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La triste vida del niño wichi que pasa los días en una jaula

Entretelones de una historia que mezcla la miseria de las comunidades con intereses proselitistas.Por orden judicial el avión sanitario debía trasladar al chico a Salta, pero sus padres se negaban.
Sabado, 05 de agosto de 2017 00:00

Desde Santa Victoria Este se sintió ayer el estruendo de la historia de Álvaro Dante Gaby, un chico wichi de 14 años que pasa sus días en una jaula desde hace al menos cuatro años, porque "tiene mal la cabeza, se escapa y tenemos miedo de que se vaya y no vuelva", dijo Adolfo Gaby, su papá.

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Desde Santa Victoria Este se sintió ayer el estruendo de la historia de Álvaro Dante Gaby, un chico wichi de 14 años que pasa sus días en una jaula desde hace al menos cuatro años, porque "tiene mal la cabeza, se escapa y tenemos miedo de que se vaya y no vuelva", dijo Adolfo Gaby, su papá.

Fue una cachetada para todos, pero sobre todo fue una patada en el estómago de la campaña proselitista en curso, ya que pone en evidencia el corto alcance de las promesas; la desmemoriada ruta de los discursos; la inexistencia de la lucha real contra la pobreza en la escala de prioridades políticas, y las tretas que montan entre opositores, usando como teloneros de un espectáculo siniestro a los miembros de las comunidades aborígenes.

Antes de desovillar el relato de la treta que hay detrás de este caso, contaremos que el gobernador Juan Manuel Urtubey instruyó a la ministra de Derechos Humanos y Justicia, Pamela Calletti, que solicite la inmediata intervención del Fiscal y de la Asesoría de Menores e Incapaces por el caso del chico de 14 años en situación de vulnerabilidad. Más tarde, El Tribuno pudo saber que intervino la jueza de Violencia Familiar y de Género de Tartagal, Elba Susana Menéndez, quien ordenó el traslado inmediato del adolescente a un centro de salud. Cumpliendo tal orden, el Ministerio de Salud dispuso el avión sanitario para buscar a Álvaro Gaby y llevarlo al Hospital Materno Infantil de la capital, pero hasta última hora de ayer los padres se negaban a autorizar este movimiento.

Y ahora el hilo de esta historia teñida de algunos tonos pardos: conocedor de los rincones de la pobrísima Santa Victoria Este, donde las comunidades wichis y criollas mastican su miseria de todas las horas sin trabajo, sin comida y sin oportunidades, el periodista Brian Salazar sacó a relucir el caso de esta familia de Alto La Sierra que no tiene una vivienda convencional donde disponer de un cuarto para Álvaro. Unas paredes de adobe y unas cañas con plástico encima, como techo, configuran la casa de esta familia, que se justifica de haber construido una jaula de madera para que el chico, que muestra problemas neurológicos, no habla y no controla esfínteres, no se vaya y se pierda.

"El tiene problemas en la cabeza, tiene pelotitas. Cuando nació lo han derivado a Salta, lo han operado, después lo han traído hasta Tartagal y me han avisado que ya estaba operadito de la cabeza. Yo lo retiré y parecía normal, pero a los tres años apareció su problema y así estuvo siempre, mal de la cabeza. Entonces, desde hace tiempo lo tenemos que tener en la jaula de día para que no se escape", dijo Adolfo Gaby, y prosiguió: "Por la noche duerme tranquilo con nosotros, pero ya cerca del mediodía tenemos que volverlo a encerrar para poder salir a hacer las cosas, no queremos que se escape. El es un changuito muy bueno, no es peligroso, pero se va y no vuelve".

Historias como la de Álvaro quitan el aliento y llenan el aire de preguntas. ¿Nadie lo registró nunca? ¿Sabían de su existencia en la Municipalidad que dirige Moisés Balderrama, o en los ministerios del Gobierno provincial? ¿Los agentes sanitarios no pasaron por su casa, no le dieron leche ni vacunas? Cuesta creer que durante cuatro años nadie revelara la existencia de un niño que pasa sus días, desde hace al menos cuatro años, dentro de una jaula.

La historia triste de este adolescente parece haberse metido entre nosotros para rompernos el corazón, como un artero plan de campaña política.

Mientras en el Gobierno algunos funcionarios se empeñan en negar que sabían de la situación de Álvaro Dante, su pensión por discapacidad y su historia clínica en Hospital Público Materno Infantil de Salta delatan su existencia y su problemática neurológica, secuela de una meningitis que tuvo cuando era un bebé.

Pudimos saber, además, que recibió todas las vacunas del calendario, la leche, los alimentos y otros beneficios a los que tiene acceso un niño con carnet de discapacidad.

Probablemente la Justicia le caiga con el peso de la ley a sus padres que aún en su ignorancia y su pobreza, debieron brindarle mejores condiciones que una jaula a su hijo.

Explosivas declaraciones

Edith Cruz dijo que el padre del chico, Adolfo Gaby, es agente sanitario. 

Adolfo Gaby contó que “ha venido una vez la Edith, del Gobierno de Salta, y dijo que teníamos que llevarlo a la ciudad, pero nosotros no pode mos”.

La Edith del relato de Adolfo Gaby es la subsecretaria de Emergencia Social del Ministerio de Asuntos Indígenas, Edith Cruz, quien dejó hace un mes sus funciones en esa área para ser precandidata en las próximas PASO. Al ser consultada sobre este caso, notablemente conmovida, hizo explosivas declaraciones a El Tribuno: “Conozco a las familias, he convivido con ellos. Adolfo Gaby es agente sanitario desde hace muchos años, el tiene un sueldo, tiene obra social IPSS, su hijo tiene pensión por discapacidad que nosotros gestionamos desde el Ministerio, al igual que los documentos de toda la familia. El chico no estaría vivo sin tratamiento, sin las vacunas y sin los alimentos a los que siempre tuvo acceso”. 

Indignada, agregó: “Cuando iniciamos el censo social nos informaron que al chico lo ponían en una jaula. Personalmente fui a ver y no había jaula y el chico no estaba en ese estado. Incluso le adverti al padre que lo denunciaría si encontraba evidencia de que lo encerraba y siempre me lo negó. El año pasado fuimos a la zona con asistencia, no lo llevó al control, me llevó a su hija Daniela con un problema de salud, le pregunté por el chico y me dijo que estaba bien”.

“Hace poco Adolfo me llamó y me dijo que estaba asustado porque Brian Salazar le había pedido que hiciera esta nota y tenía miedo de que le quiten el chico. Salazar es un periodista que está peleado con el Gobierno y tiene intereses políticos, por eso saca a relucir de este modo ruin un caso que él conocía muy bien, y sabe que le brindamos asistencia siem pre”. 

 

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