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"La grieta existe en nuestro corazón y desde el corazón se construye la paz"

Monseñor Mario Cargnello también instó a los fieles a “a trabajar y cuidar el trabajo”, durante su homilía en la fiesta a San Cayetano. Participaron de la procesión y misa alrededor de 10 mil devotos.
Lunes, 07 de agosto de 2017 00:00

"Se ha puesto de moda hablar de la grieta. La grieta existe en nuestro corazón, no afuera. Después se traduce en palabras, insultos y gestos pero primero el origen de la grieta está en el corazón", señaló ayer el arzobispo de Salta, Mario Antonio Cargnello, ante una multitud de fieles católicos que se congregó en plaza España para rendir honores a San Cayetano, el santo del pan y el trabajo.

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"Se ha puesto de moda hablar de la grieta. La grieta existe en nuestro corazón, no afuera. Después se traduce en palabras, insultos y gestos pero primero el origen de la grieta está en el corazón", señaló ayer el arzobispo de Salta, Mario Antonio Cargnello, ante una multitud de fieles católicos que se congregó en plaza España para rendir honores a San Cayetano, el santo del pan y el trabajo.

En otro momento de su homilía, monseñor completó: "Decía que la grieta nace en el corazón y desde el corazón se construye la paz, que el Señor nos dé su paz".

Antes, Cargnello reflexionó: "Seguir a Jesús como Señor de mi vida y de mi historia supone tomarlo en serio, no es solamente venir y cumplir una promesa, que está bien, pero nos quedamos en la mitad del camino. A partir de las enseñanzas de Jesús en el Evangelio tengo que ir transformando poco a poco mi vida".

El proyecto de vida, Cargnello lo resumió delante de San Cayetano en tres palabras: trabajo, pan y paz. Sobre el trabajo dijo que es el camino que le permite a una persona realizarse y recordó una expresión dicha hace unos meses por el papa Francisco: "El trabajo es un acto de amor, de amor a la humanidad, amor de ciudadano. Por eso el trabajo tiene que ser bien hecho, todos tenemos que ayudarnos unos a otros a cuidar nuestro trabajo y a trabajar, a no jugar con el trabajo", sea este manual o intelectual.

El arzobispo pidió a grandes y chicos que valores el pan, como algo sagrado, y que en el momento de comer juntos ir construyendo familia, fraternidad. Desde ahí construyendo también la unidad de la Patria.

En otra parte del sermón, Mario Cargnello expresó: "La paz se construye cada día con el trabajo y el pan, con el esfuerzo de ser mejores y darle a la Patria lo mejor de nosotros mismos, y también por la construcción diaria de la familia, del perdón".

La devoción se reflejó una vez más en los miles de rostros de mujeres y hombres de todas las edades que caminaron en procesión por las calles de la zona centro oeste salteña, paseando en andas al Santo de la Providencia. El trabajo, la salud de la familia, que no falte el pan de cada día y la paz en el mundo fueron el común de las súplicas. Además de la fe, el tiempo cálido ayudó a que la fiesta religiosa fuera una vez más multitudinaria. Policías que trabajaban en el operativo de seguridad estimaron que hubo alrededor de 10 mil personas en plaza España e inmediaciones.

Manos tomando con fuerza pequeñas imágenes de San Cayetano, misachicos que llegaban desde los barrios de la ciudad, cuadros de todos los tamaños, banderines y estandartes. La procesión partió a las 16 del templete a San Cayetano y recorrió las calles Luis Gemes, Perón, Entre Ríos, Siria, Leguizamón, Coronel Suárez y concluyó con una misa en el predio de plaza España. El espacio estaba colmado.

Griselda Rojas tiene 45 años y llegó al lugar caminando con sus hijos adolescentes Nicolás y Facundo, desde el barrio Jesús María. "Vengo a pedir por salud y trabajo para toda la familia. La situación está delicada, cada vez peor", contó la mujer que desde hace cuatro años lucha contra un cáncer de mama. "Ahora me están haciendo quimioterapia porque el cáncer está avanzando, pero voy a tratar de seguir luchando y me pongo en las manos del Señor, la única forma de salir adelante", agregó Griselda.

Con 73 años y en silla de ruedas, Rafaela Aguirre estaba allí. Esperando poder saludar con su pañuelo blanco la imagen de San Cayetano. Adelina Collar la ayudaba. Vive en Villa Cristina y con algunas dificultades para hablar y escuchar contó que en su casa tiene un cuadro enorme del santo y que fue a pedir por los carreros, para que puedan trabajar y por la paz en el mundo.

 

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