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Juana Manuela, la Patria profunda

Miércoles, 19 de julio de 2017 01:18

Juana Manuela Gorriti (Salta, 16 de julio de 1816) considerada la primera novelista argentina y sudamericana será, al igual que su par cubana, Gertrudis Gómez de Avellaneda (Camagey, Cuba, 2014) una "peregrina". Juana Manuela se exiliará, siendo casi una niña, en Tarija, junto a su familia a causa de las luchas entre unitarios y federales y se casará muy joven con el capitán Manuel Isidoro Belzú, futuro presidente de la República de Bolivia, con quien tendrá dos hijas, Edelmira y Mercedes.

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Juana Manuela Gorriti (Salta, 16 de julio de 1816) considerada la primera novelista argentina y sudamericana será, al igual que su par cubana, Gertrudis Gómez de Avellaneda (Camagey, Cuba, 2014) una "peregrina". Juana Manuela se exiliará, siendo casi una niña, en Tarija, junto a su familia a causa de las luchas entre unitarios y federales y se casará muy joven con el capitán Manuel Isidoro Belzú, futuro presidente de la República de Bolivia, con quien tendrá dos hijas, Edelmira y Mercedes.

El matrimonio no fue fácil a causa del temperamento autoritario y pasional de Belzú. Asilados en el Perú por razones políticas, se separarán años después, pues él regresará solo a Bolivia y ella permanecerá en Lima. Juana Manuela tendrá dos hijos naturales, Julio Sandoval y Clorinda Puch. En Lima, Juana Manuela iniciará públicamente su labor literaria y docente, creará una escuela para niñas, editará revistas y periódicos y llevará adelante las famosas Veladas Literarias de Lima (1876-1877), a donde concurrirán personalidades como Ricardo Palma, Clorinda Matto de Turner, Mercedes Cabello de Carbonera y Carolina Jaimes de Freyre, madre del poeta modernista Ricardo Jaymes Freyre.

La escritora siempre guardará en su corazón un gran amor por el Perú, país al que defendió de manera inclaudicable, inclusive en la guerra, cuando en 1860 sirvió heroicamente como enfermera en el sitio del Callao. Por este hecho fue condecorada por el gobierno peruano con la Estrella del 2 de Mayo.

Juana Manuela Gorriti publicará una parte importante de su obra en Lima.

Desocultamiento de marginales

Refiriéndose a Gertrudis Gómez de Avellaneda, la crítica Evelyn Picón Garfield en su ensayo Poder y sexualidad: el discurso de Gertrudis Gómez de Avellaneda, libro finalista en el Premio Casa de las Américas de Cuba de 1993, afirma que esta escritora desoculta a los sujetos marginados por el discurso hegemónico centrado en el Rey, el Padre y la Iglesia de la Cuba colonial. Podríamos decir que Juana Manuela Gorriti, en el Perú y luego en Buenos Aires, hace exactamente lo mismo desde su escritura romántica y rebelde. Sus novelas abordarán las cuestiones de las mujeres, los indios y los negros, secularmente acallados.

De este modo, la historia del mestizo en La Quena (relato publicado en 1845, a modo de folletín en la Lima Revista de Lima y luego como libro en 1848), donde se plantea el sufrimiento por el amor, es también un entramado en el cual la cuestión del "otro" surge de la dialéctica de las culturas, la originaria e indígena y la europea.

El discurso hegemónico situaba a las mujeres blancas o negras, mestizas o indias, ricas o pobres como a sujetos subalternos, lo mismo que a los negros, indios y mestizos, o sea que el "otro", aparece como una alteridad condicionada por el sexo o la raza.

Juana Manuela adscribe a ese novedoso medio masivo que es el folletín para difundir su obra. Sabemos que la lectura era una actividad hasta entonces solamente reservada para los hombres o para las mujeres de alta cuna. Además la escritora siempre mantendrá su confianza en la difusión literaria, cultural y educativa que brinda el periodismo, un género también inherente y concomitante con la modernidad y los intereses burgueses opuestos a los de la aristocracia. En este punto Juana Manuela desobedece los cánones de la educación de la mujer de aquella época, a quien se le vedaba el derecho de estudiar y enseñar, de participar en la vida pública, de escribir y por sobre todo de escribir novelas.

El pozo de Yocci

Publicada en 1869, esta novela breve se construye en torno de un espacio emblemático de una ciudad colonial (Salta): el llamado "pozo de Yocci", lugar en el cual convergen las oscuras aguas del deseo y el goce dentro de una atmósfera siniestra y perturbadora. El fatalismo guía a los personajes hacia su destrucción y sobre ellos surge la sombra del incesto y la muerte, tópicos frecuentes en la literatura fantástica.

