La compra de tres nuevos camiones compactadores y una retroexcavadora que a los contribuyentes de Tartagal les costaron unos 10 millones de pesos y que se volcará a brindar el servicio de recolección de residuos y mantener la ciudad más limpia es una buena noticia y una gran inversión.
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La compra de tres nuevos camiones compactadores y una retroexcavadora que a los contribuyentes de Tartagal les costaron unos 10 millones de pesos y que se volcará a brindar el servicio de recolección de residuos y mantener la ciudad más limpia es una buena noticia y una gran inversión.
Pero la compra solo constituye un eslabón en el medio de una cadena que comienza cuando esos mismos vecinos sacan la basura de sus viviendas, edificios o locales comerciales para que toneladas de residuos terminen en el basural municipal, a cielo abierto, sin ningún tipo de tratamiento y provocando cada día más y más contaminación.
"La tecnología de estos vehículos facilita que el servicio de recolección y disposición final de residuos se haga con más celeridad y se ahorre no solo en tiempo sino en combustible y en personal. Pero la realidad es que esos panes de basura que quedan compactados se arrojan en el basural a cielo abierto", explicó Pablo Carrizo, asesor legal del municipio a cargo de la elaboración de los pliegos para la compra de estos móviles, a los que se sumarán en los próximos meses más camiones para brindar servicios en el ejido municipal.
Cambio de actitud, educación, responsabilidad por parte de quienes manejan las cuestiones que son públicas -comunes a todos- se necesitan para que esa realidad que lleva décadas cambie, aunque sea de a poco, no solo en Tartagal sino también en las localidades vecinas que, como General Mosconi por ejemplo, "la hace corta" tirando toneladas de basura a la vera de la ruta nacional 34.
Determinar el problema
Dentro del cuerpo de concejales quien va por su segundo mandato es Rolando Álvarez, un exempleado jerárquico de una petrolera que años atrás encaró un proyecto de saneamiento del basural de la localidad de Aguaray, como una prueba piloto, cuando en la zona se comprobó la reaparición del mosquito Aedes aegipty, vector del dengue, la fiebre Zica y el chikungunya.
El trabajo duró un par de semanas, se utilizó maquinaria pesada, gran cantidad de operarios que limpiaron el predio, se hizo un gran relleno sanitario -cuidando que los lixiviados no contaminen las napas freáticas-, incendios controlados y se acondicionó el lugar; pero dos semanas más tarde el basural volvió a ser el mismo de siempre porque los camiones municipales volvieron a colmatarlo.
Años más tarde fue la Municipalidad de Tartagal la que encaró un proyecto de saneamiento del basural con la intención de unificarlo con el de General Mosconi para lo que se dispusieron de 16 hectáreas donde, con fondos nacionales, se proyectó la construcción de una planta de reciclado de residuos urbanos.
Pero como lo recuerda el mismo edil Álvarez, "a pesar de que la comuna firmó un convenio con el Gobierno de la Nación para la ejecución de la obra, con el cambio a nivel nacional todo quedó en la nada".
"Pero en el año 2007, cuando muchos sectores políticos y no políticos estaban abocados a destituir al intendente Sergio Leavy, llegaron técnicos y directivos de la empresa francesa Bionersis que levantaron 370 plantas en diferentes países, con la intención de invertir en un proyecto que abarcaba el reciclado de residuos domiciliarios de todo el departamento San Martín y la recuperación de los orgánicos para convertirlos en gas. Lamentablemente los concejales de entonces no los atendieron porque estaban enfrascados en ese tema político", dijo.