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Detrás del blooper aparecen las trampitas de la política

Las marchas y contramarchas salteñas con las licencias pagas para precandidatos indica otro flanco débil del actual sistema electoral.
Sabado, 22 de julio de 2017 00:00

"Candidatura" es un término de etimología latina y significa "blancura". Hace referencia al color de la túnica con que se paseaban quienes se consideraban dignos de ser elegidos para desempeñar un cargo público en la antigua Roma. Hacía referencia, además, a la transparencia del candidato.

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"Candidatura" es un término de etimología latina y significa "blancura". Hace referencia al color de la túnica con que se paseaban quienes se consideraban dignos de ser elegidos para desempeñar un cargo público en la antigua Roma. Hacía referencia, además, a la transparencia del candidato.

La nuestra no es una democracia de patriciado y el funcionamiento del sistema, así como el financiamiento de las campañas es un problema no resuelto, en Salta y en el continente. Baste ver las secuelas del caso Odebrecht.

El jueves, la sorpresa del decreto que disponía la licencia con goce de haberes para los funcionarios precandidatos se duplicó por la contramarcha de última hora.

"Se están contagiando de Macri", ironizó el precandidato olmedista a diputado nacional Carlos Raúl Zapata.

El urtubeicista de Plural, Matías Posadas, señaló que el Código Electoral Nacional dispone ese beneficio para las candidaturas pero no para las precandidaturas. De ese modo, el decreto de último momento se adecuó a la normativa nacional.

Suspicaz, el economista radical con larga trayectoria parlamentaria Eduardo Antonelli consideró que se trató "de una decisión en dos tiempos, para provocar un golpe de efecto". En coincidencia con Zapata, arriesgó que "se buscó no desentonar con Mauricio Macri, que hizo renunciar a sus candidatos".

"En Tartagal, todos los precandidatos tomamos licencia sin goce de haberes", opinó Sergio Leavy, precandidato a diputado nacional por el Frente Ciudadano para la Victoria. Además de él lo hicieron el director de prensa, la secretaria de Acción Comunitaria y la directora de Desarrollo Humano de su municipio.

El blooper se produjo casi en simultáneo con otro hecho igualmente llamativo y que es una muestra de cómo se hace campaña con recursos del Estado (lo cual es antidemocrático)

El concejal y precandidato del PJ Gustavo Serralta difundió en la página Hola Salta un comunicado donde informa que "se presentó con máquinas para la limpieza de un microbasural" que estaba desde 2014 en barrio El Huaico. Que se sepa, Serralta no dispone de equipos propios para erradicar basurales y el operativo de limpieza debería ser una tarea rutinaria del Estado. Por lo que se deduce del comunicado, Serralta hizo la gestión y luego fue a ver cómo trabajaban los empleados municipales para sacarse una foto. Es lo que se llama "mover influencias". Subirlo a una página de campaña demuestra que, para él, que un concejal haga campaña con tareas que son obligación del Ejecutivo sería lo normal en una gestión, y en una campaña.

"El financiamiento de las campañas políticas debe transparentarse en serio, y en todos los aspectos. El despliegue de cartelería es caro y no debería ser financiado con recursos del Estado", añadió Zapata, quien apunta a "un desequilibrio que debe ser subsanado con una reforma política".

Posadas, a su vez, consideró que "el gran desafío por delante es una reforma que garantice equidad en la distribución de los fondos del Estado para que haya igualdad en las posibilidades de todos los candidatos".

En realidad, esa es una parte del gran desafío. Para que las "candidaturas" hagan honor a su nombre hace falta un largo trecho. La incorporación de redes sociales da por resultado que los candidatos no exponen su visión de la realidad sino que se limitan a expresar eslóganes que prometen "resolver los problemas a la gente".

Los opositores, en todos lados, suelen ser explícitos, y los oficialistas, más cautos: Al no haber partidos con ideología, liderazgos y militancias, la participación ciudadana carece de orientación definida. Y, sobre todo, el clientelismo como práctica ha logrado un efecto complicado. Contrariamente a las expresiones de deseos, las estructuras estatales provincial y municipales siguen siendo decisivas en el desenlace de las elecciones.

En ese punto no estamos como en la Antigua Roma; nos parecemos más bien a la década infame.

 

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