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6 de Mayo,  Salta, Centro, Argentina
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El intrépido misionero que evangelizó entre los cerros

Este jueves se cumplieron 12 años de su fallecimiento. El Tribuno publicó sus andanzas evangelizadoras en medio de los cerros hace 20 años atrás.
Domingo, 26 de noviembre de 2023 02:55

"Tiene la facha de Indiana Jones, se viste como aventurero y vive como tal; recorre las montañas de la zona, visita 21 escuelas de altura, duerme donde lo sorprenda la noche, sabe cómo sortear el frío, conoce las quebradas y taconeando su mula no se detiene jamás".

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"Tiene la facha de Indiana Jones, se viste como aventurero y vive como tal; recorre las montañas de la zona, visita 21 escuelas de altura, duerme donde lo sorprenda la noche, sabe cómo sortear el frío, conoce las quebradas y taconeando su mula no se detiene jamás".

Así escribí la nota cuando recién empezaba su tarea misionera. Era Maximiliano Sigfrido Moroder. Se publicó el día 8 de mayo de 2003 en El Tribuno. Fue la primera nota periodística a "Chifri" por su trabajo en los cerros de Salta. En aquel entonces, Sigfrido tenía 38 años cuando lo conocí en Las Capillas, paraje a 3.800 metros de altura y bien adentro de los cerros de Santa Rosa de Tastil, y de las nacientes del Akay.

Quien escribe esta nota andaba buscando antigales y algunas historias de los lugareños de esos ignotos parajes, sobre campanas misteriosas que se escuchaban en los cerros. Fue entonces cuando me topé con este cura intrépido, montado en una mula. Su audacia para salir a evangelizar en los parajes más remotos de las alturas de la Puna y la precordillera salteña me sorprendió.

Nos sumamos a su andar, y logramos bajar por una cuesta muy complicada conocida como "Engañano", porque parece que en poco tiempo se la puede sortear y resulta que después de varias horas se logra descender, muy estropeado de cuerpo. Allá abajo, era el destino de ambos: Las Capillas. Yo iba por otros menesteres y él a la fiesta en Honor a la Virgen del Valle.

Por ese entonces, ya tenía en mente la idea de recorrer cerro tras cerro volando en parapente. En su visita a Las Capillas, llegaba con el propósito de llevar a cabo una misa en medio de los cerros, con procesión y todo. "Siempre quise trabajar en lugares alejados para llevar la palabra de Dios", contó el sacerdote.

Me convenció de que las personas deben compartir para estar en gracia con Dios. Terminé confesándome con "Chifri" en una tarde de paisajes y luces en las nubes. Tenía ese don especial de fortalecer al necesitado. Un buen hombre, un buen sacerdote. Así lo conocí: a doce años de su partida y a 20 de aquel encuentro en medio de los cerros de Campo Quijano

Después de la fiesta patronal, los lugareños nos invitaron a disfrutar de un suculento cabrito y unos vinos reservados para la ocasión. "Chifri" compartió con todos el entusiasmo de la fiesta patronal del cerro. Observé detenidamente que este buen hombre tenía algo especial. La gente lo escuchaba con atención y respeto.

  La primera nota publicada por El Tribuno al padre Chifri.

"La gente del cerro vive acorde a su paisaje, con limpieza y aire puro", me dijo en la entrevista que luego se publicó en El Tribuno. Ese día celebraban la fiesta en honor a la Virgen.

Días después mi recorrido terminó en otro paraje, en Las Mesadas, donde nuevamente me encontré con el cura. En medio de una casa de adobe, conversaba con la gente y ayudaba a reparar un techo de barro y paja que estaba muy deteriorado. Le pregunté: "¿Qué hace por acá? ¿No tiene vida usted?". Su respuesta fue reveladora: "Mi vida es ayudar a los demás".

Una obra que sigue vigente y cumple sus sueños

La Fundación Alfarcito recordó al padre Chifri en el mismo lugar donde concretó su obra. Él fue enviado a esa vasta región en el año 1999. Su esfuerzo fue promover la economía de las comunidades andinas, el estudio de los niños y jóvenes para que tengan las herramientas necesarias para su desarrollo.

Para poder conocer detalladamente cada rincón de los valles y quebradas se adentró por cada camino y senda, con su sombrero, una mochila, su rosario y una carpa para dormir donde lo sorprendiera la noche, descubriendo comunidades que vivían aisladas y alejadas de los centros urbanos. En ellos encontró capacidades y potencialidades que buscó desarrollar, respetando siempre sus usos y costumbres.

Su personalidad simple y franca, le permitió ganarse el corazón de las personas. Llegaba con su poncho y su guitarra, cantando coplas para enseñar a alabar a Jesús y a la Virgen María. Poco a poco se metió en sus corazones donde su recuerdo sigue vivo.

En octubre del año 2004 sufrió un accidente, practicando parapente, con el que pretendía llegar por aire a cada paraje. Una ráfaga de viento lo lanzó hacia unas rocas, causándole serias lesiones en la médula, que le impidieron caminar. Lejos de abatirse, su fe en Dios y su amor por los más necesitados, lo llevaron a sobreponerse y continuar con su obra evangelizadora.

Las enseñanzas de Chifri perduran. Él sembró una semilla que da más y mejores frutos cada año.

El director Aldo Palacios de la Escuela 4526, del paraje El Rosal, organizó un acto con los maestros y alumnos para recordar al padre Chifri. Invitó a los padres y a la Fundación Alfarcito.

El acto se desarrolló con bailes y coplas típicos de los cerros de la Quebrada del Toro, con una intensa participación de los niños. Ellos saben perfectamente quién es el padre Chifri, gracias a que Aldo les cuenta a diario alguna historia y todo lo que logró para poder ayudar a las comunidades.

Un árbol y un recuerdo 

Durante los homenajes a Chifri hubo un momento de oración en la capilla construida en honor a Santa Teresita.  Esta capilla tiene un significado muy especial. Chifri propuso a las familias del paraje construirla y todos trabajaron intensamente para ello. Además, al regresar a los cerros luego de su accidente, fue donde celebró su primera misa, cuando aún faltaba terminarla. Posteriormente los alumnos y los invitados plantaron un molle, para que todos tengan siempre presente al "Ángel de los Cerros". Entre todos cavaron y regaron el pozo, para luego colocar el arbolito y una placa en la cual se puede leer: "Sembrando los valores del padre Chifri".

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