Andrés Zottos, Sergio Leavy y Martín Grande tienen posibilidades serias de llegar a la Cámara de Diputados, un universo político donde cuesta trabajo destacarse pero que es decisivo para las grandes decisiones. Por el Congreso pasan cuestiones clave, aunque a veces no parezca.
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Andrés Zottos, Sergio Leavy y Martín Grande tienen posibilidades serias de llegar a la Cámara de Diputados, un universo político donde cuesta trabajo destacarse pero que es decisivo para las grandes decisiones. Por el Congreso pasan cuestiones clave, aunque a veces no parezca.
Si la inseguridad, el empleo y la decadencia educativa son las que tienen mayor impacto, la raíz de los problemas sociales tiene que ver con la cuestión fiscal.
Leavy desafió ayer a Zottos a que diga si va a votar a favor del ajuste. Coincidentemente, el ministro Nicolás Dujovne presentó ayer el proyecto de ley de responsabilidad fiscal para llegar a un consenso con las provincias. Todos se comprometerían a mantener constante el gasto corriente; a no aumentar la relación de cargos respecto de la población; la creación de fondos anticíclicos fiscales constituidos por cada jurisdicción con los recursos excedentes en años en los que la balanza fiscal arroje superávit; restringir el incremento del gasto durante los últimos seis meses de gestión de cada gobierno y no aumentar la presión impositiva.
La brasa caliente
Ese es un debate que deberían encarar los siete candidatos aún en carrera -a los tres nombrados deben agregarse Pablo López (PO), Carlos Zapata (Salta somos todos), Edmundo Falú (Frente Popular para la Liberación) y Cecilia Gómez (MST).
Pero no debería ser un debate emocional, condicionado por las connotaciones negativas de la palabra "ajuste".
Tal como ocurre con la economía doméstica, el derecho de la gente a tener acceso a los bienes de consumo tiene el correlato de las condiciones objetivas de producción de esos bienes y a la capacidad de la economía para generar salarios adecuados. A todos les gustan los regalos pero los reyes magos no existen.
¿Podrán los candidatos sentarse a dar ese debate con seriedad? Es el gran desafío. Después de haber probado la fórmula de la convertibilidad en los 90 y la alquimia populista de "vivir con lo nuestro" en la década ganada, está claro que resolver los problemas económicos no consiste en "soplar y hacer botellas". A lo largo de cuatro décadas se vienen repitiendo ciertos problemas en forma recurrente: la inflación, el déficit fiscal, la inestabilidad en la balanza comercial, la deuda, la presión tributaria y el deterioro laboral.
Sobran las recetas y abundan los diagnósticos; la mayoría observa a los analistas económicos como si fueran brujos, que hablan con autoridad pero a quienes no se les entiende nada. Los siete candidatos deberían aceptar el desafío de hablar claro, porque son cosas importantes.
Los interrogantes
El ajuste, ¿qué es?, ¿es evitable?, ¿a quién afecta?
Las tarifas de energía, ya se sabe, van a subir más que la inflación: ¿es posible seguir subsidiando tarifas sin caer en el cepo cambiario, la emisión sin límites o un endeudamiento del que después el Congreso va a renegar?
Nombrar empleados en el estado (nacional, provincial y municipal) sin necesidad y sin capacitación, ¿es una forma genuina de combatir el desempleo?
¿Hasta cuándo es sostenible un nivel de gasto público que obliga a una exorbitante presión tributaria? ¿Por cuánto tiempo puede sobrevivir un país sin inversión? ¿Cuál es el beneficio de mantener servicios públicos de salud y educación que llevan a una privatización de hecho?.
Son las preguntas básicas de la economía. Las respuestas dependen del proyecto político. Los siete candidatos tienen el deber de responderlas.
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