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17 de Mayo,  Salta, Centro, Argentina
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Güemes, la independencia y la integración regional

Sabado, 10 de febrero de 2024 02:07

Un 8 de febrero de 1785 nacía Martín Miguel Juan de Mata de Güemes Montero y Goyechea, hijo de Gabriel de Güemes Montero y de doña María Magdalena Goyechea. Sus primeros años fueron de aprendizaje, no solo de contenidos académicos, sino del medio geográfico en el que posteriormente le tocaría actuar.

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Un 8 de febrero de 1785 nacía Martín Miguel Juan de Mata de Güemes Montero y Goyechea, hijo de Gabriel de Güemes Montero y de doña María Magdalena Goyechea. Sus primeros años fueron de aprendizaje, no solo de contenidos académicos, sino del medio geográfico en el que posteriormente le tocaría actuar.

Dedicado al servicio de las armas desde edad temprana, muy pronto el joven cadete Güemes demuestra arrojo y bravura en una primera acción en oportunidad de la toma de la goleta "Justine", un interesante episodio en la primera invasión inglesa a la ciudad de Buenos Aires.

El fallecimiento de su padre ocasiona el regreso a su Salta natal para ayudar a la madre viuda y a sus hermanos. Coetáneamente, continúa con sus servicios militares. A esta tarea se dedicó con disciplina y rigor hasta el 6 de mayo de 1815, en momentos en que la ciudadanía salteña lo erige en el primer gobernador elegido por el pueblo.

Luego de seis años de guerra sostenida, el 9 de julio de 1816, se rompieron los últimos lazos con España, al declararse la independencia y ese mismo año, el Partido de Atacama se separaba de la Intendencia de Potosí (a la que pertenecía y en ese momento en poder de los realistas) y se incorporaba a la Gobernación de Salta. Esta decisión se tomó por el prestigio alcanzado por Güemes, reconocido ya por sus contemporáneos como un benemérito de la Patria.

Un reconocimiento por cierto muy bien merecido en la parte neurálgica de la recién emancipada república. Güemes se erigía como el hombre más importante de la región central de las Provincias Unidas. Derrotado el Ejército del Alto Perú, y el aparato guerrillero desbaratado, convirtieron a Güemes en la única esperanza frente al enemigo.

El Partido de Atacama

El Partido o Sub-delegación de Atacama con 150.000 km2 aproximadamente, comprendía los Curatos de la Alta y la Baja Atacama, comprendiendo a su vez el primero a San Pedro de Atacama, Tocono, Socaire, Peyne, Incahuasi y Susques, y el segundo, a Chiuchin, Calama, Conchi, Cobija, Paposo y Antofagasta de la Sierra. No obstante, su geografía desértica guardaba recursos minerales cuantiosos y la importancia que revestían sus cuatrocientos kilómetros de costa sobre el Océano Pacífico entre los paralelos 21° y 25° de latitud sur.

Originariamente la Provincia de Atacama pertenecía al Virreinato del Perú y dependía de la Audiencia de Charcas, hasta la creación del Virreinato de Buenos Aires en que pasó a la jurisdicción de éste. En 1769 había en la misma un Curato o Parroquia con el título de San Pedro de Atacama, el que tenía de latitud 125 leguas hasta la Provincia de Tucumán en donde confinaba.

En 1798, se designa en carácter de Sub delegado del Partido de Atacama al salteño Pedro Antonio de Gurruchaga.

Posteriormente este territorio buscará la incorporación a la Provincia de Salta, la que se concretó por resolución voluntaria de sus pueblos y autoridades buscando la protección que Güemes, con cuya causa los habitantes del Partido de Atacama se encontraban identificados, podía brindarles.

Un líder virtuoso

Y es que Martín Güemes, según Bernardo Frías, "tenía todas aquellas y otras muchas cualidades populares para dominar las multitudes, ejerciendo ese raro y sorprendente poder que, a las veces, alcanzan a ejercer algunos hombres singulares para despertar y adquirir en favor suyo el amor y la admiración de sus semejantes".

El prócer gaucho supo concitar la aceptación de la gente decente, la gente del pueblo lo seguía con bullicio y con todo el corazón. Güemes supo valorar las dotes de los paisanos, supo promover el espíritu de los gauchos hasta el heroísmo, predisponiéndolo para el honroso servicio a la Patria, aún cuando ello implicara renunciar a la propia vida.

El fervor hacia su persona fue tal que se convirtió en el corazón, en el centro de los favores de sus allegados, quienes lo veneraron y admiraron. Encontraban en su líder la paternal acogida a sus pesares, en sus manos encomendaban su protección y en nombre y servicio de la patria, fueron comprometiendo profundamente sus corazones.

Sus gauchos sentían orgullo cuando el gobernador y general sufría a la par de ellos, la lluvia, el sol, las incomodidades de la intemperie, sin quejarse en los días de escasez, comer con austeridad, formar un lecho con las prendas de su recado de montar al solo abrigo de un árbol hallado en el camino, o a la total intemperie si no lo había.

