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4 de Mayo,  Salta, Centro, Argentina
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Los síes y los noes para los futuros egresados, la primera pelea del año

En los grupos de padres se pelean por las contrataciones para agasajarlos. Qué se recomienda tener en cuenta para adecuarse a las edades de los festejados.   
Martes, 16 de mayo de 2023 01:49

Cada año lectivo, la primera pelea del año en los grupos de whatsapp de padres se da por la resolución de qué se hará con los egresados. Cómo ponerse de acuerdo en relación con la modalidad, el precio y las empresas que se contratarán para hacerles el acto, la cena de colación (o el día de campo previo o posterior a esta), los buzos y remeras que identifiquen a la promoción, los gastos del banderazo, etcétera.

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Cada año lectivo, la primera pelea del año en los grupos de whatsapp de padres se da por la resolución de qué se hará con los egresados. Cómo ponerse de acuerdo en relación con la modalidad, el precio y las empresas que se contratarán para hacerles el acto, la cena de colación (o el día de campo previo o posterior a esta), los buzos y remeras que identifiquen a la promoción, los gastos del banderazo, etcétera.

Sin dudas en estos tiempos se constata un "vaciamiento" de la palabra egresado. Antes se consideraba que les cabía este adjetivo a aquellos que salían de un establecimiento educativo después de haber terminado los estudios secundarios o completado la formación superior.

Sin embargo, ahora se les dice egresados por extensión a los que acaban el nivel inicial y el primario. Se les coloca el birrete y se les organiza un acto de colación solemne a niños de cinco años y también a los de doce. Además, a los alumnos que concluyen el séptimo grado a usanza de los quinto año también se les ha impuesto una vestimenta identificatoria de promoción.

El Tribuno consultó al respecto a la psicóloga Carina Salas, directora del Centro de Psicoterapias de Salta (Cepsi), quien señaló que concuerda con que hay un despojamiento de contenido del egresado.

"Me fui a buscar qué dice la Real Academia Española en su diccionario sobre la palabra egresado y lo define como salir de un establecimiento docente después de haber terminado los estudios. Y está bien que los logros se festejen, es adecuado y absolutamente saludable, pero nosotros nos tenemos que preguntar de qué manera", afirmó.

Entonces, ¿se debe sobreabundar en este festejo, en este "merecimiento" que implica una gran erogación familiar? ¿Qué implicancias tiene para los alumnos cuyos familiares no pueden costearlo? ¿Es grave para la psiquis de la infancia y la adolescencia "el no estar a la altura" "el no pertenecer"?

"Egresar siempre está acompañado de determinados rituales que deben ser apropiados y fundamentalmente coherentes con las diferentes etapas evolutivas de los alumnos y las posibilidades de las familias. Por eso, en el festejo todo lo vinculado con el halago no debería ir acompañado de unos gastos que superen aquello que la familia esté en condiciones de afrontar. Esto me hace acordar a lo que sucede muchas veces con las festividades de fin de año, cuando las familias se endeudan y gastan más de lo que pueden y luego, amparados en los excesos frutos de un determinado momento de la vida, están expuestos a grandes privaciones", advirtió.

Asimismo señaló que se debe considerar que los adolescentes necesitan pertenecer y para ellos esto es especialmente importante, si bien es primordial para todos los seres humanos porque se trata de una necesidad humana universal.

"El grupo de pertenencia va a influir en la construcción de la identidad y en el desarrollo de variables afectivas tales como el autoconcepto. Es decir, la idea que tengo acerca de mí; la autoestima, o sea, el aprecio que voy a construir acerca de mí, pero a partir del aprecio de los otros sobre mi persona; y otra variable afectiva que influye también es la autoeficacia: cuán capaz me creo en relación con mis logros y mis capacidades", instruyó.

