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El Colegio Santa Catalina de Bologna cumplió 80 años de vida

Los actos coincidieron con la celebración en honor a Santa Clara de Asís, el día 12 del corriente. De las aulas de maderas a la estructura actual, el colegio deja su marca en la educación del norte.
Viernes, 18 de agosto de 2017 00:00

"El día 4 hemos bendecido el terreno, el constructor ya comenzó a medir y a cavar para los cimientos, el día 8 ya pudimos hacer bendecir una piedrita fundamental donde encerramos un sencillo pergamino como recordatorio. Nuestro ambiente misionero está compuesto de numerosos aborígenes en su mayoría; hay también blancos, casi todos ortodoxos y algunos evangelistas. Están aprendiendo de nosotras el Santísimo Nombre del Señor y hacerse la Señal del Cristiano...".

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"El día 4 hemos bendecido el terreno, el constructor ya comenzó a medir y a cavar para los cimientos, el día 8 ya pudimos hacer bendecir una piedrita fundamental donde encerramos un sencillo pergamino como recordatorio. Nuestro ambiente misionero está compuesto de numerosos aborígenes en su mayoría; hay también blancos, casi todos ortodoxos y algunos evangelistas. Están aprendiendo de nosotras el Santísimo Nombre del Señor y hacerse la Señal del Cristiano...".

Así relataba su experiencia en una tierra tan lejana a la suya la hermana de nacionalidad italiana Javiera Martínez, quien en 1937 y en su ánimo de describir cuál era la realidad en esta alejada región de la provincia de Salta, le escribía a una benefactora de la orden de las hermanas clarisas franciscanas que recibía su carta en Buenos Aires.

Si bien el colegio se fundó el 23 de febrero de 1937 el pasado 12 de agosto -en coincidencia con la celebración en honor a Santa Clara de Asís- se realizaron los actos centrales por el 80 aniversario de este colegio que es orgullo del norte de la provincia, no solo por su imponente infraestructura levantada a través de 8 décadas de trabajo de las clarisas franciscanas, sino por todo lo que a la región le ha dado en materia educativa y también evangelizadora.

En la memoria de quienes honran con su reconocimiento y su recuerdo a las primeras religiosas que llegaron al norte, están la hermana Javiera Martini, quien oficiaba de directora y estaba a cargo de tercero y cuarto grados; la hermana Beatriz Sarasini, maestra de primer grado, primero superior como había en aquellos tiempos y segundo grado; la hermana María Vitale era la encargada del infantil y la hermana Victoria Rausa estaba a cargo del quinto y el sexto grados.

Desde sus cimientos -más bien desde la construcción de aquellas primeras aulas de madera- el colegio siempre estuvo ubicado en el mismo lugar, a unos 100 metros del río -que con los años alcanzó un cauce más profundo y se acercó a los muros de contención - gracias a la donación que hizo de su propia vivienda, el fundador del pueblo de Tartagal don Pedro José Roffini.

Junto a su esposa Luisa Oviedo ambos vivieron en ese predio de más de tres hectáreas, pero con los años decidieron radicarse en Salta y dejaron el lugar para las religiosas.

Se sabe que 86 fueron las primeras alumnas, pero a poco de comenzar a dictar las clases ya llegaron a 98 chicas. Los primeros años funcionó como un internado donde residían niñas del sur de Bolivia, del Chaco salteño y otras localidades.

Con los años dejó de ser un internado, pero creció en forma continua y hoy los alumnos que tienen la dicha de estudiar en sus aulas gozan de una estructura física privilegiada, todo producto de la la bor de las hermanas.

 

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