Hace un cuarto de siglo se inauguraban los Juegos Olímpicos de Barcelona y una ausencia se hacía inmensa: Freddie Mercury no estaba ahí para cantar el himno oficial del encuentro deportivo junto a la gran soprano catalana Monserrat Caballé.
“Barcelona”, ese tema para un dueto exquisito como el que formaban el líder de Queen y la cantante lírica, no pudo resonar el 25 de julio de 1992 en el Camp Nou. Freddie Mercury había muerto ocho meses antes y por respeto a su memoria se decidió que nadie más tomara su lugar en ese prestigioso escenario. Había quedado un hueco profundo en la música contemporánea y ese día, la gran fiesta por el comienzo de los Juegos Olímpicos no hacía más que visibilizarlo.
Aunque no se interpretó en el evento, la canción ya era el himno oficial del certamen, y sonó una y otra vez en las transmisiones en vivo por televisión como un hit póstumo, un tributo a uno de los más grandes de la historia del rock que quedó para siempre en la memoria auditiva de quienes siguieron el gran despliegue de inauguración desde todos los puntos del globo..
“Se buscó otra canción y se eligió Amigos para siempre (compuesta por Andrew Lloyd Webber), que cantó José Carreras y que verdaderamente es preciosa, pero no tiene nada que ver con el himno”, recordó Monserrat Caballé.
“Por eso una de las cláusulas de la alcaldía fue que las conexiones con las televisiones de todo el mundo para las retransmisiones tenía que ser con Barcelona, y así fue”, agregó.
Monserrat Caballé sí cantó ese 25 de julio, pero fue otro su rol: junto a José Carreras interpretó “Sou benvinguts” y luego, hacia el cierre, se les unieron Plácido Domingo, Jaume Aragall, Teresa Berganza y Joan Pons para interpretar piezas clásicas de óperas, como El barbero de Sevilla, Il trovatore y Rigoletto entre otras.
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Hace un cuarto de siglo se inauguraban los Juegos Olímpicos de Barcelona y una ausencia se hacía inmensa: Freddie Mercury no estaba ahí para cantar el himno oficial del encuentro deportivo junto a la gran soprano catalana Monserrat Caballé.
“Barcelona”, ese tema para un dueto exquisito como el que formaban el líder de Queen y la cantante lírica, no pudo resonar el 25 de julio de 1992 en el Camp Nou. Freddie Mercury había muerto ocho meses antes y por respeto a su memoria se decidió que nadie más tomara su lugar en ese prestigioso escenario. Había quedado un hueco profundo en la música contemporánea y ese día, la gran fiesta por el comienzo de los Juegos Olímpicos no hacía más que visibilizarlo.
Aunque no se interpretó en el evento, la canción ya era el himno oficial del certamen, y sonó una y otra vez en las transmisiones en vivo por televisión como un hit póstumo, un tributo a uno de los más grandes de la historia del rock que quedó para siempre en la memoria auditiva de quienes siguieron el gran despliegue de inauguración desde todos los puntos del globo..
“Se buscó otra canción y se eligió Amigos para siempre (compuesta por Andrew Lloyd Webber), que cantó José Carreras y que verdaderamente es preciosa, pero no tiene nada que ver con el himno”, recordó Monserrat Caballé.
“Por eso una de las cláusulas de la alcaldía fue que las conexiones con las televisiones de todo el mundo para las retransmisiones tenía que ser con Barcelona, y así fue”, agregó.
Monserrat Caballé sí cantó ese 25 de julio, pero fue otro su rol: junto a José Carreras interpretó “Sou benvinguts” y luego, hacia el cierre, se les unieron Plácido Domingo, Jaume Aragall, Teresa Berganza y Joan Pons para interpretar piezas clásicas de óperas, como El barbero de Sevilla, Il trovatore y Rigoletto entre otras.