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La política,una vocación

Miércoles, 26 de julio de 2017 00:00

El político debe entregarse al servicio de la gente. La vocación política requiere de esta grandeza. Lo demás es simplemente buscar una salida laboral, ante el fracaso personal de una carrera de estudio; ante el sentirse desocupado o incapaz de realizar otro trabajo y buscar un conchabo en el estado. La persona, hombre o mujer, que se siente llamado a servir en la vida política debe conocer o procurar conocer los problemas de la sociedad. Más allá de los fanatismos, un político se debe a todos. Se puede superar el antagonismo si se dedicaran plenamente a trabajar en los problemas comunes que tiene el pueblo. La vocación política verdadera exige mirar más allá del tiempo que dura un cargo y realizar opciones, llamadas "políticas de estado" que superan el tiempo presente y la propia gestión. Un político debe caminar siempre entre la gente, no solo hacer caminatas pidiendo un voto, o tocando timbres para las fotos. Debe caminar siempre entre la gente y con la gente. Esto implica un conocimiento real de la situación del pueblo al que sirve, de tal manera que pueda prever posibles soluciones a los problemas y no tener que hacer la función de bomberos apagando incendios sociales que podrían haberse evitado, como el aumento de la pobreza, las muertes inexplicables de niños, jóvenes o ancianos, el aumento de las adicciones entre el público infanto-juvenil, la inseguridad y esa sensación de sentirse abandonados. El verdadero político no solo tiene un plan, conoce el terreno y a su pueblo, sabe quiénes pueden acompañar su gestión de modo eficiente. Es como un atalaya que tiene un visión global de lo acontece en la tierra, la que se le prestó para administrar y de la cual no es dueño. Y es más grande cuando sabe construir poder, no para sí, sino para el servicio de su patria. En plena campaña que nadie nos llene de sonrisas y fotos simpáticas retocadas por la tecnología. Que nos expresen ideas y sentires sobre su verdadera vocación.

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El político debe entregarse al servicio de la gente. La vocación política requiere de esta grandeza. Lo demás es simplemente buscar una salida laboral, ante el fracaso personal de una carrera de estudio; ante el sentirse desocupado o incapaz de realizar otro trabajo y buscar un conchabo en el estado. La persona, hombre o mujer, que se siente llamado a servir en la vida política debe conocer o procurar conocer los problemas de la sociedad. Más allá de los fanatismos, un político se debe a todos. Se puede superar el antagonismo si se dedicaran plenamente a trabajar en los problemas comunes que tiene el pueblo. La vocación política verdadera exige mirar más allá del tiempo que dura un cargo y realizar opciones, llamadas "políticas de estado" que superan el tiempo presente y la propia gestión. Un político debe caminar siempre entre la gente, no solo hacer caminatas pidiendo un voto, o tocando timbres para las fotos. Debe caminar siempre entre la gente y con la gente. Esto implica un conocimiento real de la situación del pueblo al que sirve, de tal manera que pueda prever posibles soluciones a los problemas y no tener que hacer la función de bomberos apagando incendios sociales que podrían haberse evitado, como el aumento de la pobreza, las muertes inexplicables de niños, jóvenes o ancianos, el aumento de las adicciones entre el público infanto-juvenil, la inseguridad y esa sensación de sentirse abandonados. El verdadero político no solo tiene un plan, conoce el terreno y a su pueblo, sabe quiénes pueden acompañar su gestión de modo eficiente. Es como un atalaya que tiene un visión global de lo acontece en la tierra, la que se le prestó para administrar y de la cual no es dueño. Y es más grande cuando sabe construir poder, no para sí, sino para el servicio de su patria. En plena campaña que nadie nos llene de sonrisas y fotos simpáticas retocadas por la tecnología. Que nos expresen ideas y sentires sobre su verdadera vocación.

 

 

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