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La cultura chamánica vivenciada desde adentro por un antropólogo

Diego Viegas es rosarino y, a partir de la autoexperimentación, escribió “Antropología Transpersonal”, un libro que presentará el viernes 9 de junio a las 20.30, en Pro Cultura.
Jueves, 08 de junio de 2017 18:19

Los paradigmas son reglas establecidas acerca de cómo debemos pensar y hacer las cosas. Los americanos hemos heredado de la cultura occidental un modelo de pensamiento lineal iniciado por los filósofos griegos y desarrollado más tarde por los europeos. Se trata de un pensamiento reflexivo que ha bloqueado nuestra capacidad para observar el mundo como un todo holístico, empujándonos a buscar alternativas “no convencionales”. Esos “atajos” tienen que ver con la búsqueda de lo “sagrado”: esa forma de comunicación entre la propia alma individual y el mundo natural que nos cobija. Esa conexión que quedó relegada -o interrumpida- en el paradigma de la ciencia occidental era y es, sin embargo, la filosofía diaria de las antiguas civilizaciones americanas.
Diego Rodolfo Viegas es licenciado en Antropología Cultural, profesor de la Universidad Nacional de Rosario y de la Universidad Nacional de Tres de Febrero. Es coautor del libro “Ayahuasca, Medicina del alma” (2012), junto a Néstor Berlanda. El texto presenta estudios estadísticos acerca de la medicina tradicional amazónica que ellos mismos “autoexperimentaron”. Profundizando esta investigación, Viegas publicó en 2016 “Antropología Transpersonal. Sociedad, cultura, realidad y conciencia”, obra que presentará el viernes 9 de junio en Pro Cultura Salta (Mitre 331), a las 20.30.
Los únicos estados de conciencia que valida la cultura occidental son los encuadrados en el rango de la “conciencia de vigilia normal” con especial énfasis en la lógica racionalista; sin embargo, la mayor parte de las sociedades del pasado y las tradicionales que aún perviven han aspirado a una integración de experiencias derivadas de dos o más estados alternativos de conciencia (experiencias transpersonales). Una puerta de entrada a esos estados alternativos es una pócima de plantas amazónicas conocida por su nombre quechua, “ayahuasca”.
“El 90% de las culturas estudiadas por la etnología utiliza o ha utilizado diversas formas ritualizadas de alterar la conciencia. Probablemente un antropólogo cultural del siglo XIX habría descripto con detalle este tipo de rituales, sin embargo, raramente se involucraría en profundidad y mucho menos otorgaría legitimidad cognitiva a dichas prácticas. El ‘antropólogo de la conciencia’, por su parte, intenta comprender la experiencia viviendo ‘desde adentro’ las ceremonias transpersonales, las curaciones chamánicas, las danzas con máscaras, los trances de posesión, ciertas iniciaciones espirituales (¡hasta donde le dé el cuero!) entendiendo profundamente conceptos, símbolos y hasta instituciones enteras de la cultura anfitriona”, explicó Diego Viegas en diálogo con El Tribuno.
“En muchos casos -como se relata en el libro que voy a presentar-, las consecuencias de aquel ‘involucramiento’ en los estados alternativos de conciencia han conllevado fenómenos de sincronicidad que han sido difíciles de plasmar para los académicos... Y sin embargo ha llegado el momento de abandonar la negación o menosprecio por estos estudios socioculturales”, remarcó convencido. 
La conexión de Viegas con estos temas surgió a partir de su encuentro con la cultura de los shipibo-konibo, del río Ucayali, en la selva del Perú. Allí conoció a Antonio Muñoz Díaz, su principal informante. “Don Antonio era un reputado chamán (önaya en su lengua), un médico tradicional y hombre de conocimiento nacido en 1940, cuando aún los evangelistas norteamericanos no habían llegado a la región. Descendiente de un linaje de sabios vegetalistas, mantenía vigentes ancestrales prácticas de sanación. Con don Antonio y con los profesionales de la Fundación Mesa Verde no sólo observamos decenas de ceremonias de curación, sino que nosotros mismos autoexperimentamos la ampliación de la conciencia mediante la amazónica ‘liana de los espíritus’ (ayahuasca, en quechua) y otras plantas maestras, otras técnicas y otras culturas (guaraní, chorote, mazateca, shuar, shawanawa, de la costa norte del Perú... y hasta de abducidos por Ovnis)”, contó el investigador.
Diego Viegas transmite en las aulas lo que aprendió en la selva. Actualmente dicta Seminarios de “Antropología de la conciencia” tanto a estudiantes como a graduados en la Universidad Nacional de Rosario. Sobre el desafío de llevar el paradigma de los pueblos originarios a un ámbito como el académico, Viegas expresó: “Cuesta muchísimo porque aún somos herederos del paradigma occidental moderno que tiene más de 400 años y forma parte de nuestro sentido común y de nuestros prejuicios. El racionalismo extremo se resquebrajó a lo largo del siglo XX gracias a la física relativista, la mecánica cuántica, la teoría de los sistemas y las nuevas psicologías como la jungiana, integral o transpersonal. Sin embargo, a pesar que nos proclamamos muy posmodernos, nuestra educación todavía es positivista y hasta iluminista. Desde el viejo paradigma materialista, reduccionista, objetivista y fragmentador de la modernidad es imposible acercarse a las otras epistemes de las culturas chamánicas que aún sobreviven, o de nuestro propio pensamiento simbólico mitológico que mantenemos negado como cultura occidental”, remarcó.

