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13 de Mayo,  Salta, Centro, Argentina
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Brecha de género en empresas, política y sindicatos de Salta

Las mujeres ocupan solo el 37 por ciento de las bancas en los Concejos Deliberantes. Solo un 21% de las cámaras empresarias de la provincia están a cargo de presidentas.
Domingo, 08 de marzo de 2020 01:10

Las mujeres ocupan solo una de 23 bancas en la Cámara de Senadores de Salta, el 21 por ciento de las presidencias de las cámaras empresarias y organizaciones profesionales y el 9 por ciento de los cargos jerárquicos en sindicatos. En un día simbólico en la lucha por la igualdad a nivel internacional, el Observatorio de Violencia contra las Mujeres (OVcM) de la provincia llamó la atención sobre la escasa participación de las mujeres en los lugares de decisión.

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Las mujeres ocupan solo una de 23 bancas en la Cámara de Senadores de Salta, el 21 por ciento de las presidencias de las cámaras empresarias y organizaciones profesionales y el 9 por ciento de los cargos jerárquicos en sindicatos. En un día simbólico en la lucha por la igualdad a nivel internacional, el Observatorio de Violencia contra las Mujeres (OVcM) de la provincia llamó la atención sobre la escasa participación de las mujeres en los lugares de decisión.

La Cámara de Diputados provincial es el espacio político donde mayores avances hubo: hay mujeres 19 entre 41 representantes. En los Concejos Deliberantes de la provincia, en tanto, las ediles tienen solo el 37 por ciento de los votos. Los municipios están a cargo de una abrumadora mayoría de varones. Solo hay un 7 por ciento de intendencias gobernadas por mujeres, entre ellas la de Salta capital, que ganó Bettina Romero en 2019.

En el Poder Judicial la representación de las mujeres es mayor en los puestos de menor jerarquía: ocupan el 29 por ciento de los cargos en la Corte, el 35 por ciento en las Cámaras de Apelaciones y el 54 por ciento en los juzgados.

Los datos se desprenden de un relevamiento que encaró el OVcM. Los resultados, que se difundieron ayer, reflejan poca presencia de mujeres en los lugares desde donde se toman las decisiones en una provincia en emergencia por violencia de género.

Las funcionarias provinciales dirigen el 22 por ciento de los ministerios y el 50 por ciento de las secretarías.

En el Congreso, hay dos representantes salteñas y las bancas que tiene la provincia en Diputados. En la Cámara de Senadores hay una mujer y tres hombres.

En los sindicatos y uniones de trabajadores solo un nueve por ciento de los puestos de conducción son para las mujeres.

"Los tres poderes que constituyen el Estado provincial están lejos de lograr una participación plena y en igualdad de condiciones. Si bien las mujeres ocupan algunos cargos de importancia, su presencia es reducida en comparación con la de los varones. Las personas con otras identidades no tienen acceso, ni aún contemplando los puestos de menor jerarquía", difundieron.

El Observatorio hizo notar su preocupación ante este escenario y señaló que se debe apuntar a la igualdad para "enriquecer y fortalecer la vida institucional y democrática, además de respetar los derechos de todas las personas a gozar de una vida plena con acceso efectivo a las esferas políticas, económicas, sociales y culturales".

Congreso

A nivel nacional la presencia de mujeres en la Cámara de Diputados supera el 40 por ciento, un 35 por ciento más que en 1983, cuando solo se registraba un 5 por ciento, pero aún hay dificultades para poder alcanzar el pretendido 50 por ciento, debido a la mayor presencia de varones encabezando las listas de candidatos legislativos registrados en los últimos procesos electorales.

Con el inminente ingreso de Claudia Bernazza, la reemplazante del renunciante Daniel Scioli, la Cámara Baja tendrá desde los próximos días 107 diputadas, el número más alto alcanzado en su historia, y un promedio de 41,63 del total de la Cámara, integrada por 257 miembros.

El centenar de diputadas se afianzó recién entre 2016 y 2017, aunque había alcanzado un pico previo a fines de 2009, debido a los cambios registrados por renuncias, fallecimientos y reemplazos.

Sin embargo, aún resulta difícil llegar al 50 por ciento de la Cámara, ya que en las listas con posibilidades de sumar diputados siguen prevaleciendo los hombres.

Segregación laboral, una grieta insoportable 

Opinión de Tania Nieves Kiriaco, abogada

¿De qué hablamos cuando hablamos de autonomía económica? De un problema que perjudica a las mujeres y que debe ser resuelto con políticas con perspectiva de género.

Un prejuicio cultural inveterado consideró el trabajo de las mujeres en el hogar como una tarea necesaria para la familia o como compensación de la actividad remunerada de los varones fuera del hogar. 

Si bien las mujeres irrumpieron en el mercado laboral, todavía están sujetas a lo que se caracteriza como “segregación vertical”, que se establece cuando ellas, con iguales o mejores aptitudes, acceden en cuentagotas a los puestos de dirección y jefatura, con ingresos inferiores a los de sus pares varones. Y también a la “segregación horizontal”, que consiste en la discriminación de ciertas actividades como femeninas o masculinas.

Desde un análisis científico con perspectiva de género, se evidencia que esos prejuicios culturales sesgaron e invisibilizaron la actividad que exige el trabajo efectivo intrahogar, congelando a esta como una labor solo exigible a las mujeres. Una perspectiva encasillada en anacrónicos estereotipos de género, que sumergió a esa actividad asimilándola al trabajo en negro, y que hoy se sigue demandando como “trabajo precarizado” o “no remunerado”. Es así que la autonomía económica de las mujeres está determinada por su participación en el mercado laboral y las formas que aquella asume. Si bien se avanzó para achicar la brecha de género, las desigualdades persisten. Las estadísticas de la Universidad Torcuato Di Tella son claras: las mujeres ocupan solo un tercio de los empleos de calidad, pero son mayoría en los puestos con baja remuneración. En el sector privado registrado la brecha salarial a favor de los varones es casi del 23%.

La participación laboral registra diferencias y las mujeres son más propensas a atravesar situaciones de desocupación y subocupación, por condiciones biológicas como la maternidad y el número de hijos. Al asumir las tareas de cuidado y teniendo en cuenta la desigual distribución de responsabilidades en el trabajo doméstico, su inserción en el mercado de trabajo resulta condicionada.

Las mujeres acreditan hoy un mayor nivel educativo y de preparación, pero trabajan en el mercado laboral menos tiempo promedio que los varones. En cuanto a la remuneración, por cada 100 pesos que gana en promedio un varón, una mujer gana 75; hace 15 años la relación era de 68 pesos por cada 100 de un varón. En el trabajo no registrado, el ingreso de las mujeres es 2/3 con respecto al de los varones. Queda demostrado así que la desigualdad en el acceso a los bienes materiales (salario, remuneración al patrimonio) obstaculiza la autonomía económica de las mujeres. Por eso, esta es una inequidad que debe ser corregida perentoriamente desde las políticas públicas con perspectiva de género.

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