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“Hallé la metáfora para describir el terror de un centro clandestino”

Lunes, 10 de julio de 2017 01:31

Ana Iliovich es una sobreviviente del centro clandestino La Perla, que funcionó durante la última dictadura en Córdoba. La mujer vino a Salta a presentar su libro “El silencio. Postales de La Perla”, de editorial Los Ríos, y aprovechó el encuentro para dialogar con familiares de desaparecidos, militantes de DDHH y con víctimas del terrorismo de Estado. 

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Ana Iliovich es una sobreviviente del centro clandestino La Perla, que funcionó durante la última dictadura en Córdoba. La mujer vino a Salta a presentar su libro “El silencio. Postales de La Perla”, de editorial Los Ríos, y aprovechó el encuentro para dialogar con familiares de desaparecidos, militantes de DDHH y con víctimas del terrorismo de Estado. 

Luisa Blanca Madozzo, Lorena Proaño, María Morales My y Nora Leonard acompañaron la presentación emotiva, signada por los quiebres que provoca la memoria, la crudeza del relato de la verdad y la esperanza de la búsqueda de justicia.

Iliovich sorprendió con la metáfora de horror y con su mirada tierna, pero firme. Por primera vez visitó Salta. Tras las empanadas y el vino salteño dialogó con El Tribuno.

¿A qué se dedica Ana Iliovich?

Soy psicóloga. Esa es mi identidad central profesional. He trabajado en un hospital público durante 25 años y me jubilé hace poquito. Por eso digo que mi trabajo es como de docente, y en contra de todas las formas del ejercicio arbitrario del po der.

¿Cómo se escribe un libro que describe el horror de un centro clandestino y que a la vez sea de lectura agradable?

Yo a este libro lo escribí de a poco. Con estos textos encontré otra manera de describir el horror. Finalmente hallé la metáfora para describir el terror de un centro clandestino de detenciones y torturas.

No es un relato descarnado, como por ejemplo el “Nunca más”...

Para mi tiene que ver con hacerlo leíble. No hace falta describir una sesión de tortura, no hace falta detallar lo terrible, el horror. Yo me pregunto siempre lo que tiene que ver con la degradación de la condición humana. ¿Cómo se llega a eso? Toda mi vida he trabajado con las cuestiones del abuso de poder. En el hospital trabajé con mujeres golpeadas, personas abusadas sexualmente, niños maltratados; todas cuestiones donde el abuso del poder están puestas en juego. Y también trabajo con el trauma que eso significa para las víctimas. Todo me ayudó a reflexionar para poder escribir.

¿Busca escaparse de La Perla?

Es mi manera de escapar. Yo cuento la historia de un escultor amigo que cuando leyó estas postales armó una escultura. Hizo algo hermosísimo cuya foto está en el libro. El dolor de ese artista se trasladó a esa escultura. Lo mismo traté de hacer yo: sacar mi dolor y ponerlo en este libro donde hay una parte del horror vivido. Y sobre todo generar que quien lo lea pueda reflexionar, intentar de no ser como ellos. Que cada uno se pueda plantear no ser como ellos para no abusar del poder en lo cotidiano.

Es como una paradoja. ¿Uno nunca se escapa de La Perla?

No se escapa nunca. Hay momentos en que uno está más afuera, pero no siempre es así. El libro me moviliza mucho, pero no es fácil. Me lleva a pensar y a recordar; entonces los fantasmas vuelven. Para mí las presentaciones no son fáciles, pero creo que a la larga, cuando sea más viejita, voy a pensar en estos momentos y en la gente que lo leyó y que le sirvió. Hay familiares que lo han leído y me dijeron que les hizo mucho bien, y eso ya le da sentido.

Esta fue la tercera presentación. Antes fue Córdoba y Santiago. ¿También fueron emotivas?

Las tres fueron muy emotivas, muy lindas y emocionantes en términos humanos. Siempre hay como un ida y vuelta. El momento este ha sido muy hermoso. Todos me han saludado y me han agradecido. A cada uno de los presentes les movilizó algo. Al final, y como siempre digo, después de todo este dolor prevaleció la testaruda fuerza de la vida.

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