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15 de Mayo,  Salta, Centro, Argentina
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La desocupación, nada angelical

Lunes, 11 de septiembre de 2017 00:00

La Ley de Emergencia Social entró en un consenso. El Ministerio de Bienestar Social de la Nación pagará el aguinaldo a cerca de 500 mil personas inscriptas en programas de empleo social, presentará un proyecto sobre seguridad y emergencia alimentaria y abrirá el ingreso al monotributo social de 200 mil trabajadores de la economía popular.

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La Ley de Emergencia Social entró en un consenso. El Ministerio de Bienestar Social de la Nación pagará el aguinaldo a cerca de 500 mil personas inscriptas en programas de empleo social, presentará un proyecto sobre seguridad y emergencia alimentaria y abrirá el ingreso al monotributo social de 200 mil trabajadores de la economía popular.

La ley tiene fundamentos para mejorar determinados problemas. "Creemos -sostuvo el Gobierno- que la pobreza y la informalidad no se pueden abolir por ley, sino sólo a través del trabajo paciente de 1) mejorarles los ingresos a las familias; 2) dar una mejor calidad de vida y 3) ofrecerles una oportunidad de romper el círculo vicioso de la pobreza".

La Ley de la Economía Social desarrolla las organizaciones de productores, consumidores, trabajadores, cooperativas y otras parecidas, que operan por medio de la participación democrática en las decisiones, autonomía de la gestión y la primacía del ser humano sobre el capital. Los parámetros de la economía social están siendo implantados como coexistentes a la economía de mercado. El Estado destinó presupuesto, esta vez, para atacar el desempleo, fomentar el ahorro, la acumulación de capital y la inversión, compatibles y necesarios de los sectores que producen, pero sin buscar el lucro. Parece angelical, pero la economía social impacta positivamente en la generación del PBI. Las universidades argentinas se han subido a la ola contributiva de este segmento de la economía y ofrecen carreras afines a la cuestión social. En el país, la racionalidad del avance científico de la economía ya está al servicio de los emprendimientos socioeconómicos de los sectores populares y organizaciones de apoyo como respuesta social a los problemas de pobreza, precariedad laboral y exclusión social entre otros.

La Ley de Emergencia Social deberá ahora ingresar en la agenda pública argentina, sostener financieramente recursos humanos a favor de una estrategia de integración social y desarrollo socioeconómico, asentarse en los territorios y comunidades locales. La norma beneficia a personas concretas de cooperativas, mutuales, asociaciones, fundaciones y otras organizaciones de la economía solidaria y a los integrantes de organizaciones y movimientos sociales, culturales y políticos que impulsan o apoyen iniciativas de la socioeconomía.

En todo este impulso legal ronda la cuestión del desempleo. El cuentapropismo, a veces disfraz de la desocupación, representa 19,6%, según el Indec.

El que depende de su ingreso construye una subjetividad atada a los vaivenes de la economía, caída ésta, esa parte del sujeto puede disolverse. Aquel que no puede producir en una economía, cuyo mandato es la superproducción, se torna un sujeto sin identidad y deseo. El que busca un empleo desea darle una marca a su subjetividad y también cierta identidad. El infortunio del desempleo impide una solidaridad social activa del sujeto, lo muestra sin un control de su yo y lo reduce a un cuerpo sin recursos. Los que creen que esto es pura especulación, pueden consultar los hallazgos de la cátedra de Clínica Psicológica y Psicoterapias de la Facultad de Psicología de la UBA que, junto a un equipo de 50 docentes y alumnos, estudia los ciclos económicos argentinos y los estragos de la desocupación en la subjetividad. Nada angelical.

 

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