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El mejor regalo, el amor de los padres

Domingo, 20 de agosto de 2017 13:17

La celebración del Día del Niño, asociada habitualmente con su perfil comercial, merece ser considerada desde otra dimensión. Es una fiesta que alcanzó una popularidad generalizada porque el vínculo de un chico con su madre y su padre es único e irrepetible.

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La celebración del Día del Niño, asociada habitualmente con su perfil comercial, merece ser considerada desde otra dimensión. Es una fiesta que alcanzó una popularidad generalizada porque el vínculo de un chico con su madre y su padre es único e irrepetible.

Los hijos son la clave decisiva para la realización de los padres como personas. A su vez, los padres son la referencia y la guía irreemplazables en la educación de los menores.

Con o sin regalos, el Día del Niño debe ser celebrado generando un clima de amor, cercanía y diálogo. El juguete más caro no genera más alegría que el obsequio, por humilde que sea, que se le aparezca al niño como la prueba irrefutable del amor de sus padres. La vida de los niños no es fácil en estos tiempos y los padres deben esmerarse para resolver problemas que, probablemente, ellos mismos no hayan experimentado durante su infancia. 

Los informes de Unicef encienden numerosas luces de alarma. En la Argentina hay cerca de seis millones de chicos pobres, la mitad de los menores que viven en el país. Más de 1,3 millones crecen en la pobreza extrema. El desempleo de los padres es decisivo en este fenómeno.

La Unesco informa también que solo el 43% de los chicos termina la secundaria en tiempo y en forma. En primaria la cobertura es casi total, pero también crece el abandono, que pasó del 5,1% en 2006 al 6,9% en 2011. Los padres, que a sus trece años ingresaron a la escuela media muchas veces por una decisión inamovible e incuestionable de los padres, deben observar ahora nuevas realidades, atravesadas por la desorientación y nuevas formas de violencia, como el bullying.

Los tiempos han cambiado. El adolescente que comienza su escuela secundaria se encuentra con un universo diferente, no solo por el cambio en la disciplina y por la mayor complejidad de sus estudios, sino porque la institución no siempre le da respuesta a sus expectativas de vida ni respuesta a su equilibrio emocional. Esos niños que se están haciendo grandes necesitan a sus padres cerca, con oídos atentos y decisiones firmes.

El primero y segundo año de la secundaria son los que registran mayor porcentaje de deserción. El abandono en ese nivel hoy es un problema mucho más grave, porque la formación media pasó a ser básica y casi imprescindible para la inserción en la vida laboral.

La mayor necesidad de un niño o un adolescente, desde el nacimiento hasta el egreso de la escuela media es el amor, la presencia y la autoridad de los padres.

Esa presencia es el reaseguro de su felicidad. Y la felicidad es, a su vez, el fundamento del equilibrio emocional y de la vida moral. La felicidad que puede brindar un familia a un niño no es la de la sociedad de consumo; no hay dinero ni tarjeta de crédito que la compre.

Es la que ofrece la presencia amorosa. Los hijos no necesitan padres triunfadores, sino padres que los quieran.

La sociedad es hostil para ellos. En los últimos 15 años, el suicidio adolescente se duplicó y es la segunda causa de muerte por razones violentas en jóvenes en la Argentina, En muchos casos, esa trágica decisión obedece a patologías no detectadas; en la mayoría, es la respuesta desesperada a problemas que para el menor aparecen agobiantes y sin salida. La confianza con los padres puede, en algunos casos, marcar la diferencia.

Es que a los hijos les toca vivir en un mundo diferente al que conocieron sus mayores. Las redes sociales constituyen su canal de comunicación y expresión. El 95% de los adolescentes abrió un perfil en Facebook, Twitter e Instagram y se comunica por WhatsApp. En ese espacio abierto como nunca antes, pero al que el chico ingresa fuera del control paterno, lo acosan la pornogafía, la violencia y la discriminación.

Pero también están al acecho los abusadores camuflados. Aunque la mayoría de los menores comenta sus problemas en las redes con los amigos, cuando la situación es límite, recurren a sus padres. Es en ese momento cuando los adultos deben poner toda su sensibilidad y su experiencia al servicio de los niños.

El Día del Niño es, en realidad, cada día, porque el rol de los padres no admite vacaciones ni relevos. Ser padre es, básicamente, transmitir seguridad y brindar amor. Ese, en definitiva, es el balance más importante de nuestras vidas.

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