Durante veinte años, alrededor de quince familias están lidiando con las inundaciones en La Silleta. La negligencia y la ausencia de controles son evidentes. Cada vez que llueve un arroyo se desborda, causando serios inconvenientes a los vecinos que viven junto a la ruta nacional 51. Además, el camino que conecta La Silleta con Campo Quijano y la capital de Salta se colapsa, impidiendo el acceso al pueblo por esa ruta. El lunes por la tarde el agua alcanzó una altura de cuarenta centímetros en las casas de muchos vecinos cuyas propiedades bordean la ruta. El tráfico se interrumpió y nadie podía moverse en ninguna dirección. La familia de Marcela Salva sufrió especialmente, ya que tuvo que derribar una pared de una habitación para permitir que el agua acumulada en el interior de su casa pudiera salir.
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Durante veinte años, alrededor de quince familias están lidiando con las inundaciones en La Silleta. La negligencia y la ausencia de controles son evidentes. Cada vez que llueve un arroyo se desborda, causando serios inconvenientes a los vecinos que viven junto a la ruta nacional 51. Además, el camino que conecta La Silleta con Campo Quijano y la capital de Salta se colapsa, impidiendo el acceso al pueblo por esa ruta. El lunes por la tarde el agua alcanzó una altura de cuarenta centímetros en las casas de muchos vecinos cuyas propiedades bordean la ruta. El tráfico se interrumpió y nadie podía moverse en ninguna dirección. La familia de Marcela Salva sufrió especialmente, ya que tuvo que derribar una pared de una habitación para permitir que el agua acumulada en el interior de su casa pudiera salir.
El flujo de agua fue enorme, proveniente de un arroyo secundario, sin nombre y sin mantenimiento, donde desembocan las aguas de las acequias de la zona alta de las fincas de La Silleta. Muchos de estos canales internos, más arriba, son bloqueados por los propietarios de las tierras, que parecen no preocuparse por nada, y cuando fluyen caudales como el de ayer desbordan en la ruta 51 a través de un alcantarillado precario.
La ruta se corta con por la acumulación de agua
Los cortes en la ruta nacional 51 en el ingreso a La Silleta duran más tiempo debido a estos anegamientos. Cabe recordar que este camino internacional es utilizado por camiones que suben a la Puna salteña.
Carlos "Lupi" Cruz, concejal de Campo Quijano con residencia en La Silleta, culpó directamente a Recursos Hídricos de la Provincia, por la falta de obras y controles. "Hace tiempo que venimos gestionando obras necesarias, no esto que hacen de limpiar un poco el arroyo que cruza la ruta 51. Antes, en la parte alta las acequias eran derivadas al otro arroyo de la zona este, conocido como Los Nogales. Con los proyectos inmobiliarios privados, para evitar inundaciones las acequias terminan en este arroyo, que acaba inundando todo el acceso al pueblo. Cada año es peor. Los vecinos son afectados y en la ruta no se puede circular. Todo por la prepotencia de algunos dueños de fincas que derivan sus aguas a este arroyo. Y ante la falta de control del Estado, todo se inunda".
Se perjudican los vecinos de La Silleta
A pocos metros del punto crítico se encuentra la casa de Gustavo Serapio. En el frente de su propiedad todavía se puede ver la marca del nivel de agua que entró en su casa. "Esto ocurre hace décadas, y ninguna autoridad logró resolver el tema. Al contrario, protegen a los ricos y perjudican a los vecinos que tenemos que soportar las inundaciones en verano. El agua entró en mi casa hasta una altura de cuarenta centímetros. No sabíamos qué hacer. Toda el agua de la ruta terminó en mi casa", describió.
Otro vecino, Hugo Colque, experimentó lo mismo, con el agravante de que no podía llegar a su casa porque estaba volviendo de su trabajo en la ciudad de Salta. "Ese arroyo es el desagüe de todas las acequias de la parte alta de La Silleta. Nadie controla a los que obstruyen las acequias. El año pasado apareció un funcionario de Campo Quijano con acento porteño diciendo que estaban evaluando una solución inmediata. Ahora tenemos un nuevo intendente y todo sigue igual. Somos el desagüe de las fincas que ya no se inundan, y nosotros recibimos esas aguas".