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18 de Mayo,  Salta, Centro, Argentina
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A 50 años de los horrores de Ezeiza: cuando la violencia hizo de la alegría una tragedia

Días después, el vicepresidente 1° del Senado de Salta, Jorge Eusebio Jorge Royo, brindó en la Legislatura un informe.
Domingo, 02 de julio de 2023 02:51

El pasado 20 de junio hizo cincuenta años que el general Perón regresó definitivamente al país luego de un largo exilio. Aquel día de 1973, más de dos millones de personas esperaron en vano el reencuentro con su líder en adyacencias del aeropuerto internacional de Ezeiza. Desde el día antes, cientos de contingentes de todo el país acampaban en cercanía del palco levantado en "El Trébol", plena autopista Ricchieri.

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El pasado 20 de junio hizo cincuenta años que el general Perón regresó definitivamente al país luego de un largo exilio. Aquel día de 1973, más de dos millones de personas esperaron en vano el reencuentro con su líder en adyacencias del aeropuerto internacional de Ezeiza. Desde el día antes, cientos de contingentes de todo el país acampaban en cercanía del palco levantado en "El Trébol", plena autopista Ricchieri.

En la noche de la víspera, el vicepresidente en ejercicio de la Presidencia, Vicente Solano Lima, presidió en la Casa Rosada una reunión con la comisión que tendría a su cargo los dispositivos de seguridad, tanto de la movilización como del palco desde donde hablaría Perón al país.

La jornada del 20 amaneció fría pero con cielo despejado y aunque hubo sol todo el día, la temperatura apenas alcanzó los diez grados después del mediodía. Y como el arribo del avión que traía a Perón recién llegaría a las 15, durante toda la mañana estuvieron arribando al predio de Ezeiza, miles y miles de personas que lo hacían bailando, cantando y vivando al expresidente. Sin dudas, el Día de la Bandera pintaba para ser un día de fiesta, júbilo y celebración.

Contingente cerrillano

Bajo un clima de gran alegría, una multitud se fue aglutinando en cercanías del palco. Entre ese gentío habían comprovincianos nuestros arribados en trenes y colectivos. En un ómnibus de "La Veloz del Norte" había viajado el bullicioso contingente de la Unidad Básica "Emilio Espelta" de Cerrillos. Su responsable era Pedro "Pilín" Salinas y entre sus compañeros estaban José "Michi" Aguirre, Domingo "Pichuco" Escalante, Eduardo "Víbora" Madariaga, José Argañaraz y el conjunto cuartetero "Luis y sus Colombianos" integrado por seis o siete músicos. Y por supuesto, "Pichuco" y Luis viajaban con sus instrumentos predilectos, un bandoneón y el acordeón, respectivamente.

Como el colectivo no pudo avanzar demasiado sobre avenida Ricchieri, sus pasajeros debieron caminar unos tres kilómetros para poder acercarse hasta unos 150 metros del escenario donde hablaría Perón. En esa caminata se encontraron con el móvil de un canal de TV, cuya periodista era Elba "Chunchuna" Villafañe. "No bien nos identificó como norteños -cuenta "Pilín" Salinas a El Tribuno- nos hizo una entrevista. Luego nos contó que había vivido un tiempo en Jujuy junto a su padre militar, y que además, ella había acompañado al general Perón en su primer viaje de regreso al país en 1972. Nos filmó junto a ella y al final nos firmó de recuerdo, las tarjetas de identificación que portábamos. Seguimos marchando -dice Salinas- pero cuando estábamos a una cuadra y media del palco ya no pudimos avanzar más. Yo, pese a haber vivido un tiempo en Buenos Aires, nunca antes había visto semejante multitud. Por eso, el año pasado cuando vi por la televisión la recepción que le hicieron al seleccionado argentino, de inmediato me acordé de aquella multitud que alegremente había ido a esperar a Perón en Ezeiza. Lamentablemente esa felicidad que sentíamos se transformó en un instante, en miedo y terror. Yo vi en medio del tiroteo, a un hombre caer desde lo alto de un eucaliptus, como una bolsa de papa, después de recibir un balazo. Cuando recuerdo esos momentos, siempre me pregunto cómo es que no caímos en cuenta que se nos venía una tragedia. De golpe estábamos boca abajo en el pasto, temblando de miedo, con los brazos tapándonos la cabeza y escuchando el silbido de las balas como si fuera un enjambre de abejas que nunca se iba. Para colmo, cuando en un momento tratamos de arrastrarnos para un bajo, unos tipos con vinchas y sus caras tapadas nos impedían mover apoyándonos la boca del fusil sobre nuestras espalda para inmovilizarnos".

