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21 de Mayo,  Salta, Centro, Argentina
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Nosotros, los réprobos

Jueves, 25 de julio de 2019 00:00

El acuerdo de libre comercio entre el Mercosur y la Unión Europea, tal como se proyecta, constituye una continuidad de acuerdos y tratados desde 1825, un nuevo eslabón, en la férrea cadena de sometimiento económico y cultural de los países productores de materias primas con respecto a los centros industriales de otras latitudes.

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El acuerdo de libre comercio entre el Mercosur y la Unión Europea, tal como se proyecta, constituye una continuidad de acuerdos y tratados desde 1825, un nuevo eslabón, en la férrea cadena de sometimiento económico y cultural de los países productores de materias primas con respecto a los centros industriales de otras latitudes.

En los hechos, este entendimiento se traducirá en un jalón más en la involución económica, la postergación de la posibilidad de una Argentina que se proyecte como potencia científica, tecnológica e industrial, reduciéndonos a un territorio tributario y productor de materias primas sin el mínimo valor agregado.

Paradójicamente, este acuerdo se propone al poco tiempo de la reunión del G-20 en la ciudad de Buenos Aires, oportunidad que bien podría denominarse como Yalta 2, por cuanto representa una nueva división internacional del trabajo y reparto de territorios para el siglo XXI. Un reparto entre potencias occidentales y orientales.

La mirada de Calvino

Ante estas perspectivas, surge la posibilidad de efectuar una interpretación calvinista, entre "réprobos" y "elegidos". Calvino (Jehan Cauvin), que rompe con la Iglesia Católica en 1534 con su Reforma Protestante, estipula que Dios había creado a sus criaturas humanas en dos grupos, instalando una cruenta "grieta" que no sólo perdura sino que en nuestros días se agiganta más y más.

Los "réprobos" se diferenciaban de los "elegidos", por una condición de vida terrible.

Réprobos eran los que no tenían trabajo ni pan, que vivían perpetuamente en la pobreza o en la indigencia, condición de la cual no podían salir, y en consecuencia sus vidas eran un sufrimiento atroz

Hoy en nuestro país lo sabemos muy bien, los índices de pobreza, de indigencia, de subempleo, de jubilados que no satisfacen lo mínimo y además deben ayudar con sus magros ingresos a su núcleo familiar, de familias enteras que por falta de techo cohabitan un único espacio, de planeros, llegamos al escalofriante porcentaje que el 50% de argentinos se encuentran en situación de una virtual posguerra.

Los "elegidos", en cambio, eran los ricos, las personas de cuantiosas fortunas y bienes, que vivían de la abundancia de la que nunca les faltaría nada.

Al decir del Dr. Julio González, "con esta distinción entre ricos dominadores y pobres proletarios que vivían en la miseria, Calvino instauró en Europa dos estamentos de clase de los cuales era imposible salir por una voluntad, que Calvino, le atribuyó a Dios".

Actualidad

Hoy podemos aplicar estos conceptos al globalizado mundo actual en el que el axioma británico adquiere absoluta vigencia: "Inglaterra será el taller del mundo y América Latina, su granja". O sea, condenados al destino espurio de la imposibilidad de acceder a un desarrollo industrial. El desmantelamiento de chimeneas y asesinato de personas vinculadas al sector, desde 1976, lo atestiguan cruelmente.

Para los "elegidos" de la UE, los "réprobos" americanos están de más. Lo codiciable es el territorio y sus recursos naturales, donde los réprobos hoy nos encontramos asentados. Debemos ser desalojados, masacrados, reemplazados y los que puedan quedar, reducidos a meros siervos de esta nueva gleba global del siglo XXI.

No importan las personas, mientras cuanto menos sepan la verdad los infelices semiesclavos argentinos será mejor, no hay personas. Lo esencial y apetecible: el territorio. Ya Juan Bautista Alberdi lo plasmó en sus "Escritos póstumos" en los que categóricamente expresaba: "Las Europas prestan sus dineros al suelo, no a sus habitantes".

Territorio y fraccionamiento de nuestra geografía en repartija es lo que pronto nos exigirán nuestros acreedores de los más de US$500.000 millones de dólares a los que asciende nuestra deuda externa.

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