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Martín Ale: “La crónica modernista contemporánea se escribe hoy en los muros de Facebook”

El jefe de redacción de la revista digital Anfibia participa del encuentro internacional de cronistas en Salta. 
Miércoles, 28 de junio de 2017 22:08

Martín Ale nació en San Manuel, una localidad del sur de la provincia de Buenos Aires. Cuando era chico -cuenta- a su casa llegaban semanalmente los diarios y las revistas más populares de aquella época. Y él las leía casi con voracidad. Pero, además, su papá, que fabricaba radios, los hacía escuchar informativos todo el día y con ese sonido de fondo se fue despidiendo de la niñez. El periodismo le entró -se diría- por los poros. Hoy, Martín es licenciado en Comunicación por la Universidad de La Plata, donde además da clases. Y es el jefe de redacción de la revista Anfibia, una publicación digital de crónicas y relatos de no ficción que circula en la mayoría de las redes sociales, compartida y recomendada por su potencia narrativa, su rigor informativo y su enfoque siempre atento a la contemporaneidad. 
En estos momentos, Ale está en Salta. Vino para participar, como expositor y panelista, en el Encuentro Internacional “De crónicas y ciudades: la tibia garra testimonial”, organizado por las cátedras de Literatura Hispanoamericana de la UNSa y Literatura Latinoamericana II de la UNJu. La reunión se desarrolla hasta mañana en el Palacio Zorrilla (Buenos Aires 177). 
Salta es la cuarta provincia que visita Ale este mes, puesto que es asiduamente convocado para brindar talleres y para compartir la experiencia de ser un periodista (y editor) “anfibio”, capaz de trascender las fronteras de lo previsible. 
En un intermedio entre una clase y un panel en el encuentro, Martín se acerca a un bar céntrico para contarle a El Tribuno, mesita de por medio, lo que suele compartir ante auditorios llenos. 
El repaso: Anfibia nació el 14 de mayo de 2012, pero el proyecto se empezó a gestar un año antes bajo la batuta del escritor y periodista Cristian Alarcón. El autor de los libros de no ficción Cuando me muera quiero que me toquen cumbia y Si me querés, quereme transa, tiró la idea como al pasar, durante un asado compartido con docentes y directivos de la Universidad de San Martín, que enseguida agarraron la posta. Le preguntaron qué proyecto periodístico le gustaría encarar y él respondió: una revista de crónicas donde periodismo y saber académico se crucen en cada esquina. Así nació Anfibia, revista digital editada por la Universidad Nacional de San Martín -pública y del conurbano- donde autores consagrados y nuevas plumas escriben con potencia narrativa sobre temas urgentes y contemporáneos.
“Desde un primer momento decidimos: publicar pocos artículos y sin límite de extensión, trabajar con una agenda propia pero no desligada de la agenda pública y trabajar con periodistas de todo el país y de América Latina”, enumeró Martín (37). 
Contra el sentido común que indica que en Internet la gente prefiere leer textos breves, Anfibia se convirtió en referente del periodismo que da cuenta de la complejidad social desde la calidad narrativa. “Sabíamos que nos iba a costar tener lectores, pero estábamos convencidos de que no queríamos ser una revista de nicho”, aclaró.
Apenas se lanzó al ruedo, el equipo de Anfibia descubrió una serie de vetas que supo explotar sabiamente: “Ante todo, había lectores. Además, entre 2012 y 2017 se aparecieron estos bicharracos -repasa Martín mientras agita su smartphone- con pantallas cada vez más grandes y cómodas para la lectura”. Anfibia supo sacarle partido a la encrucijada: el 65% de sus lectores acceden a sus publicaciones a través del teléfono celular. Además, la revista tiene un promedio de lectura altísimo para un medio digital: más de 5 minutos por usuario. 
Los lectores que entran a revistaanfibia.com saben que la zambullida será profunda, porque el periodismo narrativo es un trayecto para bucear tranquilos. 

