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5 de Mayo,  Salta, Centro, Argentina
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Una mujer de 66 años clama para que se elimine la llamada "zona roja"

Dijo que allí se transa de todo y que los vecinos ya no pueden vivir con esa gente. Denunció un prostíbulo clandestino en Alberdi al 800. Fue golpeada y azotada.
Viernes, 13 de enero de 2023 01:11

Una mujer oriunda de Mar del Plata denunció en la Justicia Federal y provincial el accionar de travestis y prostitutas que tomaron la zona de calles Alberdi, Florida, Buenos Aires, Córdoba entre Corrientes y Tucumán, y algunos pasajes, donde desarrollan sus actividades que comienzan en la noche y culminan a media mañana, sin que ninguna persona o autoridad pueda oponerse a los designios de "arriba", sin ser amenazada de muerte, cuando no agredido, azotado o perseguido.

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Una mujer oriunda de Mar del Plata denunció en la Justicia Federal y provincial el accionar de travestis y prostitutas que tomaron la zona de calles Alberdi, Florida, Buenos Aires, Córdoba entre Corrientes y Tucumán, y algunos pasajes, donde desarrollan sus actividades que comienzan en la noche y culminan a media mañana, sin que ninguna persona o autoridad pueda oponerse a los designios de "arriba", sin ser amenazada de muerte, cuando no agredido, azotado o perseguido.

Liliana Romero, oriunda de Mar del Plata, con sus 66 años, decidió poner coto a la situación que desde años viene soportando el vecindario en silencio, cansado de luchar contra las "corporaciones" de poder que lucran con estas actividades pero que las soporta el vecino a diario, sin otra reacción que la de tratar de no mirar y menos hablar.

Liliana dijo, sin muchas vueltas, que ya no soporta vivir con escándalos en las madrugadas, venta de drogas, alcohol, sexo a la vista de todos y jóvenes desnudos exhibiendo "siliconas" al por mayor, sin ningún pudor ni vergüenza.

Intolerancia y violencia contra los reclamos, esa es la respuesta

"Hace más de un año que vivo aquí en Salta, jamás imaginé que los gobernantes condenen a algunos vecinos a soportar día y noche las actividades ilícitas de mujeres y hombres que se prostituyen, drogan y realizan todo tipo de escándalos (generalmente pelean por las esquinas más iluminadas), mientras los vecinos deben cerrar sus puertas y no escuchar, no hablar ni intervenir so pena de sufrir un atentado en contra de su persona", denunció la vecina, y agregó que "yo ya no tengo miedo, no tengo hijos y mi lucha es por aquellos vecinos que por miedo a las represalias no quieren ponerle coto a este asunto tan grave, apenas a unas cuadras del centro de la ciudad. No hay derecho a no poder dormir, a que en tu jardín o zaguán entren a hacer sus cosas o a drogarse".

Por otra parte dijo que "lo peor es que este movimiento generó un albergue transitorio que funciona día y noche con toda clase de parejas, incluso chicos, está en calle Corrientes aparentemente es legal, pero de noche, sobre calle Alberdi, se enciende un prostíbulo donde ingresan varios chicos y al rato salen travestidos a las distintas esquinas y traen a sus clientes hacia ese lugar que funciona también con mujeres, que llegan pero no salen. Esto lo digo porque lo investigué, incluso hablé con la dueña del lugar pero no hay solución".

Luego relató que, "lamentablemente, mi lucha por poner fin a estas actividades hizo que me declarasen la guerra y en el mes de diciembre un travesti me azotó en la calle, cuando estaba rodeado incluso de dos policías. Días después otro me atacó cuando lo filmaba al amanecer y me quitó los lentes y me los destrozó y nadie hizo nada".

Amanecer con alcohol y sustancias, los vecinos guardados.

La mujer dijo que denunció los hechos "n la policía local y en la Federal esperando respuestas, pero nada aún. Le envié notas solicitando entrevistas al jefe de Policía, Miguel Ceballos; al fiscal general federal Ricardo Toranzos y me fui incluso a una oficina adonde las mujeres que sufren discriminación o abusos pueden acudir en busca de ayuda y qué me dijeron: "Usted no es víctima de nada", o sea oficialmente a una mujer mayor le niegan en su propia cara que recibió golpes, minimizan las amenazas de muerte, la mala vida que llevo y soportar lo que ya no quiero ni ver, porque siento vergüenza ajena y me envían de vuelta como para que asuma mi culpa por querer vivir ahí, justamente donde se consuma un negocio que está a ojos vista organizado para el lucro de muchos".

Liliana Romero suspira y vuelve a cargar contra lo que entiende su derecho a vivir y dejar vivir, y reflexiona: "No estoy en contra de las libertades de estas chicos de prostituirse o drogarse, pero esa libertad me condena a mí a no dormir, a los vecinos a encerrarse y a cerrar todo para que sus hijos no vean la degradación del ser humano en su máximo esplendor. A mí nadie del Gobierno ni de la Policía me quiso escuchar, solo me envían notas donde me informan que tienen temas más importantes que atender, que están de licencia o cualquier excusa que puedan imaginar y ahora solo me quedan los medios para luchar contra lo que considero un abuso sobre los vecinos, que soportan droga, prostitución, escándalos que no se pueden narrar, peleas, exhibiciones obscenas, hilo dental, siliconas, amenazas de muerte, robos, cafishios y demás", denunció Liliana e ironizó: "Tienen razón, no soy yo la víctima, es el negocio el que sufre".

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