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Acusan a una mujer por estafas seriales

Dos de los más perjudicados aseguran que la mujer vendió el 25% de la sociedad de un boliche a más de cinco personas a la vez, reteniendo ella el 50% restante.
Miércoles, 16 de agosto de 2017 00:00

"No solo nos estafó y se quedó con nuestro dinero y bienes sino que además se presenta como abogada del foro local", dijeron casi al unísono Ariel Alfie y Silvia Di Piazza, ambos denunciantes de una tal Valeria Pohl, que entre sus antecedentes más conocidos tiene el haber sido pareja de un conocido abogado penalista local. En tal sentido, el letrado y exmarido dijo a El Tribuno, como para corroborar las denuncias de Alfie y Di Piazza, que personalmente denunció a Pohl por diversas causas doce veces, por los menos.

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"No solo nos estafó y se quedó con nuestro dinero y bienes sino que además se presenta como abogada del foro local", dijeron casi al unísono Ariel Alfie y Silvia Di Piazza, ambos denunciantes de una tal Valeria Pohl, que entre sus antecedentes más conocidos tiene el haber sido pareja de un conocido abogado penalista local. En tal sentido, el letrado y exmarido dijo a El Tribuno, como para corroborar las denuncias de Alfie y Di Piazza, que personalmente denunció a Pohl por diversas causas doce veces, por los menos.

En ese contexto, Alfie y Di Piazza relataron que uno de los hechos más escandalosos y que los tuvo como damnificados a ambos fue la venta de la participación accionaria del boliche bailable que funcionó en la zona del corredor turístico de la Balcarce bajo la denominación Divas.

Di Piazza explicó que la mujer repartió las supuestas participaciones entre tres personas en un porcentaje de 25, 25 y 50 por ciento.

Para completar el dinero requerido para la inversión, Di Piazza entregó un automóvil Fiat nuevo y otros valores.

Al momento de la escribanía, la mujer argumentó "detalles legales", mientras eso sucedía ya había vendido el automóvil a una tercera persona.

"El boliche finalmente abrió sus puertas pero -oh sorpresa- el 50% restante -porque ella y su madre se quedaron con la otra mitad- se había vendido al menos a cinco personas más", dijo. "Como todos saben, el boliche fue clausurado al poco tiempo y de nuestro dinero nada de nada, a pesar de las denuncias que hicimos", agregó.

Alfie dijo que logró salvar parte de su inversión que consistía en todo el equipo de sonido y luces, porque el dueño del local le advirtió apenas se clausuró que los equipos ya estaban ofrecidos.

"Pero no todo quedó ahí, son decenas las personas que fueron timadas o perjudicadas por esta mujer", dijo Alfie y pasó a relatar otro capítulo en el que el tendal de personas perjudicadas no tiene límites.

Cuando estábamos supuestamente en sociedad, la Pohl me ofreció un carro sandwichero ubicado en avenida Libano.

"Le pagué 70.000 pesos por la sesión de derechos de explotación. Lo reformé, limpié el predio y cuando estaba funcionando cayó con la Policía a decir que lo estaba usurpando. Con todo fui a la fiscalía y allí se descubrió que tampoco es la dueña legal del carro pero ese negocio sigue cerrado a pesar de que todos los servicios están a mi nombre y las deudas contraídas también. No hay derecho", explicó.

Alfie y Di Piazza aseguraron a El Tribuno que es necesario poner fin a estas andanzas y a la impunidad de esta mujer, que no tiene límites.

"Cuántas denuncias tiene y no hay condena. Cuántos damnificados están a la espera de la Justicia que nunca llega. Nosotros hemos perdido dinero, bienes, autos y cada vez somos más los que reclamamos justicia", dijo.

Para finalizar, Ariel Alfie dijo que le da pena contarlo, que siente vergenza pero que esta mujer le vendió una casa por la suma de 146.000 pesos.

"La casa está ubicada en un barrio colindante con el departamento Cerrillos y luego que la vimos convenimos el precio. Le entregué un automóvil Ford Fiesta, casi nuevo y ocho pagarés", dijo.

"Allí comenzó el festival de la mentira, porque a todo esto se hacía llamar abogada. Que ya sale el compraventa, que de aquí y de allá hasta que descubrimos que la casa estaba ya vendida a otra persona y ésta a la vez también al parecer fue timada", dijo.

"Así están las cosas. Lo peor de todo es que cada vez que voy a la fiscalía me desayuno con algo nuevo. Lo último es que la sandwichería volvió a salir a la venta. No sé cómo, concluyó su relato.

 

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