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Diez años sin Luis Alberto Spinetta, un diamante que aún brilla con una inmensa luz 

Hoy se cumple otro aniversario de la partida del músico, figura emblemática del rock. Con 62 años y una obra de originalidad y belleza inusitadas, dejó un enorme legado.
Martes, 08 de febrero de 2022 03:00

Con 62 años cumplidos el 23 de enero, una intensa trayectoria de unos 40 años y una obra portadora de una originalidad y belleza inusitadas, que aún hoy no se agota, el 8 de febrero de 2012 moría Luis Alberto Spinetta. Dejaba un legado fundamental, basado en una búsqueda permanente. Figura del rock argentino, expandió los límites del movimiento con una lírica inusual, un estilo musical propio forjado con influencias que fueron reinterpretadas desde sus particulares y arrojadas lecturas y, fundamentalmente, una coherencia en su postura artística que nunca se vio contaminada por los dictados de las modas o los mandatos del mercado, aunque siempre atento a lo nuevo.
Como si todo eso no bastara, Spinetta se destacó además como un brillante intérprete, alejado de ortodoxias, creador de una forma de cantar y tocar la guitarra imposibles de imitar. Estas particularidades dieron vida a composiciones repartidas en más de 40 discos -todos de un nivel superlativo-, cuya apreciación parece inagotable, incluso luego de atentas escuchas. La profundidad de su arte y su postura vital lo convirtieron en una figura respetada e incluso venerada; aunque, salvo algunas excepciones, esto generalmente no tuvo su correlato en la difusión mediática de su obra ni en la venta de discos o entradas para sus conciertos.

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Con 62 años cumplidos el 23 de enero, una intensa trayectoria de unos 40 años y una obra portadora de una originalidad y belleza inusitadas, que aún hoy no se agota, el 8 de febrero de 2012 moría Luis Alberto Spinetta. Dejaba un legado fundamental, basado en una búsqueda permanente. Figura del rock argentino, expandió los límites del movimiento con una lírica inusual, un estilo musical propio forjado con influencias que fueron reinterpretadas desde sus particulares y arrojadas lecturas y, fundamentalmente, una coherencia en su postura artística que nunca se vio contaminada por los dictados de las modas o los mandatos del mercado, aunque siempre atento a lo nuevo.
Como si todo eso no bastara, Spinetta se destacó además como un brillante intérprete, alejado de ortodoxias, creador de una forma de cantar y tocar la guitarra imposibles de imitar. Estas particularidades dieron vida a composiciones repartidas en más de 40 discos -todos de un nivel superlativo-, cuya apreciación parece inagotable, incluso luego de atentas escuchas. La profundidad de su arte y su postura vital lo convirtieron en una figura respetada e incluso venerada; aunque, salvo algunas excepciones, esto generalmente no tuvo su correlato en la difusión mediática de su obra ni en la venta de discos o entradas para sus conciertos.

Bajo Belgrano y Almendra

Desde su Bajo Belgrano natal, Spinetta creció al calor del tango, el boom del folclore, los Beatles, el jazz, la pasión por el dibujo, la poesía y lecturas de autores como César Vallejo y Julio Cortázar. Desde las aulas de un represivo colegio de curas, comenzó a darle cauce a distintos canales de expresión junto a su compañero y compinche Emilio del Guercio.
Todo eso confluyó y se materializó en Almendra, grupo seminal del rock argentino, que en su homónimo primer disco desplegó todo un novedoso universo lírico y musical, que contemplaba personales lecturas de las influencias recibidas de Astor Piazzolla, el rock, el jazz y algunos fenómenos de la canción de la época, como el español Joan Manuel Serrat.
En una placa marcada a fuego por la delicada poesía de “Muchacha ojos de papel” y “Plegaria para un niño dormido”, el surrealismo de “Figuración”, la psicodelia de “Color humano”, el rock de “Ana no duerme” y la tanguera “Laura va”, “A estos hombres tristes” aparece como el ejemplo acabado de los miles de caminos que convergían en el estilo de Spinetta.
Las drogas psicodélicas en boga en pleno hippismo y las lecturas de los poetas malditos marcaron las siguientes experiencias de este artista que, tras el segundo disco de Almendra, disolvió al grupo en pleno éxito y se embarcó en una experiencia que, siguiendo los pasos de los llamados “poetas malditos”, incluyó un disco casi dadaísta, improvisado en estudio (“Spinettalandia y sus amigos”) y un viaje por Europa.