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Los paradigmas son reglas establecidas acerca de cómo debemos pensar y hacer las cosas. Los americanos hemos heredado de la cultura occidental un modelo de pensamiento lineal iniciado por los filósofos griegos y desarrollado más tarde por los europeos. Se trata de un pensamiento reflexivo que ha bloqueado nuestra capacidad para observar el mundo como un todo holístico, empujándonos a buscar alternativas “no convencionales”. Esos “atajos” tienen que ver con la búsqueda de lo “sagrado”: esa forma de comunicación entre la propia alma individual y el mundo natural que nos cobija. Esa conexión que quedó relegada -o interrumpida- en el paradigma de la ciencia occidental era y es, sin embargo, la filosofía diaria de las antiguas civilizaciones americanas.
Diego Rodolfo Viegas es licenciado en Antropología Cultural, profesor de la Universidad Nacional de Rosario y de la Universidad Nacional de Tres de Febrero. Es coautor del libro “Ayahuasca, Medicina del alma” (2012), junto a Néstor Berlanda. El texto presenta estudios estadísticos acerca de la medicina tradicional amazónica que ellos mismos “autoexperimentaron”. Profundizando esta investigación, Viegas publicó en 2016 “Antropología Transpersonal. Sociedad, cultura, realidad y conciencia”, obra que presentará el viernes 9 de junio en Pro Cultura Salta (Mitre 331), a las 20.30.
Los únicos estados de conciencia que valida la cultura occidental son los encuadrados en el rango de la “conciencia de vigilia normal” con especial énfasis en la lógica racionalista; sin embargo, la mayor parte de las sociedades del pasado y las tradicionales que aún perviven han aspirado a una integración de experiencias derivadas de dos o más estados alternativos de conciencia (experiencias transpersonales). Una puerta de entrada a esos estados alternativos es una pócima de plantas amazónicas conocida por su nombre quechua, “ayahuasca”.
“El 90% de las culturas estudiadas por la etnología utiliza o ha utilizado diversas formas ritualizadas de alterar la conciencia. Probablemente un antropólogo cultural del siglo XIX habría descripto con detalle este tipo de rituales, sin embargo, raramente se involucraría en profundidad y mucho menos otorgaría legitimidad cognitiva a dichas prácticas. El ‘antropólogo de la conciencia’, por su parte, intenta comprender la experiencia viviendo ‘desde adentro’ las ceremonias transpersonales, las curaciones chamánicas, las danzas con máscaras, los trances de posesión, ciertas iniciaciones espirituales (¡hasta donde le dé el cuero!) entendiendo profundamente conceptos, símbolos y hasta instituciones enteras de la cultura anfitriona”, explicó Diego Viegas en diálogo con El Tribuno.
“En muchos casos -como se relata en el libro que voy a presentar-, las consecuencias de aquel ‘involucramiento’ en los estados alternativos de conciencia han conllevado fenómenos de sincronicidad que han sido difíciles de plasmar para los académicos... Y sin embargo ha llegado el momento de abandonar la negación o menosprecio por estos estudios socioculturales”, remarcó convencido. 
La conexión de Viegas con estos temas surgió a partir de su encuentro con la cultura de los shipibo-konibo, del río Ucayali, en la selva del Perú. Allí conoció a Antonio Muñoz Díaz, su principal informante. “Don Antonio era un reputado chamán (önaya en su lengua), un médico tradicional y hombre de conocimiento nacido en 1940, cuando aún los evangelistas norteamericanos no habían llegado a la región. Descendiente de un linaje de sabios vegetalistas, mantenía vigentes ancestrales prácticas de sanación. Con don Antonio y con los profesionales de la Fundación Mesa Verde no sólo observamos decenas de ceremonias de curación, sino que nosotros mismos autoexperimentamos la ampliación de la conciencia mediante la amazónica ‘liana de los espíritus’ (ayahuasca, en quechua) y otras plantas maestras, otras técnicas y otras culturas (guaraní, chorote, mazateca, shuar, shawanawa, de la costa norte del Perú... y hasta de abducidos por Ovnis)”, contó el investigador.
Diego Viegas transmite en las aulas lo que aprendió en la selva. Actualmente dicta Seminarios de “Antropología de la conciencia” tanto a estudiantes como a graduados en la Universidad Nacional de Rosario. Sobre el desafío de llevar el paradigma de los pueblos originarios a un ámbito como el académico, Viegas expresó: “Cuesta muchísimo porque aún somos herederos del paradigma occidental moderno que tiene más de 400 años y forma parte de nuestro sentido común y de nuestros prejuicios. El racionalismo extremo se resquebrajó a lo largo del siglo XX gracias a la física relativista, la mecánica cuántica, la teoría de los sistemas y las nuevas psicologías como la jungiana, integral o transpersonal. Sin embargo, a pesar que nos proclamamos muy posmodernos, nuestra educación todavía es positivista y hasta iluminista. Desde el viejo paradigma materialista, reduccionista, objetivista y fragmentador de la modernidad es imposible acercarse a las otras epistemes de las culturas chamánicas que aún sobreviven, o de nuestro propio pensamiento simbólico mitológico que mantenemos negado como cultura occidental”, remarcó.

