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“Las plazas y los placeros vamos a estar agradecidos de que la gente nos valore”

Miguel Angel Cruz (70) es el encargado de cuidar la parquización de la plaza Güemes desde hace casi dos décadas. En diálogo con El Tribuno contó los detalles de su oficio y algunas anécdotas.
Jueves, 16 de marzo de 2023 10:43

“Soy el placero Cruz y me encargo del cuidado de las plantas desde hace 18 años”. Así se presentó don Miguel Angel (70), quien desde hace prácticamente dos décadas es el encargado de la céntrica plaza General Güemes, enfrente de la Legislatura provincial. 

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“Soy el placero Cruz y me encargo del cuidado de las plantas desde hace 18 años”. Así se presentó don Miguel Angel (70), quien desde hace prácticamente dos décadas es el encargado de la céntrica plaza General Güemes, enfrente de la Legislatura provincial. 

En diálogo con El Tribuno el hombre contó que, si bien tiene esa ocupación por una necesidad laboral surgida allá por 2005 cuando perdió su empleo en una empresa de energía, hoy le tiene un profundo cariño y admitió que lo ayudó a desarrollar una serie de habilidades que lo enorgullecen. “Tengo mano para las plantas. Todo lo que pongo crece gracias a Dios”, expresó con entusiasmo.

El hombre detalló que su tarea incluye el mantenimiento del parquizado y muchas veces de vigilancia, para evitar que lo dañen. Sobre este punto en particular, relató con un dejo de tristeza: “Han cambiado mucho las cosas desde el tiempo en que comencé de placero. En general, se ve mucha falta de respeto. No se valora ni se cuida el espacio público. Es como que a la gente no le importara nada”. 

 

 

Consultado sobre qué tipo de situaciones le tocó vivir, señaló: “Los fines de semana son los más delicados, cuando los jóvenes salen de la zona de la Balcarce rompen las plantas sin ningún sentido. Hasta se llevaron rosales que arrancaron de raíz. Durante la pandemia llegaron a robar como un centenar de plantas”.

 

Apuntó, además, a que los pinos también se encuentran en la mira de los desaprensivos. “Parece que venden las ramas para hacer coronas, porque hasta se detectó gente que carga los baúles de los remises con gajos. Muchas veces los árboles no soportan tanta agresión y se secan”, se lamentó.

 

Anécdotas

En cuanto las cosas más curiosas de las que le tocó ser testigo, recordó que hace varios años, a la medianoche, paró una camioneta petitera y bajó una pareja con un colchón que ubicó debajo de una morera. “Las ramas de ese árbol son llovidas, como las ramas de los sauces y forman como un túnel cuando están largas. Así que esta pareja puso el colchón ahí adentro y no se veía nada desde afuera e hicieron el amor. Sí, así como lo oye: tuvieron sexo”, recordó. 

Alertado por un transeúnte sobre lo que estaba sucediendo en ese rincón de la plaza, don Cruz se acercó para reclamar la inaceptable conducta y recibió una explicación inesperada: “Discúlpenos. Somos un matrimonio grande y siempre habíamos tenido esta fantasía. Vimos la oportunidad y la cumplimos”, le dijeron mientras se retiraban del lugar.

 

En otra oportunidad, hace casi un año, un abuelo de unos 80 años pasó un largo rato sentado en un banco viendo el diario transitar de la gente que viene y va. En determinado momento, al retirarse del lugar olvidó un paquetito de papel de astraza.

“Al pasar por allí vi el envoltorio y lo levanté. Tenía unos $150.000 en su interior. El señor lo había dejado acomodadito en un costado. Junto al dinero había unos papeles con su nombre. Al cabo de una hora el abuelo regresó preocupado y le pregunté qué andaba buscando, a lo que me respondió con sus ojitos llorosos: unos papeles importantes que me dejé olvidados”, detalló el placero. 

Para corroborar que se trataba de su legítimo propietario, don Cruz le pidió que le dijera el nombre. Constatada la identidad, le devolvió todo el dinero. El abuelo se puso a llorar, le agradeció y se fue. “Pasó un rato y reapareció con un sandwich y una gaseosa y compartimos un rato juntos”, recordó.


Valorar el espacio público

Mantener el parquizado de las plazas no es una tarea sencilla, requiere del trabajo constante de un grupo de gente destinada a esa labor, que se dedica al regado, abonado y a las podas, entre otras cuestiones. Pero, sobre todo, requiere de la valoración de la gente, de quienes usan y disfrutan de esos espacios verdes que sirven para el esparcimiento, para hacer un alto en el diario trajinar, para el encuentro y que constituyen pequeños pulmones en un mar de cemento. Sin embargo, la realidad es otra. 

 

“Sería muy lindo que se tome conciencia de la necesidad de cuidar estos espacios y de no dañalos. Todo lo que tiene una plaza persigue un único objetivo: hacernos felices. Es injusto que los agredamos”, señaló. 

 

“Es mucho el sacrificio que hay que hacer para que el pasto esté verde, las plantas saludables y los árboles frondosos. Todo se hace a mano, con manguera, pala y pico. Nosotros los placeros, al igual que las plazas vamos a estar muy contentos y agradecidos si se nos valore”, concluyó don Miguel Angel, mientras acomodaba sus modestos enseres en un pequeño y oscuro cuartito ubicado debajo del mástil mayor, justo enfrente del imponente edificio de Legislatura.


Plaza General Güemes

La plaza General Güemes se encuentra ubicada entre las calles Mitre, Balcarce, Rivadavia y Leguizamòn, enfrente del Palacio de la Legislatura de Salta. Lleva su nombre en honor al Héroe Gaucho. En un principio fue el lugar elegido para albergar su monumento, pero por diferencias ideológicas de la época, el general Riccheri propuso que sea al pie del cerro San Bernardo, donde se ubica actualmente. En su lugar se erigió un monumento en honor a Don Hernando de Lerma, fundador de la ciudad de Salta en 1582.

En sus veredas también se realizan determinados días a la semana una feria de artesanos, que ofrecen productos de cerámica, madera, alpaca, tejidos, cueros, pinturas decorativas, manualidades y dulces regionales.

Sus jardines alberga la rara especie de árbol de papel de flores amarillas, tipas, lapachos, naranjos, corona de novia, amarantos, dalias, rosas, entre otro centenar de variedades de plantas. 

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