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17 de Mayo,  Salta, Centro, Argentina
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Las grietas y los muros

Viernes, 07 de julio de 2017 00:00

Monseñor Sánchez Sorondo, obispo argentino que desde hacia varias décadas sirve en Roma a la Iglesia de todo el mundo, dijo que Francisco no viene a la Argentina para no ampliar más la grieta; yo creo que es para no caerse dentro de la misma.

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Monseñor Sánchez Sorondo, obispo argentino que desde hacia varias décadas sirve en Roma a la Iglesia de todo el mundo, dijo que Francisco no viene a la Argentina para no ampliar más la grieta; yo creo que es para no caerse dentro de la misma.

Siempre hubo grieta en nuestra patria. La Iglesia también tiene las suyas, desde las peleas entre Pedro y Pablo por la interpretación del mensaje de Jesús y los destinatarios del mismo, hasta nuestros días, pasando por el cisma de oriente, la reforma protestante, los nuevos aires del Concilio Vaticano II, la teología de la liberación, un Papa que vino de lejos, otro que vive en Italia, pero era alemán, y uno que trajeron del fin del mundo.

Grieta hubo siempre y habrá mientras haya seres humanos sobre la tierra. Las grietas no se cierran fácilmente. Las construimos como formas de defensa a lo diferente. Construimos muros, no los de México o de España. Muros en los barrios, muros reales en los countries, muros imaginarios en la barriada, colocamos monstruos entre la gente poniendo carteles de peligrosos a quienes queremos dejar fuera de la grieta, o simplemente empujarlo del otro lado. Colocamos muros y grietas hasta en los transportes públicos y en los lugares de trabajo. Ponemos muros en el corazón y en las grietas colocamos monstruos y fantasmas de miedos. Ya no es solo un fenómeno urbano. Es una realidad cotidiana. Rótulos, desprecios, silencios, distancias, en cada espacio de las relaciones humanas. Lo hemos naturalizado tanto que los hacemos de modo instintivo y casi sin quererlo.

No hemos entendido el mensaje del Evangelio de Cristo, "que todos sean uno". Por eso nos cuesta entender al papa Francisco, y tal vez nos gustaría que nos diga de qué lado de la grieta o del muro está ubicado él.

La sociedad va caminando hacia la soledad existencial. Vamos perdiendo la capacidad de diálogo, de conversar, de discutir, de intercambiar ideas y criterios, pero sobre todo vamos perdiendo la capacidad de escuchar. Todos queremos hablar y nadie quiere escuchar, todos queremos imponer y nadie quiere razonar. Reconstruir el tejido social de la unidad en la diversidad requiere de la concordia, la sintonía de los corazones, que seamos capaces de superar una visión egoísta y mezquina para tender puentes en la palabra y en la escucha. El mensaje de Francisco no es comprendido porque no entendemos el evangelio de Cristo, que tendió el mayor puente de amor entre Dios y los hombres con su vida, muerte y resurrección. Nadie se salva solo. Y los graves problemas que afectan a la sociedad en este tiempo histórico tienen en la base autores, gestores y activistas que saltan las grietas y atraviesan los muros, y ellos son el odio, la violencia, el narcotráfico, la trata y la corrupción que arrastra a diario a la miseria a miles de hermanos nuestros. Es imperioso tender puentes.

El papa Francisco va a regresar muy pronto. Nadie es profeta en su tierra, pero el Papa ya no nos pertenece, es el guía de miles de millones de católicos y un gran líder religioso y moral para el mundo. Pero a la vez, es nuestro, nació en el corazón de nuestra patria. Ninguna grieta se cierra de modo definitivo, se trata de caminar sobre ellas y tender puentes para llegar a la unidad, y no hay ningún muro que dé seguridad al futuro de la humanidad; solo conducen a la soledad y al aislamiento y a la miseria.

 

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