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17 de Mayo,  Salta, Centro, Argentina
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Psicología de la trampa

“El hombre es un animal que estafa, y no hay otro animal que estafe además del hombre”. Edgar Allan Poe
Sabado, 05 de junio de 2021 21:00

Ser de buen metal!!! -famoso, dicho masónico- es un apelativo que solo se le da a las personas difíciles de corroerse. Seres nobles, inalterables que aun estando en ambientes corruptos, se mantienen fieles a sus principios. Gente que tiene valor y no precio.
No hay posibilidad de corroerse desconectado de un contexto. La corrupción solo se desarrolla con incentivos sistémicos, nunca es un hecho aislado ni unipersonal.
Hay una experiencia de Dan Ariely (americano-israelí investigador de la psicología de la trampa) que muestra el juego macabro de la corrupción. Propone a una serie de personas, que elijan entre 2 actividades. En la actividad “A” ganarían 4 dólares y en la actividad “B” 40 dólares. Para saber cual actividad llevarán a cabo se tira la moneda, si sale cruz hacen la actividad “A” ganando 4 dólares, si sale cara les toca la actividad “B” y ganaran 40 dólares. A los que han sacado la actividad menos paga, el organizador les ofrece hacerse el distraído en esa vuelta, a cambio que le den 2 dólares y decir que le tocó la actividad mejor paga.
El acto inicial de corrupción comienza siempre, con la auto promesa que será por única vez, pero si no tiene costo punitivo, la velocidad de la segunda y la enésima vez se aprende y mejora, como la mejor de las habilidades de aprendizaje.
Se realizaron cientos de veces la experiencia, en diferentes países y culturas, salió el escalofriante resultado de: un 87% pagó soborno.
Otra característica: el acto corrupto comienza en la cúpula de cualquier organización, se exacerba con una velocidad exponencial. La figura del capo mafia, “il padrino” es un claro ejemplo.
También el corrupto genera un relato justificatorio de su accionar con una magistralidad meridiana, generando argumentos que envidiarían grandes escritores. Quien no escuchó decir bajar música sin pagar está bien, porque en la industria de la música son todos estafadores y compramos música en la calle generando un sistema legitimado colectivamente.
Cuando se instala la corrupción masivamente se genera el summum del logro: la impunidad.
¿Es corrupto el que quiere o el que puede?
En todo sistema corrupto hace falta mínimamente otra persona y si hay una sociedad alineada con ello, la corrupción encuentra una cantera de posibilidades magistrales.
El corrupto es un narcisista de libro, con una profunda disociación social. En el mapa del corrupto el otro no está, directamenteàno existe. Su complejo de “centro de mesa” lo hace buscar permanentemente, lugares con símbolo de impecabilidad; desde un club social a presidente de la nación. Alrededor generan un séquito de admiradores a los cuales gestiona con la intimidación o la distancia y por supuesto con las prebendas.
Son adoradores del poder, al que lo asocian fuertemente con el dinero. Sus niveles de autoconocimiento son paupérrimos y esto los hace caer en la trampa de no saber sus propios límites. Nunca pueden contestarse la pregunta ¿cuánto es suficiente?
Como todo ladrón, necesita mostrar su poder con accesorios megalómanos demostrando sus logros. Busca desclazarse como objetivo. El corrupto no puede ser humilde.
Muchas veces suelen exponenciar la exposición de sus “logros” en otros espacios. Hay lugares de turismo que se convirtieron en la vidriera impune de alardear logros.
Por otro lado se comprueba, un fenómeno social interesante, en situación de crisis económica la susceptibilidad en contra de la corrupción aumenta y es de esperar que en épocas de bonanza económica, la aceptación de la corrupción es mayor #exploralo
En los lugares de educación colectiva y gregaria, los índices de corrupción son prácticamente insignificantes.
Parecería que el registro al otro, supera hasta a las leyes más poderosas sin lugar a dudas, cuando el otro empieza a tener espacio en cada otro. Los frenos inhibitorios operan, generando una comunidad de transparencia transversal, donde nadie necesita ser centro de mesa y donde lo suficiente es hijo de la abundancia. En esa cultura la satisfacción racionalizada, gana la carrera a la acumulación neurótica.
Ser abundante, es estar repleto de espacios por transitar sin ser señalado. El corrupto es el hijo mancebo de la avaricia, su paranoia lo recluye fóbicamente.
Un corrupto opera maquiavélicamente dentro de los límites de la razón. No se lo debe confundir con patología alguna que lo exima de responsabilidades. Son expertos en el análisis de la partida doble, calculan con claridad meridiana los costos y beneficios de las acciones que no puedan ser descubiertas.
La corrupción no es un tema excluyente de un país ni de una clase social. Lo que sí parece decisivo es la combinación de tres requisitos que habilitan a ese comportamiento.
1) Un ecosistema propicio.
2) Una personalidad narcisista, individualista y contraria a registro comunitario.
3) Una oportunidad disponible.
¿Qué propones para desarticular ecosistemas corruptos?
Los leo.
 