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Martín Ale nació en San Manuel, una localidad del sur de la provincia de Buenos Aires. Cuando era chico -cuenta- a su casa llegaban semanalmente los diarios y las revistas más populares de aquella época. Y él las leía casi con voracidad. Pero, además, su papá, que fabricaba radios, los hacía escuchar informativos todo el día y con ese sonido de fondo se fue despidiendo de la niñez. El periodismo le entró -se diría- por los poros. Hoy, Martín es licenciado en Comunicación por la Universidad de La Plata, donde además da clases. Y es el jefe de redacción de la revista Anfibia, una publicación digital de crónicas y relatos de no ficción que circula en la mayoría de las redes sociales, compartida y recomendada por su potencia narrativa, su rigor informativo y su enfoque siempre atento a la contemporaneidad. 
En estos momentos, Ale está en Salta. Vino para participar, como expositor y panelista, en el Encuentro Internacional “De crónicas y ciudades: la tibia garra testimonial”, organizado por las cátedras de Literatura Hispanoamericana de la UNSa y Literatura Latinoamericana II de la UNJu. La reunión se desarrolla hasta mañana en el Palacio Zorrilla (Buenos Aires 177). 
Salta es la cuarta provincia que visita Ale este mes, puesto que es asiduamente convocado para brindar talleres y para compartir la experiencia de ser un periodista (y editor) “anfibio”, capaz de trascender las fronteras de lo previsible. 
En un intermedio entre una clase y un panel en el encuentro, Martín se acerca a un bar céntrico para contarle a El Tribuno, mesita de por medio, lo que suele compartir ante auditorios llenos. 
El repaso: Anfibia nació el 14 de mayo de 2012, pero el proyecto se empezó a gestar un año antes bajo la batuta del escritor y periodista Cristian Alarcón. El autor de los libros de no ficción Cuando me muera quiero que me toquen cumbia y Si me querés, quereme transa, tiró la idea como al pasar, durante un asado compartido con docentes y directivos de la Universidad de San Martín, que enseguida agarraron la posta. Le preguntaron qué proyecto periodístico le gustaría encarar y él respondió: una revista de crónicas donde periodismo y saber académico se crucen en cada esquina. Así nació Anfibia, revista digital editada por la Universidad Nacional de San Martín -pública y del conurbano- donde autores consagrados y nuevas plumas escriben con potencia narrativa sobre temas urgentes y contemporáneos.
“Desde un primer momento decidimos: publicar pocos artículos y sin límite de extensión, trabajar con una agenda propia pero no desligada de la agenda pública y trabajar con periodistas de todo el país y de América Latina”, enumeró Martín (37). 
Contra el sentido común que indica que en Internet la gente prefiere leer textos breves, Anfibia se convirtió en referente del periodismo que da cuenta de la complejidad social desde la calidad narrativa. “Sabíamos que nos iba a costar tener lectores, pero estábamos convencidos de que no queríamos ser una revista de nicho”, aclaró.
Apenas se lanzó al ruedo, el equipo de Anfibia descubrió una serie de vetas que supo explotar sabiamente: “Ante todo, había lectores. Además, entre 2012 y 2017 se aparecieron estos bicharracos -repasa Martín mientras agita su smartphone- con pantallas cada vez más grandes y cómodas para la lectura”. Anfibia supo sacarle partido a la encrucijada: el 65% de sus lectores acceden a sus publicaciones a través del teléfono celular. Además, la revista tiene un promedio de lectura altísimo para un medio digital: más de 5 minutos por usuario. 
Los lectores que entran a revistaanfibia.com saben que la zambullida será profunda, porque el periodismo narrativo es un trayecto para bucear tranquilos. 

Ponencia del Encuentro Internacional “De crónicas y ciudades: la tibia garra testimonial”


Sobre el formato de escritura que elige Anfibia, Ale considera: “La crónica es un género periodístico más. No es ni el mejor ni el peor. Hay textos escritos en formato de crónica que son maravillosos y hay otros que no lo son. Es un género donde el estilo no es lo más importante, como se cree a veces. Se ha puesto mucho énfasis en que la crónica es un texto periodístico trabajado con las herramientas de la literatura. Puede ser cierto, pero no hay que dejar de lado el enfoque, la indagación, la profundidad y la comprensión de lo contemporáneo que se puede lograr con ese texto. La clave de la crónica pasa por la capacidad que tenga el autor de comprender la sociedad en que vive”, subrayó. En este sentido, Ale valoró el enfoque que se le está dando al género en el encuentro de cronistas en Salta: “Se hace hincapié en la crónica modernista, la que se hacía en el siglo XIX. Esos periodistas tenían una conexión y una capacidad de observar y comprender las dinámicas sociales que después se perdió. Eso es lo que hay que recuperar. Por ejemplo, una de las notas más leídas en Anfibia, en los últimos meses es una sobre los adolescentes que se tajean en diferentes partes del cuerpo. No es un tema de la agenda pública, pero se le ocurrió abordarlo a una psicóloga que escribe muy bien. Evidentemente, la autora está conectada con lo que ocurre afuera”. 
Hoy, que es una revista emblema, Anfibia decidió salir a buscar su propio medio de subsistencia. Sus responsables saben que en Argentina no hay chance de imponer un contenido periodístico pago, así que apuntaron a otras fuentes de financiamiento: el dictado de talleres y seminarios, publicidad privada, publicidad de Google y financiamiento internacional. 
Su ascenso al podio de las publicaciones más valoradas tuvo que ver, además, con su criterio a la hora de seleccionar a los autores de las notas. Durante su primer lustro, algo que diferenció a Anfibia de otros medios que publicaban crónicas (y que incluían la firma de siete o diez autores, no más) fue su diversidad de plumas. “En cinco años Anfibia lleva publicados casi 400 autores”, indicó Ale. Además, en el ranking de los 15 textos más leídos de la revista, 11 pertenecen a autores ignotos. “Hoy, por cómo circulan los contenidos en la web, importa más el tema que el autor”, aseguró el editor. 
Para finalizar, Ale dejó una observación que a muchos les podrá dar escozor: “La crónica modernista contemporánea se escribe hoy en los muros de Facebook. Esto es así por la potencia narrativa que tienen los relatos, la subjetividad puesta en juego en cada uno de esos textos y porque los autores piensan en los lectores, algo que los periodistas muchas veces olvidamos”.
 

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