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Violento y extraño robo a una maestra jubilada

Dos hombres entraron a su casa, en Villa Las Rosas, y la golpearon.
Domingo, 10 de septiembre de 2017 00:00

"Uno decía "hay que matarla, hay que matarla'. En ese momento se me vino a la mente la imagen de mis hijos que vienen al mediodía, y pensé que me iban a encontrar seguramente muerta". Dolor, temor y la certeza de la violación del espacio privado se mezclaban ayer en el llanto y el relato de Hilda Carrizo, una maestra jubilada de 68 años que, a primera hora de la mañana, sufrió un violento asalto en su casa de Villa Las Rosas.

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"Uno decía "hay que matarla, hay que matarla'. En ese momento se me vino a la mente la imagen de mis hijos que vienen al mediodía, y pensé que me iban a encontrar seguramente muerta". Dolor, temor y la certeza de la violación del espacio privado se mezclaban ayer en el llanto y el relato de Hilda Carrizo, una maestra jubilada de 68 años que, a primera hora de la mañana, sufrió un violento asalto en su casa de Villa Las Rosas.

La intervención de dos muchachos vecinos, que escucharon sus gritos, y la rápida llegada de los policías del 911, evitaron que la mujer siguiera siendo golpeada por los asaltantes.

Un hombre de 49 años con residencia en Villa María Ester, otro de 29 que vive en Atocha y un tercero de 34 años -con domicilio en el barrio 23 de Agosto- fueron detenidos por este episodio.

Los tres se movilizaban en un automóvil que también fue secuestrado, ya que estaba estacionado al frente de la casa de la víctima.

Según la Policía, ninguno de los detenidos tiene antecedentes penales.

El ataque

El violento y extraño robo comenzó alrededor de las 8, cuando Hilda regresó de la casa de uno de sus hijos, donde había pasado la noche.

"Entré a la casa de mi madre -ella falleció- para sacar los perritos, y luego me fui al fondo donde tengo mi departamento. Cuando entré a mi casita, vi que faltaba una radio que usaba todos los días. En ese mismo momento, sin entrar al departamento, llamé a la policía y pedí que por favor me mandara una patrulla porque había notado la falta de algo en la casa", relató la señora que, aún sobresaltada por lo vivido, permaneció sentada varias horas frente a la vereda, mientras los policías levantaban pruebas.

Para abrir la puerta a los policías, Hilda regresó desde el fondo donde está su departamento hacia el ingreso del inmueble. Caminó por un pasillo donde estaba estacionada una moto de un sobrino suyo.

"No llegué al portón y detrás de la moto salió un sujeto que inmediatamente me tapó la boca y me comenzó a apretar. Había otro también. Uno me pegaba en el estómago, mientras el otro me apretaba a fin de asfixiarme. Yo luchaba y les decía "por favor hijo, cómo van a hacer una cosa así, por la madre de ustedes no lo hagan'". Al recordar, a Hilda se le cerró la garganta.

"Uno decía "hay que matarla, hay que matarla'. En ese momento se me vino a la mente la imagen de mis hijos que vienen al mediodía; ellos seguramente me iban a encontrar muerta", añadió.

Los dos asaltantes la tiraron al piso. Uno de ellos se subió sobre ella "y me decía "tranquila, tranquila', mientras me arrastraba por el pasillo hacia mi departamento; pensé que ese era mi final", añadió.

En un momento, contó la maestra jubilada, pudo tomar aire y gritó pidiendo ayuda.

Los vecinos la escucharon y dos muchachos saltaron la tapia. Entonces comenzaron a pelear con un asaltante mientras el otro intentaba huir.

En ese instante llegó la Policía y en un rápido accionar doblegaron a ambos hombres.

En la calle, los efectivos también detuvieron a un tercer cómplice que estaba en un auto en el que, estiman, los tres habrían planeado escaparse.

 

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