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Arde la interna de La Doce en el xeneize, que casi se van “a las balas”

Barras armados tomaron un club en Villa Luro y Di Zeo se salvó de milagro.
Domingo, 21 de marzo de 2021 01:46

La interna de la barrabrava de Boca sumó el pasado jueves un nuevo capitulo a su interminable historia. Todo comenzó cuando tres camionetas, escoltadas por varios autos de distintos modelos y tamaños, estacionaron en la calle Cajaravilla al 5000. La tarde estaba cayendo por Villa Luro y el ambiente se puso más oscuro cuando empezaron a bajar los ocupantes de los vehículos. Eran 50 barras de la facción de Lomas de Zamora de La Doce, que se referencian en Walter Coronel (jefe también de los violentos de Los Andes, con una condena a tres años por querer copar la tribuna de Excursionistas el año pasado y un juicio pendiente por doble homicidio en la barra de Boca) que tenían un dato y un objetivo claro: Rafael Di Zeo. Sabían que el líder de la hinchada xeneize iba a ir esa noche al club Leopardi, de la familia de Mauro Martín, y -tal como lo exponían las armas de todo tipo y calibre que tenían- estaban decididos a dar la batalla final por el poder de La Doce.
Sin embargo, la lucha nunca llegó a librarse. Es que el grupo de Lomas se anticipó tanto a la llegada de Di Zeo como a la de Mauro Martín y un llamado de alguien que divisó la situación alertó de lo que estaba pasando a Rafa, quien abortó su viaje a Villa Luro y llamó a la Policía para ayudar a Gabriel Martín, hermano de Mauro y a cargo del club ese jueves por la noche. Los hombres de Coronel le aclararon a Martín que el problema no era con él y que iban a esperar a Di Zeo y a su hermano para librar el enfrentamiento que estaban esperando. Antes, afortunadamente, llegaron dos patrulleros. Y cuando vieron la situación preguntaron qué ocurría a Gabriel Martín, quien no reveló la verdad sino que dijo que era un grupo de gente que estaba preparando un torneo de fútbol para el fin de semana. Si mintió por los famosos códigos de la tribuna o porque estaba amenazado sólo lo sabe él. Lo cierto es que tras ese movimiento, los de Lomas se dieron cuenta que los habían delatado y se retiraron pero no sin antes dejar una amenaza: la próxima vez no hablamos, ejecutamos. Minutos más tarde arribaron al lugar más patrulleros a causa de otro llamado a la comisaría. Pero los violentos ya no estaban y el capítulo había quedado abierto. El final promete una batalla a todo o nada. 

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La interna de la barrabrava de Boca sumó el pasado jueves un nuevo capitulo a su interminable historia. Todo comenzó cuando tres camionetas, escoltadas por varios autos de distintos modelos y tamaños, estacionaron en la calle Cajaravilla al 5000. La tarde estaba cayendo por Villa Luro y el ambiente se puso más oscuro cuando empezaron a bajar los ocupantes de los vehículos. Eran 50 barras de la facción de Lomas de Zamora de La Doce, que se referencian en Walter Coronel (jefe también de los violentos de Los Andes, con una condena a tres años por querer copar la tribuna de Excursionistas el año pasado y un juicio pendiente por doble homicidio en la barra de Boca) que tenían un dato y un objetivo claro: Rafael Di Zeo. Sabían que el líder de la hinchada xeneize iba a ir esa noche al club Leopardi, de la familia de Mauro Martín, y -tal como lo exponían las armas de todo tipo y calibre que tenían- estaban decididos a dar la batalla final por el poder de La Doce.
Sin embargo, la lucha nunca llegó a librarse. Es que el grupo de Lomas se anticipó tanto a la llegada de Di Zeo como a la de Mauro Martín y un llamado de alguien que divisó la situación alertó de lo que estaba pasando a Rafa, quien abortó su viaje a Villa Luro y llamó a la Policía para ayudar a Gabriel Martín, hermano de Mauro y a cargo del club ese jueves por la noche. Los hombres de Coronel le aclararon a Martín que el problema no era con él y que iban a esperar a Di Zeo y a su hermano para librar el enfrentamiento que estaban esperando. Antes, afortunadamente, llegaron dos patrulleros. Y cuando vieron la situación preguntaron qué ocurría a Gabriel Martín, quien no reveló la verdad sino que dijo que era un grupo de gente que estaba preparando un torneo de fútbol para el fin de semana. Si mintió por los famosos códigos de la tribuna o porque estaba amenazado sólo lo sabe él. Lo cierto es que tras ese movimiento, los de Lomas se dieron cuenta que los habían delatado y se retiraron pero no sin antes dejar una amenaza: la próxima vez no hablamos, ejecutamos. Minutos más tarde arribaron al lugar más patrulleros a causa de otro llamado a la comisaría. Pero los violentos ya no estaban y el capítulo había quedado abierto. El final promete una batalla a todo o nada. 

 

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