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Libertad para abortar ¿es libertad?

Jueves, 12 de abril de 2018 00:00

Si al feminismo radical le importara de verdad la libre elección de las mujeres ante un embarazo imprevisto, debería prestar especial atención a la realidad de miles de mujeres en situación de vulnerabilidad quienes, bajo diversos tipos de presión, se sienten obligadas a plantearse la práctica de un aborto, por considerar que "no tienen otra opción".

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Si al feminismo radical le importara de verdad la libre elección de las mujeres ante un embarazo imprevisto, debería prestar especial atención a la realidad de miles de mujeres en situación de vulnerabilidad quienes, bajo diversos tipos de presión, se sienten obligadas a plantearse la práctica de un aborto, por considerar que "no tienen otra opción".

La situación de vulnerabilidad es transversal a las clases sociales aunque, obviamente tiene mayor impacto en los sectores carenciados.

Así, hay mujeres que se sienten presionadas a abortar por muchos factores, entre los cuales no es el menor en influencia y en perversidad moral, el del machismo.

En efecto, las parejas estables o circunstanciales- frecuentemente obligan de diversos modos a sus mujeres a practicarse un aborto, bajo el común denominador de una sumatoria de la voluntad arbitraria del uno y el desprecio de los deseos de la otra.

Ante situaciones de fuerte presión sobre una mujer en situación de vulnerabilidad, es absurdo pensar que ella puede ejercer plenamente su libertad de optar.

A modo de ejemplo, la amenaza de abandono por parte de la pareja, de ser corrida de la casa por parte de los padres; o de ser dejada sin trabajo por parte del empleador, condicionan decisivamente su posibilidad de optar libremente.

Al menos en esto deberíamos coincidir con el feminismo radical: en que la mujer no debería optar por abortar bajo presión, sea esta brutal o sutil, o a causa de carencia de alternativas. Porque la falta de alternativas también implica una decisión condicionada.

Sin embargo este aspecto tan importante para la dignidad de la mujer no parece importarles en absoluto a los promotores del aborto, no sólo porque no se lo trata en su discurso, sino porque en el proyecto de aborto legal (al igual que en la práctica de aquellos países que lo disponen) no se prevé una consejería o instancia donde se posibilite un espacio de reflexión, se faciliten opciones diferentes al aborto y sobre todo, se verifique seriamente si la mujer que lo solicita, lo hace bajo algún tipo de presión.

Así, el feminismo extremo procura una "libertad unidireccional": que se den las condiciones para optar por el aborto, pero no le interesa que se den las condiciones para optar por no abortar.

Decisión e información

También deberíamos coincidir con el feminismo en que no es posible la libertad de opción sin información completa; y mucho menos, con datos falseados de intento.

Entonces debería dejar de sostenerse que el embrión es un manojo de células y que "detener su crecimiento" es tan inocuo como sacarse una muela. Tampoco, en honor a la verdad, habría que eludir mostrar a la mamá gestante las ecografías del gestado, ni evitar que escuche los latidos de su corazón, pues ¿qué mal podría seguirse de conocer experiencialmente una realidad tan accesible en estos días? ¿Sería tan malo que al oír sus latidos, ver sus movimientos o conocer su sexo, decidiera seguir con el embarazo? ¿Acaso eso no sería ejercicio de su libertad? Por el contrario, negar el acceso a tal experiencia ¿no equivale a ocultar información relevante para decidir?

Por otra parte ¿por qué imponer plazos tan perentorios a los efectores de la salud en la realización de los abortos? ¿Por qué tanto apuro? ¿No resulta acaso indispensable disponer de un espacio de reflexión para posibilitar una opción en conciencia? En el sagrado nombre del "consentimiento informado", debería al menos plantearse lo que muchos médicos y psicólogos con experiencia vienen sosteniendo en orden a que el aborto trae diversas consecuencias traumáticas para la mujer. Ya sé que tal cosa es, simplemente, negada por los partidarios del aborto rápido, pero al menos deberían explicarse las dos posturas. Más, cuando cada vez es más conocida en la sociedad la experiencia de muchas mujeres que se practicaron un aborto.

Radicalización

Si al feminismo radical le importara la situación de las mujeres pobres, debería también ocuparse de las causas estructurales que producen la pobreza. De nuevo aquella "unidireccionalidad": que siga en las condiciones de postergación, pero que aborte. Cosa análoga ocurre con el embarazo producto del crónico abuso intrafamiliar: que aborte y que vuelva al seno donde se producen los abusos. Siempre, lo importante es que aborte, aunque sea bajo presión y sin un conocimiento cabal de lo que está haciendo.

En definitiva, pasando las cortinas de humo, el discurso feminista termina pareciéndose y siendo funcional a las políticas antinatalistas de varios organismos financieros internacionales, entre ellos el Banco Mundial, ampliamente difundidas por sus comunicadores locales.

Las presiones internacionales se ordenan a la reducción de la población de toda Latinoamérica, sobre todo en los sectores marginales, que duplican la tasa de reproducción de la clase media. La mayor natalidad de los pobres proyecta a futuro una "mala calidad del crecimiento demográfico", lo que les resulta intolerable. Tengo para mí que no les preocupa que los pobres aborten en condiciones poco higiénicas. Les preocupa que no tengan suficiente accesibilidad al aborto para cumplir con las metas de reducción poblacional en el Tercer Mundo. La gente sencilla se dará cuenta más temprano que tarde, que las elucubraciones pequeño burguesas del feminismo radical junto a las políticas antinatalistas de ciertos poderes económicos, nada aportarán para la solución de sus reales problemas.

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