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"Esos funcionarios no son dignos de la confianza pública"

El presidente de Luchemos por la Vida habló sobre el caso de Zorpudes.
Viernes, 06 de septiembre de 2019 02:47

Los riesgos de conducir un vehículo alcoholizado con 1,27 gramos por litro de alcohol en sangre son "gravísimos", señaló el presidente de la Asociación Civil Luchemos por la Vida, Alberto José Silveira. Con esa cantidad de alcohol en sangre fue sorprendido en un control de Tránsito municipal el titular del Instituto Provincial de la Vivienda, Sergio Zorpudes, la trasnoche del sábado, cuando circulaba en su camioneta Hilux en la zona del Hogar Escuela.

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Los riesgos de conducir un vehículo alcoholizado con 1,27 gramos por litro de alcohol en sangre son "gravísimos", señaló el presidente de la Asociación Civil Luchemos por la Vida, Alberto José Silveira. Con esa cantidad de alcohol en sangre fue sorprendido en un control de Tránsito municipal el titular del Instituto Provincial de la Vivienda, Sergio Zorpudes, la trasnoche del sábado, cuando circulaba en su camioneta Hilux en la zona del Hogar Escuela.

Para Silveira el hecho de que sea funcionario público es todavía más grave.

"Es cierto que no es un delito que se comete propiamente en la función pública, pero no quita que un funcionario público tiene que dar el ejemplo del cumplimiento de las leyes básicas de la sociedad", advirtió.

Por eso el argumento al que se apela comúnmente en estos casos de que se trataría de un "acto privado" se cae debido a que manejar en estado de ebriedad puede "perjudicar, dañar o acarrearle la muerte a terceros", indicó Silveira.

Con firmeza, sentenció que este tipo de acciones, como la protagonizada por el titular del IPV, son "inaceptables", más aún en una provincia con una ley de tolerancia cero de alcohol en sangre. "Esos funcionarios no son dignos de la confianza pública", sostuvo.

De acuerdo a la cabeza de Luchemos por la Vida, una asociación a nivel nacional, una persona ebria con 1,27 gramos de alcohol en sangre tiene muchísimos menos reflejos, su atención está muy dispersa, no percibe con claridad los colores, particularmente el rojo, importante para alertar semáforos, luces de freno y de posición.

Comentó que es alguien que se siente animado a hacer cosas que habitualmente no haría, por ejemplo, cruzar un semáforo en rojo, ya que le parece que puede pasarlo. Sucede que en estos casos el conductor no se da cuenta a qué velocidad está circulando, no advierte la diferencia entre 40 o 60 kilómetros por hora porque está envalentonado y, a su vez, disminuido en su percepción por el alcohol.

Silveira recalcó que "el alcohol es un depresor del sistema nervioso central, lejos de los que se piensa, por lo que tiene consecuencias nefastas".

Por ejemplo, en una persona normal el tiempo de reacción puede ser tres cuartos de segundos y en una alcoholizada dos segundos o más.

 

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