Qué significa acceder a un estado de conciencia expandida
 
Diego Viegas explicó de qué se trata la conciencia expandida: “Se caracteriza por un umbral sensorial reducido y un cambio radical en el modo de percibir el tiempo, el cuerpo y los estímulos exteriores, con impresiones y pensamientos integrativos de comprensión simbólica global. Puede darse espontáneamente, como ha ocurrido con tantos místicos y personajes religiosos a través de la historia, pero también con meditadores, melancólicos o contempladores de bellezas naturales. También puede darse mediante ‘técnicas arcaicas del éxtasis’, como las llamó el erudito Mircea Eliade (danzas, aislamiento sensorial, enteógenos, ayunos prolongados, etc.) En nuestro libro ‘Ayahuasca, Medicina del alma’, junto al psiquiatra Néstor Berlanda concluimos que en las ceremonias con uso de ayahuasca puede experimentarse una expansión de la conciencia con énfasis en los ‘contenidos personales’ (donde se confrontan las propias sombras del inconsciente biográfico); con énfasis en ‘otras realidades’ (contenidos transculturales y transpersonales, a menudo visionarios) y, por último, la ‘conciencia expandida propiamente dicha’ o ‘conciencia cósmica’, donde el individuo se funde o se disuelve en el Universo, se identifica con la Unidad de todas las cosas, experiencia semejante al Satori, o Samadhi de las religiones asiáticas, al que relativamente pocas personas llegan”, enumeró el investigador.
 

Muestra de Isbelio Godoy

Paralelamente a la presentación del libro de Diego Viegas, el artista salteño Isbelio Godoy inaugurará “Liminal”, una muestra de pinturas inspiradas en la antropología chamánica. “Habrá obras sobre la ayahuasca, el huachuma, los hongos medicinales precolombinos, los Misterios Eleusinos de Grecia y sus medicinas, figuras míticas chamánicas, estados arcaicos del éxtasis...”, anticipó el artista. 


 

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