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¿Puede hacerlo Sergio Massa?

Hasta ahora ninguno de los "objetivos" se ha alcanzado y no existe ningún "plan" para combatir la inflación, como no sean los parches refritados de acuerdos y otros controles, arcaicos y sistemáticamente fracasados.
Miércoles, 18 de enero de 2023 01:33

¿Puede hacerlo Lloyd George? Para las elecciones de 1929, y ante las puertas de la formidable crisis económica de ese año en el mundo que se proyectó hasta la Segunda Guerra Mundial, Keynes escribió un breve artículo en defensa del plan de obras públicas propuesto por Lloyd George, quien había sido primer ministro de Gran Bretaña en la Primera Guerra Mundial (aunque no ganó en esta nueva oportunidad) para intentar reducir el desempleo.

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¿Puede hacerlo Lloyd George? Para las elecciones de 1929, y ante las puertas de la formidable crisis económica de ese año en el mundo que se proyectó hasta la Segunda Guerra Mundial, Keynes escribió un breve artículo en defensa del plan de obras públicas propuesto por Lloyd George, quien había sido primer ministro de Gran Bretaña en la Primera Guerra Mundial (aunque no ganó en esta nueva oportunidad) para intentar reducir el desempleo.

El artículo no estaba dirigido a explicar el plan de Lloyd George, sino a fundamentar las chances que tendría de lograr sus propósitos, habida cuenta de que la visión dominante entre los economistas y políticos de la época era que la producción de la economía era fija (una idea que muchos economistas aún sostienen) y que, consecuentemente, si se empleaban recursos para realizar obras públicas que dan empleo deberían retraerse también recursos que se utilizan en otras áreas y que también proporcionan empleo, con lo que la iniciativa no cambiaría nada.

Por el contrario, destacaba Keynes, existían recursos desempleados (íjustamente los trabajadores desocupados!) porque el PBI había caído, con lo que la obra pública, lejos de detraer recursos a la economía, podía volver a ocuparlos, restableciendo el pleno empleo.

Como es seguramente conocido, el plan de Lloyd George no pudo llevarse a cabo al caer derrotado en las elecciones, pero en cambio sus ideas (respaldadas por Keynes) mostraron plena y trágicamente su efectividad durante la Segunda Guerra Mundial, cuando el rearme que el conflicto conllevó logró el pleno empleo buscado.

En Argentina y 83 años después

Como Alicia en el país del espejo, Massa se enfrenta a un mundo exactamente al revés de aquel que vivía Lloyd George. En efecto, a diferencia de la Gran Bretaña de 1929, en la Argentina existe un desempleo relativamente reducido (ficticiamente, por cierto, al "resolverse" con empleo público y "planes" diversos), y la economía padece inflación en lugar de deflación (caída en los precios), a la vez que el PBI, aunque modestamente, muestra un leve incremento en relación al año anterior, siendo su discreto aumento fruto de la carencia de importaciones por los cepos cambiarios y no por falta de estímulos del consumo y la inversión asociados a una crisis, sino a la caída de ingresos reales por la inflación, en el caso del primero, y justamente de la falta de dólares y seguridad jurídica, en el caso de la inversión.

Junto con esta imagen especular de la economía argentina respecto a los problemas que enfrentaba el Reino Unido en 1929, existe también otra diferencia con el "plan" que propone Massa, ya que si bien este es objetable desde numerosos frentes, tiene a su favor que, más tácita que explícitamente, muchos reconocen que sería "el único posible", habida cuenta de los conflictos internos fenomenales que muestra el gobierno actual y de la huida en bandada de los economistas "acertados", a quienes se les habría ofrecido y podría proponerse en el futuro el Ministerio de Economía. En otras palabras, "es este plan, o ninguno".

El problema con el "plan" de Massa es que, por una parte, lo que propuso al asumir el Ministerio fue bastante poco y confuso, a la vez que no dijo mucho (por no decir nada) respecto a los instrumentos que emplearía para, principal y fundamentalmente, abatir la inflación y resolver la escasez de moneda extranjera, que son los dos principales problemas de la economía argentina, junto con la deuda interna y externa que se hace cada vez más inmanejable.

En el tiempo transcurrido desde su llegada al Ministerio, lo poco que se vio fueron los "dólares - sastre", o dólares a medida de las fuentes de suministro de ellos (y a medida que se los necesitaba con mayor imperativo por parte del Gobierno), junto al incumplimiento de su promesa de congelar las vacantes en el Estado, negada con el ingreso de nuevos agentes en planta permanente, más otros "goteos" de ingresos de personal menos visibles.

Claramente, ninguno de los "objetivos" planteados se ha alcanzado, al contrario, y se aprecia que no existe ningún "plan" para abatir la inflación, como no sean los parches refritados de "precios cuidados", "precios justos" y otros por el estilo, necesariamente condenados al fracaso conforme la evidencia histórica lo confirma.

Este era el título de un tango, no muy conocido, de Astor Piazzolla, y en el caso de la economía argentina, "lo que vendrá" no será nada bueno o superador, por varias razones que se señalan seguidamente.

En el caso de la inflación es probable que los "precios justos" logren, al menos en las estadísticas, una desaceleración inflacionaria inicial, pero a costa de más problemas a futuro, porque, por una parte, los acuerdos alcanzan a las fábricas productoras de alimentos, principalmente, pero el control de toda la cadena de comercialización es de imposible cumplimiento. Adicionalmente (y como ocurre en todos los casos en que se intentan controles de precios), se producirán faltantes porque los productos comparativamente más baratos se venderán primero y las fábricas e intermediarios son reacios a reponerlos a más velocidad cuando existe la incertidumbre en el éxito del "plan". Existen además otros problemas, como los posibles cambios en la presentación de los productos (típicamente, peores envases o reducción en su tamaño o peso).

A lo anterior se añade otro problema, que consiste en que, al restringirse los "precios justos" a una parte minúscula de todos los bienes y servicios que se transan, se presentará una asimetría entre aquellos y los "liberados", lo que dará lugar a una distorsión de los precios entre unos y otros, a lo que se suma "el día después", o sea, qué pasará cuando el plazo de los "precios justos" llegue a su fin.

¿Qué puede esperarse hasta el desemboque electoral? Los "dólares-sastre" seguirán multiplicándose conforme la necesidad del Gobierno y manteniendo la ficción del dólar oficial, esperando que la solución definitiva, o sea, la liberación y unificación del tipo de cambio, la lleve a cabo el próximo gobierno, que el peronismo desesperadamente desea que recaiga en la oposición, porque no puede, a cargo, estirar la agonía de la economía por los próximos cuatro años desde 2023 en adelante si pretende no quedar extinguido políticamente en forma definitiva, y tampoco tiene chances de ganar las próximas elecciones presidenciales.

En definitiva, el "plan Massa", de no mediar una catástrofe prematura, intentará "mantener los platos en movimiento", como en los entretenimientos de los prestidigitadores, procurando llegar lo más decorosamente a las elecciones de 2023. Por otra parte, y descartada en principio Cristina como gran atractor, los esfuerzos del peronismo se orientarán verosímilmente a promover, indirectamente sin dudas, a Javier Milei, como mínimo a llegar a segunda vuelta (ya que el peronismo muy probablemente saldrá tercero), oportunidad en que lo apoyará explícitamente, porque "las piedras" resultarán más fáciles de tirar a un partido (el de Milei) que tendrá menos representatividad en el Congreso. La estrategia del peronismo se volcaría entonces a las elecciones de 2027, donde Massa podría decir: "¿vieron que yo no era tan malo?".

 

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