Antes, durante y después de finalizadas las celebraciones, los servidores y los devotos de la Virgen de la Peña, junto con los integrantes de las diferentes instituciones de Tartagal dejaron en claro que una buena organización en un evento que convoca a miles de personas puede dar excelentes resultados y es el determinante para que el balance sea siempre positivo.
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Antes, durante y después de finalizadas las celebraciones, los servidores y los devotos de la Virgen de la Peña, junto con los integrantes de las diferentes instituciones de Tartagal dejaron en claro que una buena organización en un evento que convoca a miles de personas puede dar excelentes resultados y es el determinante para que el balance sea siempre positivo.
Los fieles de la Virgen de la Peña, en una jornada más bien fresca, se dieron cita en el paraje Yariguarenda para honrar a la patrona del norte salteño.
Todo comenzó a las 6, cuando los peregrinos partieron desde Tartagal, y llegaron al santuario luego de transitar casi 3 horas al costado de la ruta nacional 34.
En ese punto la seguridad en el tránsito para los peregrinos fue la nota más importante y en la que más se puso atención.
Policías, gendarmes, agentes municipales, personal del regimiento 28 de infantería y los propios servidores del santuario asistieron en la seguridad a los miles de fieles de la Virgen.
Era tal la cantidad de gente que una hilera ininterrumpida de fieles subió y descendió la Peña Santa (un cerro de unos 900 metros de altura) durante prácticamente todo el día como parte del tradicional ritual en honor a María de la Peña.
Personal del Rimte 28 Juana Azurduy fue el encargado de preparar y distribuir mate cocido y pan dulce a los asistentes, mientras los agentes municipales de Tránsito se ocupaban de ordenar las decenas de vehículos de todo porte que ingresaron al paraje.
Los chicos del colegio Santa Catalina de Bolonia trasladaban desde el ingreso al santuario hasta el templo a personas adultas o imposibilitadas de moverse por sus propios medios, a bordo de varios cuatriciclos acondicionados para tal fin.
Alrededor de 300 alumnos de este colegio religioso, al que también su sumaron estudiantes del Colegio San Francisco, fueron los encargados de limpiar todo el predio circundante al santuario -emplazado en una reserva natural- al pie de los cerros.