Decimos siniestro siguiendo el concepto freudiano de extrañamiento ante lo familiar y doméstico. De este modo los lugares conocidos se cargan de peligro e incertidumbre. Sobre un mapa del noroeste argentino, en especial de la zona andina de Salta y Jujuy, se pueden marcar los lugares por donde transitan los personajes de El pozo de Yocci (famoso pozo arcediano, situado a los pies del cerro San Bernardo donde los pobladores de la ciudad recogían agua): el río Arias, el Tagarete de Tineo y fuera de la ciudad de Salta, la Quebrada de Humahuaca, el río Chico de Jujuy, Tilcara, Iruya, Tumbaya y Volcán. Este escenario pesa en las conciencias torturadas de los personajes que lo atraviesan guiados por la estrella oscura de sus destinos en los cuales se inscriben el terror al incesto a través de relaciones confusas entre hermanos que no se conocen, desplazamientos y sustituciones que conllevan también el terror al sexo. Hijos que no conocen a sus padres, en una época aciaga y plena de malentendidos y destierros, madres que pierden a sus hijos, hermanos que se enamoran de sus hermanas sin saberlo, celos y abandono, provocan un entramado que anticipa un final atroz. El castigo y la catástrofe como en las piezas clásicas del género trágico, se ciernen sobre esa red de relaciones culposas.

El narrador omnisciente deja lugar al narrador-personaje en diversos relatos encadenados, donde las historias de los padres parecen determinar las historias de los hijos, como una ley hereditaria, esto es, la ley del deseo, en una repetición constante. Isabel, la madre de Aurelia, parece transmitir a su hija la desdicha. Aurelia y Aguilar ilustran con sus nombres características personales. Aurelia es la luz, dorada y virtuosa, mientras Aguilar es el águila, el hombre posesivo y violento. El incesto (el joven Fernando en quien Aguilar ve a un rival, es el hermano de Aurelia) asedia a los personajes, unido a la venganza y el crimen. El pozo de Yocci muestra finalmente el horror del feminicidio. Aguilar enloquece, la culpa lo persigue y desde lo real del abismo de su desesperación surge el delirio, otra vez contempla el rostro -ahora fantasmal- de la novia asesinada y se hunde junto a ella en el pozo maldito.

El sitial de la gloria

Determinada por una familia de guerreros, la Gorriti siempre profesó un gran amor por esta tierra americana liberada con tanto sacrificio, y vivió los efectos de las crueles guerras civiles, primero en la América del Sur enfrentada por los desencuentros de los mismos que la habían liberado, después entre facciones de europeístas y nacionalistas.
Juana Manuela Gorriti ahora descansa en el lugar de su destino final, que era el de la guerrera de la pluma, junto a los héroes, en el Panteón de las Glorias del Norte, en la ciudad de Salta, su tierra natal.
 La lucha para colocarla en ese sitial glorioso fue llevada adelante por una mujer, la profesora Fanni Ceballos de Marín, una precursora en la defensa de los derechos de la mujer. Como diputada de la Nación, la profesora Ceballos comenzó en1996 las gestiones para trasladar los restos de la gran escritora desde el cementerio de La Recoleta en Buenos Aires al Panteón de las Glorias del Norte en la Catedral de la ciudad de Salta. Juana Manuela no solamente representaba a la intelectualidad y al arte, sino también a miles de mujeres que desde su sitio de esposas y madres, habían contribuido a la causa de la libertad y que sin alejarse de su feminidad, formaron regimientos de apoyo como Martina Silva de Gurruchaga con sus “gauchas”, fueron enfermeras y cuando fue necesario empuñaron las armas. Juana Manuela había defendido el Callao, curó a los heridos durante la invasión española y fue condecorada en el Perú por su valor como ya señalamos. Además, no hubo patriota boliviano, argentino o peruano que no la reconociese como una hacedora de la libertad americana.
La Ley nacional Nº 25047 de 1998, fue puesta en vigencia por el Decreto nacional 725/06, firmado por el presidente Néstor Kirchner, en 2006, decreto refrendado por el Decreto provincial Nº 12761 del mismo año, firmado por el gobernador de la provincia de Salta Juan Carlos Romero. Se permitió así “repatriar” los restos mortales de Juana Manuela Gorriti a su tierra. Desde entonces, sus cenizas reposan en el Panteón de las Glorias del Norte, en Salta, su cuna, punto de partida y llegada de la luchadora, la novelista, la peregrina.

 

 

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