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Ser de buen metal!!! -famoso, dicho masónico- es un apelativo que solo se le da a las personas difíciles de corroerse. Seres nobles, inalterables que aun estando en ambientes corruptos, se mantienen fieles a sus principios. Gente que tiene valor y no precio.
No hay posibilidad de corroerse desconectado de un contexto. La corrupción solo se desarrolla con incentivos sistémicos, nunca es un hecho aislado ni unipersonal.
Hay una experiencia de Dan Ariely (americano-israelí investigador de la psicología de la trampa) que muestra el juego macabro de la corrupción. Propone a una serie de personas, que elijan entre 2 actividades. En la actividad “A” ganarían 4 dólares y en la actividad “B” 40 dólares. Para saber cual actividad llevarán a cabo se tira la moneda, si sale cruz hacen la actividad “A” ganando 4 dólares, si sale cara les toca la actividad “B” y ganaran 40 dólares. A los que han sacado la actividad menos paga, el organizador les ofrece hacerse el distraído en esa vuelta, a cambio que le den 2 dólares y decir que le tocó la actividad mejor paga.
El acto inicial de corrupción comienza siempre, con la auto promesa que será por única vez, pero si no tiene costo punitivo, la velocidad de la segunda y la enésima vez se aprende y mejora, como la mejor de las habilidades de aprendizaje.
Se realizaron cientos de veces la experiencia, en diferentes países y culturas, salió el escalofriante resultado de: un 87% pagó soborno.
Otra característica: el acto corrupto comienza en la cúpula de cualquier organización, se exacerba con una velocidad exponencial. La figura del capo mafia, “il padrino” es un claro ejemplo.
También el corrupto genera un relato justificatorio de su accionar con una magistralidad meridiana, generando argumentos que envidiarían grandes escritores. Quien no escuchó decir bajar música sin pagar está bien, porque en la industria de la música son todos estafadores y compramos música en la calle generando un sistema legitimado colectivamente.
Cuando se instala la corrupción masivamente se genera el summum del logro: la impunidad.
¿Es corrupto el que quiere o el que puede?
En todo sistema corrupto hace falta mínimamente otra persona y si hay una sociedad alineada con ello, la corrupción encuentra una cantera de posibilidades magistrales.
El corrupto es un narcisista de libro, con una profunda disociación social. En el mapa del corrupto el otro no está, directamenteàno existe. Su complejo de “centro de mesa” lo hace buscar permanentemente, lugares con símbolo de impecabilidad; desde un club social a presidente de la nación. Alrededor generan un séquito de admiradores a los cuales gestiona con la intimidación o la distancia y por supuesto con las prebendas.
Son adoradores del poder, al que lo asocian fuertemente con el dinero. Sus niveles de autoconocimiento son paupérrimos y esto los hace caer en la trampa de no saber sus propios límites. Nunca pueden contestarse la pregunta ¿cuánto es suficiente?
Como todo ladrón, necesita mostrar su poder con accesorios megalómanos demostrando sus logros. Busca desclazarse como objetivo. El corrupto no puede ser humilde.
Muchas veces suelen exponenciar la exposición de sus “logros” en otros espacios. Hay lugares de turismo que se convirtieron en la vidriera impune de alardear logros.
Por otro lado se comprueba, un fenómeno social interesante, en situación de crisis económica la susceptibilidad en contra de la corrupción aumenta y es de esperar que en épocas de bonanza económica, la aceptación de la corrupción es mayor #exploralo
En los lugares de educación colectiva y gregaria, los índices de corrupción son prácticamente insignificantes.
Parecería que el registro al otro, supera hasta a las leyes más poderosas sin lugar a dudas, cuando el otro empieza a tener espacio en cada otro. Los frenos inhibitorios operan, generando una comunidad de transparencia transversal, donde nadie necesita ser centro de mesa y donde lo suficiente es hijo de la abundancia. En esa cultura la satisfacción racionalizada, gana la carrera a la acumulación neurótica.
Ser abundante, es estar repleto de espacios por transitar sin ser señalado. El corrupto es el hijo mancebo de la avaricia, su paranoia lo recluye fóbicamente.
Un corrupto opera maquiavélicamente dentro de los límites de la razón. No se lo debe confundir con patología alguna que lo exima de responsabilidades. Son expertos en el análisis de la partida doble, calculan con claridad meridiana los costos y beneficios de las acciones que no puedan ser descubiertas.
La corrupción no es un tema excluyente de un país ni de una clase social. Lo que sí parece decisivo es la combinación de tres requisitos que habilitan a ese comportamiento.
1) Un ecosistema propicio.
2) Una personalidad narcisista, individualista y contraria a registro comunitario.
3) Una oportunidad disponible.
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