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Trump agranda la grieta, según la prensa estadounidense

Este fin de semana, en el transcurso de apenas 17 horas, el presidente Donald Trump embistió contra John McCain, Chuck Schumper, Stephen Curry, la Liga Nacional de Fútbol Americano, Roger Goodell, Irán y Kim Jong-un, el "hombre del cohetito". 
Martes, 26 de septiembre de 2017 11:28

El domingo, a modo de protesta, los jugadores de fútbol se arrodillaron durante el himno nacional, pero cualquier fantasía de que bajo la disciplina de un nuevo jefe de gabinete Trump moderaría su discurso resultó infundada.
Nunca en los tiempos modernos el Salón Oval ha tenido un ocupante que parezca rechazar tan profundamente la noción de que la responsabilidad del presidente es unir al país. Pendenciero hasta el cansancio, Trump se ha erigido en el apóstol de la ira norteamericana, un verdadero diácono de la división, según publicó La Nación en un artículo.
El viernes, en Huntsville, Alabama, Trump denunció la supuesta actitud antipatriótica de las estrellas del deporte por negarse a ponerse de pie durante el himno en protesta contra la injusticia racial.
En su breve carrera como candidato a presidente y luego presidente, Trump se ha metido prácticamente con todas las grandes instituciones de la vida norteamericana: el Congreso, los demócratas, los republicanos, los medios de comunicación, el Departamento de Justicia, Hollywood, los militares, la OTAN, los organismos de inteligencia, el elenco de Hamilton, el elenco de Saturday Night Live, el Papa y, ahora, con los deportistas.
"El credo de Trump parece ser: «Qué pena, tanta gente para atacar y yo sin tiempo»", dice Peter Wehner, ex asesor de estrategia del presidente George W. Bush y actual miembro del Centro de Ética y Políticas Públicas. Garry Wills, historiador que ha estudiado a otros presidentes, dice: "No hay otro que dispare semejante balacera de insultos personales de manera omnidireccional". La excepción parece ser el presidente ruso, Vladimir Putin, y los supremacistas blancos de Charlottesville, Virginia.

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El domingo, a modo de protesta, los jugadores de fútbol se arrodillaron durante el himno nacional, pero cualquier fantasía de que bajo la disciplina de un nuevo jefe de gabinete Trump moderaría su discurso resultó infundada.
Nunca en los tiempos modernos el Salón Oval ha tenido un ocupante que parezca rechazar tan profundamente la noción de que la responsabilidad del presidente es unir al país. Pendenciero hasta el cansancio, Trump se ha erigido en el apóstol de la ira norteamericana, un verdadero diácono de la división, según publicó La Nación en un artículo.
El viernes, en Huntsville, Alabama, Trump denunció la supuesta actitud antipatriótica de las estrellas del deporte por negarse a ponerse de pie durante el himno en protesta contra la injusticia racial.
En su breve carrera como candidato a presidente y luego presidente, Trump se ha metido prácticamente con todas las grandes instituciones de la vida norteamericana: el Congreso, los demócratas, los republicanos, los medios de comunicación, el Departamento de Justicia, Hollywood, los militares, la OTAN, los organismos de inteligencia, el elenco de Hamilton, el elenco de Saturday Night Live, el Papa y, ahora, con los deportistas.
"El credo de Trump parece ser: «Qué pena, tanta gente para atacar y yo sin tiempo»", dice Peter Wehner, ex asesor de estrategia del presidente George W. Bush y actual miembro del Centro de Ética y Políticas Públicas. Garry Wills, historiador que ha estudiado a otros presidentes, dice: "No hay otro que dispare semejante balacera de insultos personales de manera omnidireccional". La excepción parece ser el presidente ruso, Vladimir Putin, y los supremacistas blancos de Charlottesville, Virginia.

La otra visión

Para sus seguidores, el enfoque de Trump no necesariamente es polarizador, sino más bien motivador. En ese mundo de "nosotros y ellos", Trump le habla a una parte del país que durante mucho tiempo se sintió silenciada por aquellos que parecen tenerlo todo. Esos ataques resultan divisivos para quienes no integran ese "nosotros" -y el "nosotros" de Trump es mucho más chico que el de la mayoría de los presidentes-, pero no para quienes están incluidos, dice Nicole Hemmer, experta en conservadurismo y movimientos sociales del Centro Miller de la Universidad de Virginia. "Lo que hay de fondo es una política más amplia del resentimiento -agrega Hemmer-. La demanda de una base electoral que quiere que Trump sea duro y combativo no es un fenómeno exclusivo de esta presidencia, aunque nunca fue tan abierta e insistente." Richard Nixon apeló a la "mayoría silenciosa" y Bill Clinton condenó a una estrella afronorteamericana para buscar el voto de los blancos desilusionados que se habían alejado del Partido Demócrata.
Sin embargo, Wehner dice que Trump parece "extraer una especie de energía psíquica" del conflicto. "Nunca habíamos visto un presidente que disfrutara tanto generando animosidad y odio entre los norteamericanos."
Las arengas divisivas, aunque son cada vez más frecuentes durante las campañas, han sido poco frecuentes en la Casa Blanca en tiempos modernos. Pero Reagan, Clinton, Bush padre e hijo y Obama, en su momento, cada uno apeló a la división en el transcurso de sus campañas y sus presidencias.
Y en ese sentido Trump tal vez sea un presidente más a tono con sus tiempos que sus predecesores. Es un presidente divisivo en una era de división. "Ya tuvimos presidentes que explotaron las divisiones raciales de nuestro país como estrategia política", dice Ellen Fitzpatrick, profesora de Historia de la Universidad de New Hampshire. "Sabemos que Nixon tenía su lista de enemigos. Pero el fogoneo de ese sentimiento en actos masivos de campaña y con el lenguaje burdo que usó Trump en Huntsville es algo sin precedente del que tenga conocimiento."
H. W. Brands, biógrafo de Reagan en la Universidad de Texas en Austin, asegura que algunos presidentes fueron divisivos de manera táctica. Andrew Jackson fustigaba a las clases pudientes, mientras que Theodore Roosevelt vilipendiaba a los "malhechores de grandes riquezas". Franklin Roosevelt culpó del colapso de la Bolsa a los "cambistas de dinero" y aseguró estar orgulloso de que lo odiaran.
"Pero el divisionismo de Trump parece de otra clase, más impulsivo, como si el único objetivo fuera buscar roña -dice Brands-. Resulta lógico viniendo de alguien que siempre quiso captar la atención de los medios. No parece haber un propósito ulterior. Francamente, no veo que espera obtener metiéndose con la Liga Nacional de Fútbol."

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