Pescado Rabioso

A su regreso, producto de la influencia del rock duro de Led Zeppelin y de sus intercambios con Pappo, forma en 1972 Pescado Rabioso, un grupo al que en una charla para el libro “¿Cómo vino la mano?”, de Miguel Grinberg, definió como “el primer eructo después de que uno se toma un Uvasal tras haber comido y bebido a mansalva”. Tras dos discos con clásicos como “Blues de Cris”, “Despiértate nena”, “Post-crucifixión”, “Credulidad” y “Como el viento voy a ver”, entre otros, disuelve el grupo en 1973 y lanza como solista (aunque acreditado a Pescado Rabioso) “Artaud”, una de sus obras cumbres, inspirada en el “dolor” que genera la lectura de este poeta francés, según sus propias expresiones.
“Todas las hojas son del viento”, “Cementerio Club”, “Cantata de puentes amarillos”, “Bajan” y “Las habladurías del mundo” son algunas composiciones que marcan el pulso del disco fundamentalmente acústico.

Invisible y solista

La siguiente experiencia, que se extendió hasta 1976, fue Invisible, un trío junto a los ex Pappo’s Blues Machi Rufino y Pomo Lorenzo, que combinaba arrestos rockeros con pasajes de delicadas y artesanales exploraciones sonoras, que contrastaban con la moda acústica imperante, de la mano de Sui Generis, León Gieco y Raúl Porchetto, entre otros.
Tras tres discos con gemas como “Durazno sangrando”, “El anillo del Capitán Beto” y “Los libros de la buena memoria”, Spinetta nuevamente disuelve el grupo en pleno éxito para encarar una aventura jazzera inspirada por el impacto que le provocó la irrupción en escena del guitarrista John McLaughlin y su grupo Mahavishnu Orchestra. En esa tónica registró como solista “A 18 minutos del sol”, en 1977, una propuesta incomprendida por el público y la crítica, en la que por única vez la música de Spinetta se pareció concretamente a la de otro artista.

En la que quizás haya sido la única concesión que hizo en su carrera, grabó un disco en Estados Unidos, en inglés, a instancias de la figura del tenis Guillermo Vilas. “Only Love Can Sustain” fue un fallido intento de expandir su música a nivel internacional que fracasó por lo impersonal de su resultado.
Tras el agridulce regreso de Almendra entre 1979 y 1980, que dejó un saldo de un disco en vivo, una gira nacional y una nueva placa con nuevas canciones que pasó desapercibida (“El valle interior”), formó Spinetta Jade, un proyecto que duró hasta 1985 y en cuatro discos recorrió una paleta sonora que partió de la fusión, pasó por el llamado A.O.R. (Adult Orient Rock), hizo escala en una música y lírica de tintes urbanos y concluyó en una propuesta que dio cuenta de las programaciones y los sonidos digitales que se imponían.
Esta época coincidió con la renovación en el rock argentino que trajo el regreso de la democracia y, a pesar de sus intentos por seguir el pulso de las novedades, relegó a Spinetta a un espacio de respeto por su figura pero de escasa difusión.
En 1985 hubo un intento de un disco con Charly García que fracasó tanto por egos como por sus posturas artísticas, y del que solo sobrevivió el clásico “Rezo por vos”. A esto le siguió un radical disco solista trabajado con programaciones, “Privé”, y una luminosa unión con Fito Páez, que dejó el álbum doble “La la la”. Desde entonces, Spinetta se concentró en una carrera solista, con algunos momentos esporádicos de gran difusión, como ocurrió con “Tester de violencia” (1988) y el hit “Seguir viviendo sin tu amor”, incluido en “Pelusón of milk” (1991).
Se llamó a silencio en la primera mitad de los 90 para regresar, a instancias de su hijo Dante, con un power trío al que bautizó Los Socios del Desierto, una incendiaria propuesta que también chocó con el mercado.
Desde entonces, con propuestas más orientadas a la fusión en formato de canción, Spinetta transitó su última década con una renovación joven en su público, que desprejuiciadamente supo comprender el valor de este enorme artista.
La apoteótica noche del 4 de diciembre de 2009, saldó las cuentas con su historia y se aventuró en un inédito concierto en Vélez en el que revisitó todas sus bandas. 
Cuando se quiera tener un panorama claro de legado de Spinetta en la música argentina, este show con grandes figuras invitadas, llamado Las Bandas Eternas, dará la respuesta definitiva.

 

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