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"La caída de la Casa Usher", tan buena que enorgullecería a Poe

Es una miniserie imbatible entre las preferidas de los usuarios de Netflix. Ha reactivado el interés por el escritor gótico, célebre por sus cuentos de terror.  
Jueves, 16 de noviembre de 2023 01:51

Un terror atractivo, pero con estilo. Popular, pero grandilocuente en sus aspiraciones. Así es "La caída de la casa Usher" y le cabe igual definición a toda la obra de Mike Flanagan. Si en 2021 en "Misa de medianoche", otra miniserie para Netflix, Flanagan usaba el terror como herramienta y no como objetivo, con pocas imágenes pavorosas y aún más tímidos sustos, y aquella se erigía como el enfoque más audaz que el director y productor de cine estadounidense había hecho jamás hacia el lado kitsch, explícito y confrontativo de la ficción de terror, "La caída..." demuestra que aquello fue un mero ensayo de las grotescas dimensiones que alcanzaría en el porvenir.

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Un terror atractivo, pero con estilo. Popular, pero grandilocuente en sus aspiraciones. Así es "La caída de la casa Usher" y le cabe igual definición a toda la obra de Mike Flanagan. Si en 2021 en "Misa de medianoche", otra miniserie para Netflix, Flanagan usaba el terror como herramienta y no como objetivo, con pocas imágenes pavorosas y aún más tímidos sustos, y aquella se erigía como el enfoque más audaz que el director y productor de cine estadounidense había hecho jamás hacia el lado kitsch, explícito y confrontativo de la ficción de terror, "La caída..." demuestra que aquello fue un mero ensayo de las grotescas dimensiones que alcanzaría en el porvenir.

Incluso la estructura de la trama se presta a un ejercicio de sangre del tipo gore. Conocemos a la familia Usher, una dinastía de multimillonarios de la industria farmacéutica, en un momento de crisis: mientras el gobierno estadounidense, encabezado por el fiscal Auguste Dupin (Carl Lumbly), intenta finalmente responsabilizar al clan por las miles de muertes causadas por el analgésico altamente adictivo que vende su empresa, los herederos del magnate Roderick Usher (Bruce Greenwood) comienzan a morir, uno a uno, en circunstancias más que violentas y misteriosas.

"La caíca de la casa Usher" lo tiene todo

Hay seis "niños" Roderick, lo que significa que cada uno de los episodios del núcleo de la miniserie (el primero y el último están reservados para presentar y cerrar la historia) está dedicado a profundizar en las neurosis de uno de ellos y culmina en un río bermellón que marca su despedida de la trama. Pieles quemadas y derretidas por agentes químicos, rostros deformados por ataques de animales, cuerpos mutilados creativamente por "accidentes" absurdos, "La caída de la casa Usher" lo tiene todo, y nos revela Mike Flanagan (guionista de siete de los ocho episodios y director de cuatro de ellos) que no solo conoce y alude a las imágenes más escatológicas del horror, sino que simplemente se deleita en ellas.

Quizá parte de esto tenga que ver con la materia prima de "La caída...", que corta y pega elementos de varias obras del escritor Edgar Allan Poe en una trama casi enteramente original. No es exactamente un proceso extraño para Flanagan, quien ha torcido y reposicionado clásicos de Shirley Jackson y Henry James en dos temporadas de sus series antológicas "La maldición de Hill House" (2018) y "La maldición de Bly Manor" (2020), respectivamente, también en Netflix, pero hay una reverencia adicional en las libertades creativas tomadas por "La caída...". A pesar de toda su "modernización", la miniserie parece no querer o no poder separarse de los elementos alegóricos de la escritura de Poe, del horror cósmico que (a diferencia de Lovecraft, por ejemplo) fue capaz de sugerir a partir de elementos escénicos comunes.

"La caída de la casa User", de lo familiar a lo escalofriante

Como las mejores obras de Poe, "La caída..." subvierte lo familiar en lo escalofriante a través de un impulso iconográfico irresistible, y representa, hace teatro, la realidad en la que fue creada sin necesidad de decir mucho al respecto. De ahí que los largos monólogos que alguna vez fueron el pan de cada día del drama de terror de Flanagan se transformen en intercambios más rítmicos entre personajes, momentos más fugaces de introspección: la prosa convertida en poesía, en cierto modo. Y los actores que componen el habitual grupo de colaboradores del director se vean obligados a alejarse de los intrincados soliloquios shakesperianos para viajar en el terreno profano de la caricatura.

Quizá no sea sorprendente que allí se lleven muy bien, cada uno a su manera. Henry Thomas deja que su Frederick descienda completamente hacia la parodia, una montaña de nervios y glándulas sudoríparas en equilibrio sobre un esbozo de identidad emocional.

Samantha Sloyan (Tamerlane Usher) vuelve a caer en la rabia que ya había expresado como Bev de "Misa de medianoche", pero enciende el fuego que arde en su interior hasta el punto de ebullición, creando un retrato fascinante de la vida en un "castillo".

Los gemelos Usher

Las dos actuaciones clave para entender la serie, sin embargo, provienen de Bruce Greenwood, el hermano gemelo de Madeline Usher y el corrupto director ejecutivo de Fortunato Pharmaceuticals, y Carla Gugino, Verna, la misteriosa desconocida proveniente del pasado de los gemelos Usher, que irrumpe en las vidas de los herederos de la familia y cuyo nombre es un anagrama de la palabra cuervo. Ambas son fundamentales por sus puntos de convergencia y los abismos que existen entre ellos. Greenwood proporciona una base dramática para la serie, construyendo un multimillonario que es perfectamente odioso, absolutamente culpable, pero nunca carente de alma o seriedad personal. Es comprensible por qué la gente le daría poder, tanto como la aleatoriedad de los sistemas de poder que lo pusieron allí. Gugino, por su parte, representa los vuelos más atrevidos de "La caída..." hacia el territorio del kitsch: lo siniestro, lo grotesco, lo falso, la absoluta -y sin restricciones- teatralidad.

En su lenguaje corporal y entonación de voz, Gugino es capaz de ser intimidante, tierna, despiadada y carismática, pero nada que se encuentre en algún punto intermedio. Ella es la identificación indómita de "La caída...", incluso cuando recita el verso más sofisticado de Poe, que se adapta perfectamente a una serie que analiza a los directores ejecutivos farmacéuticos del mundo, con su riqueza obscena respaldada por pirámides de cuerpos inocentes, y los reduce a criaturas de impulso.

"La caída..." mira a los privilegiados y a los crueles como monstruos de una humanidad que ha escapado por completo de su propio control y se dirige inexorablemente a la tumba. Lo mejor que podemos esperar es un poco de misericordia en el camino. Que -spolier- no la habrá, pese a que Verna a varios personajes -como a Morella Usher, esposa de Frederick y madre de Lenore- parece invitarlos a ejercer su libre albedrío. Acá no habrá opciones, todo se corresponde con el apetito, el antojo y el capricho de Verna. Y sin dudas, Poe, eterno pesimista y eterno romántico, estaría orgulloso de ello.

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