Se gana la vida en un pequeño taller de metalúrgica propio, donde van tomando forma los elementos más impensados y los pedidos de cada uno de los clientes que le llevan trabajos.
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Se gana la vida en un pequeño taller de metalúrgica propio, donde van tomando forma los elementos más impensados y los pedidos de cada uno de los clientes que le llevan trabajos.
Pero a Alejandro Argañaraz no le alcanza con eso. Su espíritu solidario lo impulsa una y otra vez a llevar ayuda a diversas instituciones necesitadas del medio.
"Hace un par de meses llevé seis bancos para la espera en la guardia y vi que en todos los sectores se necesitan muchas cosas", dijo el joven oranense ante la consulta periodística.
No es novedad decir que tanto el hospital como otras instituciones públicas o espacios verdes padecen la falta de los elementos necesarios para su correcto funcionamiento, como un simple asiento en un lugar que debería estar preparado para atender a toda clase de pacientes enfermos.
Preocupado por las carencias del hospital, con la voluntad de servir y aportar al cambio, el propietario de un modesto taller metalúrgico, junto a su equipo de trabajo se puso el traje solidario y tomó la determinación de colaborar, una vez más, con el nosocomio local.
Alejandro Argañaraz es un joven metalúrgico que, como hizo en otra oportunidad, se ofreció a través de las redes sociales para dar una solución donde el Estado tarda en aparecer, espacios verdes, plazoletas, mástiles de escuelas y nuevamente en el hospital.
"Pueden ser para nosotros"
"Estas camillas y portasueros pueden ser utilizadas por cualquiera de nosotros, uno nunca sabe. Quiero dejar a la vista los resultados del aporte de muchos corazones solidarios. En Orán sí se puede y yo estoy muy contento, porque me toca realizarlo con mi equipo y con mis propias manos", expresó emocionado.
El joven convoca a través de Facebook a amigos y vecinos, a las distintas campañas que emprende, para recaudar los materiales de trabajo con los que realizará los elementos necesarios, de manera gratuita y siempre en menos de una semana tiene todo listo para ser donado a la institución que los espera.
"Con el aporte solidario y desinteresado de varios vecinos, el equipo de trabajo liderado por Alejandro pudo llegar con su trabajo a muchos lugares donde debería estar presente el Estado", remarcó un vecino con conciencia de lo que está haciendo este joven norteño.
La ayuda de la gente
Gracias al aporte de la gente, el taller de Alejandro pudo recolectar los insumos suficientes para concretar los trabajos. "El mismo día que publiqué en Facebook la respuesta fue inmediata. Nos llegaron muchos materiales y con eso es imposible no estar motivado. Así nos organizamos y planeamos todo para iniciar las tareas cuanto antes", señaló. Y agregó que "no se necesita tener miles de pesos para hacer grandes o pequeñas cosas en una sociedad". Efectivamente, a este joven no le sobra nada. "Solo soy un laburante que vive el día a día, un chango de barrio. Pero estoy satisfecho porque mi espíritu es seguir haciendo cosas por mi ciudad", afirmó.