Güemes se había propuesto ser no solamente el jefe militar de los salteños, sino también el primero de sus gauchos. Dominaba todas las virtudes del jinete, el sabía como tirar el lazo y pillar la res o el potro, correr por los cerros y atravesar el bosque llevando el caballo a todo aliento. Estas cualidades fueron valoradas por la población del Partido de Atacama para ponerse bajo el amparo de tan singular y bravo gobernador.

Una efímera posesión

Atilio Cornejo en su "Historia de Francisco de Gurruchaga", Tomo I, expresa: "en 1816, tropas patriotas del General Güemes, ocuparon militarmente San Pedro de Atacama, dado que el había destacado una partida volante sobre San Pedro de Atacama, la que se amparó en dicha localidad estratégica que le permitiría informarse sobre la marcha del ejército español del Perú y preparar comunicaciones directas en el futuro, con la próxima expedición argentina a las órdenes de San Martín".

Con este propósito mantuvo un Sub Delegado argentino, el señor Román Tejada, su propio cuñado, pues era el esposo de su hermana doña Magdalena Güemes de Tejada, la célebre Macacha, y es a Román Tejada a quien destina a San Pedro de Atacama.

Esta jurisdicción y posesión de Salta sobre Atacama fue real y efectiva. Diversa documentación que obra en poder del Archivo Histórico de Salta, da cuenta de los auxilios donados por los mercaderes de la Sub-Delegación de Atacama en oro, pasta y dinero a la Tesorería salteña para auxilio de la Expedición al Alto Perú mandada por su General en Jefe Don Martín Güemes.

Bernardo Frías, al referirse a esta expedición, dice que entre las contribuciones recibidas "el de la misera comarca de Atacama se formaba de 164 ponchos y frazadas, todo viejo y 22 costales o bolsas de maíz tostado".

Lo concreto es que desde 1816 hasta 1825, Salta y a través de ella la Argentina, habían tenido acceso al Océano Pacífico y esa posibilidad con lo que ella conlleva, se la había brindado Güemes, que representaba un reaseguro para la población atacameña, poseedora de un tesoro estratégico como lo es el puerto de Cobija. Una exquisita oportunidad de acceder a una nueva vía de comercialización, como es la salida oceánica hacia los puertos asiáticos.

Los días por venir, marcaron un sendero áspero en el trayecto de la emancipación americana, cuando se había apagado la joven vida de Martín Güemes. Una existencia dedicada a defender en el campo de batalla al territorio salteño. En un contexto de una diplomacia compleja y de batallas en las que la tríada de grandes próceres está ausentes, Salta pierde tanto el territorio de Tarija como el de Atacama, y con ella esa rara perla que representaba para los intereses económicos el puerto de Cobija.

El 1° de enero de 1826, Cobija fue habilitado como puerto mayor del nuevo estado: Bolivia. Ya estaba perdido para nuestra patria. Empero, Salta y sus hombres no por ello renunciaron al Pacífico y lo que había sido una realidad, se convirtió en un anhelo centenario.

Así el salteño, don Aarón Castellanos en el año 1829 implantó por primera vez la internación de efectos comerciales europeos desde Valparaíso hasta la Provincia de Salta, por la vía de Cobija y Atacama, quedando desde ese momento el tráfico establecido.

Epílogo

Al prócer nacido hace 239 años, le fue tronchada su joven vida y no pudo completar el proceso de emancipación y socorrer a San Martín en tierras peruanas. Intereses mezquinos operaron para que estos dos grandes hombres no pudieran completar la grande hazaña de liberar América según sus magnánimos ideales.

Funesto destino de un espacio sudamericano que habría de ser fragmentado política y territorialmente, ocasionando para los días por venir, el atraso, la postergación económica, el estancamiento social y las discordias y disensos políticos.

El ímpetu emancipador fue acallado, los grandes ideales se replegaron, la antorcha encendida en mayo de 1810 y que también supiera mantener encendida Martín Güemes, fue apagada tras de su deceso. Y la postergación y el aletargamiento tornó en secular.

Salta perdió territorios, pero también el horizonte de una articulación de políticas que permitieran su desarrollo. De centro en tiempos coloniales, devino en zona periférica política, económica y socialmente.

Martín Miguel de Güemes representa un patrón histórico que redunda en ejemplo para las generaciones futuras. Se puede exigir sacrificios cuando éstos comienzan desde arriba, de la cabeza hacia abajo, como una piramidal responsabilidad patriótica, y no como un holocausto de los más débiles y humildes.

El tiempo presente y los del porvenir requieren de una dimensión ética en la toma de decisiones y una responsabilidad compartida como la gesta que emprendió un líder llamado Güemes con el concurso de una tierra en armas.

 

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