX era muy común que las facultades de medicina y farmacia contaran con herbarios, especialmente los relacionados con las plantas medicinales.

Entre genios

Autran organizó el herbario que se enriqueció con las colecciones de algunos de los más importantes botánicos argentinos. La joya de la corona era el herbario del francés Aimé Bonpland (1773 -1858), el sabio que acompañó a Humboldt en sus viajes americanos y que finalmente recaló en nuestro país. La colaboración entre Humboldt y Bonpland está considerada como una de las más fructíferas en la historia de la ciencia.

Ya en la Argentina, Bonpland siguió la ruta jesuítica hacia el noreste del país donde los ignacianos habían hecho importantes descubrimientos de plantas medicinales en la extraordinaria floresta guaranítica.

Sus argumentos científicos no convencieron al dictador paraguayo Gaspar Francia que lo detuvo, lo acusó de espionaje y lo encarceló. Hasta Bolívar se puso furioso y quería volver desde la Gran Colombia para dar cuenta del tirano. Francia le concedió trabajar en Paraguay al igual que otros sabios y viajeros que por aquel tiempo corrieron igual suerte. Entre ellos la tripulación salteña que navegó el Bermejo a las órdenes de Pablo Soria y el piloto genovés Nicolás Descalzi. Finalmente Bonpland se instaló en Corrientes, falleció en Santa Ana, y sus archivos, papeles y herbarios terminaron en Buenos Aires donde aún se conservan en el Museo de Farmacobotánica "Dr. Juan A. Domínguez".

Legados históricos

Entre muchos otros herbarios se guardan allí, ordenados por familia según el sistema de Engler y la numeración de Dalla Torre-Harms, los herbarios Parodi (150 especies), Balanza (2400 especies, 7000 ejemplares) y las colecciones Carlos Spegazzini (300 especies) Lorentz y Hyeronimus (800 especies, 2800 ejemplares), Lorentz (1000 especies, 2000 ejemplares), Domínguez (250 especies, 4000 ejemplares) y Molfino (1620 especies, 6800 ejemplares). Respecto a los archivos de Bonpland se conocen trabajos presentados por Autran en el XVII Congreso Internacional de Americanistas y publicado en el Journal de la Société des Américanistes (1910). Autran ocupó cargos públicos en la Dirección de Ganadería del Ministerio de Agricultura y luego fue nombrado en 1908 como Inspector de Agronomía de la Dirección de Agricultura, cargo que conservó hasta su muerte.

El investigador

Hizo un enorme trabajo de gabinete en la clasificación de plantas, insectos y animales útiles, pero solamente llegó a publicar una veintena de trabajos. Puso todo su ahínco y vocación en el estudio de la botánica y la zoología aplicadas. Entre sus trabajos sobre insectos se destaca uno dedicado a lograr un catálogo de las cochinillas argentinas y otro sobre los mosquitos del país. Este último es un examen sumario sistemático de los culícidos argentinos y fue publicado en el volumen 16 del Museo de Farmacología de la Facultad de Ciencias Médicas de Buenos Aires (44 p., 1907). También prestó especial atención y sensibilidad a la caza indiscriminada que se hacía de la chichilla andina que llevaron a su extinción. Publicó al menos dos trabajos sobre este tema titulados "Contribución al estudio de la chinchilla (eriomys laniger)" en el Boletín de Agricultura y Ganadería (Tomo 6, Buenos Aires, 1906) y "La chinchilla" en los Anales de la Sociedad Rural Argentina (Tomo 63 No. IV, Buenos Aires, 1907). En estos trabajos da cuenta de los métodos crueles de caza de esos hermosos animales puneños y andinos con el uso de perros y hurones, el humo y las trampas ratoneras, la obtención de las pieles, el consumo de su carne, la venta y comercialización, entre otros aspectos. La Puna salteña era un espacio rico en esos bellos animalitos y el cerro Ratones, un antiguo volcán, lleva ese nombre por la abundancia de chinchillas que tenían allí sus madrigueras. El geógrafo Alejandro Debenedetti se ha ocupado profusamente del tema en su tesis doctoral y trabajos publicados. Comenta que según Autrán las "pieles concluyen por tener en Europa un precio exorbitante.

Por ejemplo, en París, en el comercio al por mayor, un buen manguito de chinchilla, de cuatro pieles, vale 1.000 francos próximamente, y un cuello de 350 a 1.200 francos”. Señala además que “Según algunas estimaciones de principios del siglo XX, las exportaciones por los puertos chilenos superaban medio millón de pieles al año, la mayoría destinadas a puertos europeos (Autran 1906, p. 135). Lo cierto es que Autran bregó por la protección de la chinchilla sin éxito. Fue un adelantado en las ideas ecológicas modernas y el cuidado del medio ambiente. En el marco de sus facetas biográficas resulta destacable el haber sido fundador junto a los grandes naturalistas de la época, sean nativos o extranjeros residentes, de los “Apuntes de Historia Natural”. Estos apuntes, de aparición mensual, tuvieron una vida breve entre 1909 y 1910. Contenían resúmenes y artículos cortos, especialmente sobre botánica y zoología. Autran formó parte de la comisión directiva junto a personalidades como Eduardo Aguirre, Juan B. Ambrosetti, Valentín Berrondo, Ángel Gallardo, Lucien Hauman-Merck, Cristóbal M. Hicken, Eduardo Alejandro Holmberg, Eduardo Ladislao Holmberg, Juan Nielsen, Augusto C. Scala, Enrique Lynch Arribalzaga y por Tucumán Miguel Lillo. Todos ellos integran el parnaso de los sabios naturalistas argentinos. A Eugenio Autran le cupo hacerse cargo, mes a mes, del capítulo bibliografía. En sucesivas ediciones de los Apuntes, dio cuenta de publicaciones sobre historia natural, especialmente de geología, mineralogía, botánica y zoología en revistas, actas, anales, boletines, etcétera. Con gran honestidad dejó plasmada una frase emblemática: “Ni la presencia de una obra en esta bibliografía significará jamás su elogio, ni su falta una opinión adversa”. Como recopilador de artículos sobre ciencias naturales Autran merece un lugar entre los pioneros del tema y, asimismo, en futuros estudios bibliotecológicos históricos. Eugenio Autran falleció en Buenos Aires a los 57 años de edad un 22 de agosto de 1912. Sus restos mortales fueron despedidos por el decano de los naturalistas argentinos el Dr. Eduardo Ladislao Holmberg.

 

 

 

PUBLICIDAD