Saltar etapas

Otro cuestionamiento que surge, en particular con el acto, cena o día de campo y viaje para el séptimo grado es si se empuja a grupos con maduración heterogénea a actividades que los acercan más a la finalización de la adolescencia -como la danza en pareja, el traje de gala o el peinado y el maquillaje en un salón de belleza- que a la moratoria infantil a la que tienen derecho quienes así lo deseen y lo sientan. Salas subrayó que la psicología enseña que adelantarse etapas evolutivas o acelerar la adquisición de determinadas competencias no es saludable.

"El niño o el adolescente van perdiendo experiencias importantes para cada etapa evolutiva, experiencias vinculadas a un desarrollo afectivo emocional, social y sexual adecuado y propio de cada etapa. Así convierten a los niños en adolescentes pseudomaduros, que carecerán -muy probablemente- del sentimiento de seguridad, autoestima, autonomía y de aquellos aspectos necesarios para poder afrontar el mundo. Y tenemos que considerar que adolescentes sexomaduros luego se convertirán en adultos pseudomaduros desde el punto de vista emocional. Por lo tanto, siempre recomendamos que a cada etapa evolutiva no hay que saltarla, precipitarla o adelantarla", expresó.

Los adultos deben plantearse los valores que transmiten

¿Por qué se ha perdido cierta sencillez en los festejos y desde el cumpleaños de un año en adelante a todo acontecimiento en la vida de los hijos se lo maximiza al nivel de un casamiento (salón, DJ, espectáculo, decoración y ambientación, candy bar, cabina de fotos, etc,)?

"Muchas veces esto tiene que ver más con necesidades de los adultos o necesidades de ciertos grupos de referencia a los que se toma como modelo y de los que se imitan determinadas conductas o determinadas actitudes como aspectos alcanzar", definió Salas.

Además, en los grupos de padres se puede comprobar que las peleas se disparan justamente por los "delirios" de algunos. ¿Tiene cierto sentido cuando se piensa en las generaciones mayores de la familia que posiblemente no compartan (porque no tienen edad cronológica para estar vivos) estos eventos sociales cuando crezcan los nietos y se reciban del nivel superior o se casen?

"Nosotros como adultos nos tenemos que preguntar qué valores queremos que primen en las festividades vinculadas con las situaciones de egreso. Está maravilloso que los chicos puedan festejar y que puedan festejar saludablemente, porque implica un gran logro finalizar la secundaria o finalizar una carrera universitaria, pero qué es lo que va a primar: ¿la ostentación?, ¿el egoísmo?, ¿el individualismo?, ¿erogaciones muy por encima de lo que las familias pueden? Porque esto coloca fuera del festejo a muchas familias… ¿O van a primar la empatía, la solidaridad, la gratitud? Todo esto, lógico, considerando el festejo de los egresados y que en buena hora y maravilloso que lo puedan hacer; pero no nos olvidemos cuál es el verdadero sentido", explicó Salas.

¿Es natural querer que-todo-sea-como-yo-diga o hay que mantener la conciencia de que si alguien desea determinado festejo rimbombante debe dejarlo para la esfera particular y no obligar a los otros a contratar servicios que exceden en mucho sus posibilidades económicas? ¿Cuánto se debe escuchar a los chicos y no a uno mismo, que busca exorcizar circunstancias no favorables de los propios (o nulos) egresos?

"Con respecto a las consecuencias para los adolescentes estaría bueno que nosotros como adultos nos preguntemos por qué los festejos terminan asociados en gran medida al descontrol y muchas veces a actos de vandalismo, velocidad excesiva, accidentes que pueden prevenirse, situaciones de consumo, violencia creciente. Parecería ser que las festividades vinculadas en torno de los egresos validan estos actos de desregulación y se necesita de un sistema de adultos que no miremos hacia otros lados y que nosotros como adultos también podamos pensar en festividades que sean coherentes, que sean adecuadas, y que no se compensen déficits llenando con excesos", destacó Salas.

Por último, señaló que los adolescentes evolutivamente presentan determinadas conductas de riesgo y que estas se exacerban cuando están junto al grupo, pero que sí a las conductas de riesgo se suman adultos que las validan -e inclusive suman sus propias conductas de exceso, desborde y descontrol-, las consecuencias pueden adquirir una magnitud grande.

 

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