Más adelante, "Pilin" Salinas se pregunta: "No sé cómo nos salvamos ni cómo comenzó el horror. Habíamos salido felices de Salta, cantando todo el camino, a veces acompañados por el fuelle de 'Pichuco' Escalante y otras por el acordeón de Luis. Recuerdo la alegría con la que nos recibieron en la CGT de Córdoba, donde nos esperaron con comida y camas para pasar la noche del 18 y 19 de junio. Nos hicieron cantar mil veces "La Cerrillana", zamba que recién se estaba poniendo de moda. Y al otro día, aun de noche, partimos para Buenos Aires y en el camino nos encontramos con cientos de ómnibus de otras provincias que también iban a Ezeiza. Todos estábamos felices, nos saludábamos, los choferes se bocineaban y todo era motivo de risa y algarabía. Viajábamos contentos porque íbamos a conocer a Perón, a escuchar su voz, a verlo en un palco que íbamos imaginando. Pero nada pudo ser. Solo recuerdo que antes del tiroteo, desde el palco, Leonardo Favio alentaba a la multitud e iba marcando el tiempo que faltaba para que arribe el avión del General. Pero de pronto su voz cambió y conminó a la gente, seguramente que por seguridad, que baje de los árboles. Por tres veces repitió el pedido y cuando el plazo de 15 minutos se cumplió, a poco comenzó el infierno", concluye Salinas.

Los desmanes en los alrededores de Ezeiza continuaron hasta bien entrada la noche, contándose al respecto la ocurrencia de hechos incalificables como linchamientos y torturas. Más tarde, la agencia UPI informó que Leonardo Favio había acusado al ministro del Interior de Cámpora, Esteban Righi, de ser el culpable de los sucesos.

Por su parte, el casi centenar de salteños que habían llegado en tren a Retiro en la madrugada del 20 de junio, arribaron caminando a Ezeiza. También guardaban la ilusión de ver a Perón pero solo pudieron acercarse hasta 200 metros del escenario.

Según la agencia noticiosa UPI, "como a las dos y media de la tarde, una columna de unos 15.000 manifestantes, portando cartelones de la "Fuerzas Armadas Peronistas" (FAP) y "Montoneros" intentó avanzar hacia el palco por sobre las barreras que había colocado el comando de seguridad, custodiado por la Juventud Sindical Peronista (JSP). Los recién llegados pretendieron romper ese cerco al son de estribillos como "Perón, Evita, la patria socialista" y "Se va acabar la burocracia sindical". Fue entonces que comenzó a escucharse disparos hasta que el tiroteo se generalizó, causando la rápida dispersión de la multitud. A partir de entonces todo fue caos, confusión, forcejeos y disparos hasta que a unos 150 metros del palco, estalló una bomba de estruendo. La explosión pareció ser una contraseña ya que desde ese momento comenzaron a escucharse las primeras ráfagas de ametralladoras, mientras la gente corría despavorida en distintas direcciones. Después de casi media hora de tiroteo, los recién llegados incendiaron un automóvil al sur del palco en tanto se sucedían dramáticas escenas de gente con niños en brazos que intentaba con desesperación buscar refugio en la vecindad.

Según la agencia UPI, el infierno de Ezeiza duró "algo más de cuatro horas de encarnizados combates en la zona aledaña al monumental escenario donde Perón debía dirigir un discurso a sus partidarios…. A todo esto, la gigantesca multitud que había acudido jubilosa, desde los más distantes puntos del país para ver a su líder, ya había abandonado el lugar con la caída de las primeras sombras".

Finalmente, las delegaciones provinciales comenzaron a dirigirse a los sitios de alojamiento previstos mientras otros se cercaban a las estaciones de Retiro, Constitución, Once y Federico Lacroze.

El entredicho

Días después de la tragedia de Ezeiza, el vicepresidente 1° del Senado de Salta, Jorge Eusebio Jorge Royo, brindó en la Legislatura un informe verbal y reservado a senadores y diputados provinciales. El doctor Jorge Royo había acompañado en representación de la provincia de Salta al general Perón en su viaje de regreso definitivo al país.

Según aquel informe, horas antes que el avión sobrevolara territorio argentino, se suscitó un entredicho entre el presidente Cámpora que estaba a bordo de la máquina y el vicepresidente Solano Lima. Fue cuando pese a los disturbios que se estaban desarrollando en Ezeiza, Cámpora señaló que el avión debía aterrizar en ese aeropuerto. Solano Lima, en ejercicio de la presidencia, sostuvo que por los enfrentamientos, la aeronave debía bajar en un sitio alternativo. Cámpora insistió en su postura so pretexto de que no se debía defraudar al pueblo que había llegado desde todos los rincones del país. Y como para reafirmar su postura, recordó a su interlocutor en tierra, que él era el presidente de la Argentina. A esto, Solano Lima respondió que el presidente en ejercicio era él y que su orden definitiva era que por razones de seguridad, el avión debía aterrizar en Morón. Todo esto con Perón como testigo quien, luego de escuchar el diálogo, se retiró en silencio de la cabina. Y así fue que la nave bajó en Morón cuando eran las 16.50, es decir con casi dos horas de retraso.

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