En poco más de una década un cayó un 12,67% la concurrencia de los argentinos a las urnas.
El desencanto fue progresivo y constante, solo basta recorrer las estadísticas que marcan que en 2011 asistió el 78,67% del electorado, en 2015 el 74,51% y ya en 2021 el número cayó aún más, llegando al 67,78%.
Muchos sectores pensaron que se había tocado el piso, pero la indiferencia caló más profundo ayer, con una asistencia a los lugares de votación que ronda en un 66% a nivel país. Es decir, casi cuatro de cada diez personas decidieron quedarse en casa.
Los análisis pueden ser muy variados, pero lo cierto es que las campañas y las propuestas de los sectores políticos tradicionales ya no enamoran y grandes porciones de la población decidieron no participar, o bien sumarse a una corriente que se presenta como un aire fresco, al menos en apariencia, y que promete terminar con la “casta”.
Otros, en cambio, afirman que en realidad se trata de un nuevo “que se vayan todos” y de un voto castigo a la falta de efectividad en las sucesivas gestiones, a las que señalan muy distantes de estar a la altura de lo que el país necesita.
Sea cuales fueren los motivos, en las últimas elecciones Primarias Abiertas y Simultáneas (PASO) llevadas a cabo este domingo 14 de agosto, concurrieron a las urnas 1.500.000 electores menos que en 2019.