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Una jornada larga, tediosa y con poco aporte al proceso

Un concuñado del exjuez federal Reynoso habló maravillas de su gestión, pero no aportó nada relevante al proceso que lo tiene como imputado de asociación ilícita.
Martes, 10 de abril de 2018 00:00

El juicio a Juan Raúl Reynoso y a los otros 7 integrantes de la asociación ilícita que supuestamente liderada el exjuez federal de Orán, se reanudó ayer con el testimonio de cuatro personas que no aportaron nada al proceso. Si se lo compara con esos partidos de fútbol que terminan con el marcador en blanco diríamos que fue una jornada larga, tediosa, anodina y para el olvido.

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El juicio a Juan Raúl Reynoso y a los otros 7 integrantes de la asociación ilícita que supuestamente liderada el exjuez federal de Orán, se reanudó ayer con el testimonio de cuatro personas que no aportaron nada al proceso. Si se lo compara con esos partidos de fútbol que terminan con el marcador en blanco diríamos que fue una jornada larga, tediosa, anodina y para el olvido.

Lo novedoso fue que el debate se desarrolló con dos de los imputados en carácter de detenidos. Se trata del abogado Arsenio Eladio Gaona y del empleado del juzgado César Julio Aparicio. Gaona fue apresado el viernes pasado en Tartagal, acusado por "exceso en el asesoramiento jurídico" a un cliente en una causa por narcotráfico. En tanto que Aparicio fue privado de su libertad en el marco de la causa que lo tiene como imputado junto a Reynoso al haber surgido nuevos elementos de prueba. Aparicio quedó preso junto a Néstor Conrado Acosta, otro empleado del Juzgado Federal de Orán, y al gendarme Gerardo Garrido, quien estaba afectado a tareas de seguridad de ese tribunal. De las investigaciones iniciadas por el juez federal de Salta, Julio Bavio, se detectaron irregularidades en el depósito de la droga secuestrada, de donde fueron sustraídos más de 11 kilos de clorhidrato de cocaína correspondiente a diversos expedientes que tramitaba Reynoso. De acuerdo con lo plasmado en la página web www.fiscales.gob.com, "los testimonios recabados evidencian que el estupefaciente sustraído habría sido reintroducido nuevamente al mercado ilícito, con el fin de obtener beneficios económicos". Señala el categórico informe que "algunos de ellos señalaron que éstos (por los imputados) sacaban droga del depósito del Juzgado Federal de Orán, con autorización de Raúl Reynoso, y la entregaban a un bagayero de la zona de Orán".

El fiscal se hartó

 

Como ocurre todas las veces que presenta un testigo, Reynoso prepara un machete y se despacha con una batería de preguntas tendientes a obtener obvias respuestas. Esta particular forma de ejercer su defensa lo conduce a interrogatorios que nada tienen que ver con el objeto de la causa. En su afán de darle entidad a la garantías procesales, el Tribunal Oral Federal le permite al exjuez estas licencias, pero ayer el fiscal general Carlos Martín Amad se hartó de los excesos del imputado, quien ejerce su propia defensa junto a Federico Magno. "Esto excede el marco de la causa, aquí no nos importa la chismografía", expresó ofuscado el representante del Ministerio Público. La intervención de Amad se produjo durante el testimonio de Isidoro Ernesto Gómez, concuñado de Reynoso, a quien éste lo hizo ingresar como empleado del juzgado en 2005. Las preguntas que sacaron de quicio al fiscal fueron entre otras: ¿Participó usted de los partidos de fútbol que hacíamos? ¿De los asados también? ¿Se acuerda del secretario que se enfermó en la previa a un partido de fútbol en Salvador Mazza? ¿Le presté yo un departamento cuando no tenía casa? ¿Ese departamento se incendió? ¿Lo conoce al diariero Paquito?, etc.

Gómez contó que es geólogo y que aceptó la propuesta laboral que le hizo su cuñada (esposa de Reynoso) porque no le estaba yendo bien con su profesión. Por obvias razones el testigo habló maravillas de su generoso concuñado. El testigo dijo que cumplía múltiples funciones. Era el responsable de la recepción y envío de correspondencias, de realizar el pago de los servicios del juzgado, del libramiento de cheques para la devolución de dinero secuestrado y de afectuar los controles del secuestro de droga y del traslado para la quema de estupefacientes.

Según Gómez, Reynoso era estricto en el trabajo, pero que mantenía un trato respetuoso con todos los empleados, contrariamente a lo que declararon otros testigos. También aseguró que jamás vio nada extraño en el juzgado y que nunca escuchó que la libertad de los narcos estuvieran tarifas, como denunció el abogado David Leiva. "Al doctor Reynoso no le tenía miendo, le tenía respeto", respondió Gómez ante una pregunta del querellante Carlos Garmendia.

 

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