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18 de Mayo,  Salta, Centro, Argentina
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Cobardes, pero puestos a elegir

Viernes, 23 de noviembre de 2018 00:00

Los argentinos alguna vez quedamos petrificados ante una crisis, otras veces sentimos indignación y otras desesperanza, pero nunca como en esta oportunidad sentimos angustia y desamparo.

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Los argentinos alguna vez quedamos petrificados ante una crisis, otras veces sentimos indignación y otras desesperanza, pero nunca como en esta oportunidad sentimos angustia y desamparo.

Nos sentimos vulnerables e impotentes.

Sentimos miedo.

En la psicología suele distinguirse el miedo real, que se construye a partir de componentes reales, y el miedo irreal, que tiene su origen en un pensamiento imaginario, distorsionado y catastrofista.

¿Es real o irreal el miedo de los argentinos? Veamos primero lo que denominaré "las 3 verdades" que derivaron en esta crisis.

En off side. La primera verdad es que Argentina no cumple los parámetros que deben respetarse para mantenerse en el mundo. Nos merecemos este caos. No somos víctimas sino victimarios. El FMI no vino a quedarse con lo nuestro, sencillamente porque no somos ni tenemos "nada". Sin ayuda externa hace un buen tiempo seríamos un "estado inviable".

Las crisis económicas son la interrupción del proceso normal de funcionamiento de la economía. ¿Existía en Argentina un proceso económico "normal"? Sin dudas no: 6 millones de jubilados y pensionados, 4 millones de subsidiados, 5 millones de empleados públicos, subsidios indirectos a sectores determinados (energía, transporte, etc), se llevan desde hace 15 años mas de medio presupuesto. En 2019 nos costarán 2 billones de pesos. ¿Le parece una barbaridad? Pues tenga en cuenta que parte de esos 2 billones son para Ud. Todos somos subsidiados. No somos ricos. La segunda verdad es que no somos tan ricos como nos hicieron creer. Si fuésemos ricos no seríamos uno de los países con mayor porcentaje de pobres. Compran nuestros granos porque somos de los pocos países que los venden en vez de industrializarlos. Otros países tienen más granos que Argentina, pero tienen gente con ganas de trabajar y crear fábricas de alimentos, empresas de servicios, distribuidoras, comercios, franquicias... empleos, empleos, empleos. ¿Tenemos agua dulce? La justa y necesaria para sobrevivir. ¿Tenemos petróleo? Poco y nada. ¿Tenemos gas? Poco y nada. ¿Tenemos alimentos? No tantos como creemos y podemos.. Tenemos las tierras que los producen, pero la tierra no se come. Tenemos bajo nivel de educación en nuestros jóvenes, una deteriorada infraestructura en salud y un fuerte atraso tecnológico. No somos ricos. Vivimos de las retenciones al agro, del impuesto a las ganancias que les robamos a empresarios y trabajadores, del IVA más alto del mundo (cuyo pago se traduce en menos empleo y menos consumo).

Voluntad de trabajar. Una tercera verdad deriva de las otras dos. Si los únicos culpables de este caos son los 40 millones de argentinos y no somos tan "ricos" como nos "mintieron", la única forma de salir adelante es trabajando.

Algo complicado de entender para los argentinos, por 2 razones:

1. Se trata de una Nación que trabajó desde 1880 hasta 1930 y luego se recostó paulatinamente en las faldas de Evita, las botas de Perón y en el patoterismo sindical (matones que amenazan a cualquier empresario que se atreva a pedirle a sus "protegidos" que trabajen).

2. No tenemos la cultura del sacrificio como modo de superar la adversidad. Esa que si tuvieron los inmigrantes de fines del siglo XIX y principios del XX.

Frente a la impotencia de "querer y no saber", reaccionamos pidiendo subsidios. No queremos libertad porque no sabemos como usarla. Preferimos subsidios, esclavitud y seguir encadenados a la mediocridad a cambio de una ración diaria de pan y agua. 70 años de protección sindical y subsidios económicos adormecieron nuestros músculos y apagaron nuestras mentes. Somos "entes" sin iniciativas ni espíritu guerrero.

Los argentinos que hicieron grande este país murieron cuando llegó el populismo. ¿Qué pasará en el futuro? Macri apuesta a los argentinos pujantes de hace un siglo, por eso abrió nuestras cadenas e impulsa un país industrializado. La industria y el trabajo es su modelo de desarrollo y progreso. En la vereda de enfrente, cientos de políticos populistas, "vendedores de ilusiones", ofrecen tentadoras raciones de pan y agua a cambio de nuestra decorosa sumisión. Ellos apuestan al "argentino" cobarde y culposo pos-populismo. La elección de los argentinos no está entre socialismo y liberalismo sino entre libertad o esclavitud. La libertad, con trabajo y sacrificio, nos hizo alguna vez la séptima potencia mundial. La esclavitud, con ración de pan y agua, nos hizo pequeños y cobardes. Nuestro miedo es real. Hay tres verdades que lo justifican. Pero, una vez más, nacer a la libertad o morir en la esclavitud depende de nosotros.

 

 

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