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Los pobres y el olvido

Viernes, 09 de febrero de 2024 02:10

Mientras en el Congreso de la Nación la ley pasa a comisión, la sociedad transita los cambios en la política económica que generaron el encarecimiento de los alimentos, el congelamiento de salarios y la alta inflación; viviendo con zozobra las opiniones del Gobierno, las de la oposición y las de los formadores de opinión, que se amplifican en las redes sociales y en medios de comunicación. En este sentido todos los temas son tratados desde el prisma ideológico de cada uno, de acuerdo con sus intereses y utilizando los recursos a su alcance para sobrevivir. Si ponemos el foco sobre los pobres e indigentes, son ellos los que deben ser tenidos en cuenta en primer término, porque no hay plan de salida a la crisis política sin una política de Estado que los incluya como parte de la solución.

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Mientras en el Congreso de la Nación la ley pasa a comisión, la sociedad transita los cambios en la política económica que generaron el encarecimiento de los alimentos, el congelamiento de salarios y la alta inflación; viviendo con zozobra las opiniones del Gobierno, las de la oposición y las de los formadores de opinión, que se amplifican en las redes sociales y en medios de comunicación. En este sentido todos los temas son tratados desde el prisma ideológico de cada uno, de acuerdo con sus intereses y utilizando los recursos a su alcance para sobrevivir. Si ponemos el foco sobre los pobres e indigentes, son ellos los que deben ser tenidos en cuenta en primer término, porque no hay plan de salida a la crisis política sin una política de Estado que los incluya como parte de la solución.

Decimos que deben ser tenidos en cuenta porque, hace décadas, los gobiernos anteriores usaron a los pobres cooptando a sus organizaciones, haciéndolas parte del gobierno o cediendo el control estatal a organizaciones de partidos políticos que controlan el espacio público. Hoy, el nuevo gobierno manda a hacer fila a quienes reclaman financiamiento para los comedores, es decir, a quienes piden plata para poder comer todos los días. Esta política -la de antes y la de ahora- invisibiliza a los pobres y los malquista con la sociedad, identificándolos con sus dirigentes y no con los que verdaderamente sufren la marginación y la exclusión.

Ante esta situación, de uso faccioso en el pasado reciente y falta de conocimiento en el presente, la Conferencia Episcopal Argentina nos recuerda -por si hiciera falta- "un plato de comida no se le niega a nadie". Luego, mandar a hacer fila a quienes reclaman financiamiento para los comedores -en los cuales comen todos los días- es desconocer lo que esta instituido en cada barrio y conforma una eficiente red de contención social que neutralizo conflictos graves en las hiperinflaciones y en la pandemia. En otras palabras, invisibilizar los comedores donde comen diariamente miles de compatriotas y no ofrecer una política que sustituya lo que está funcionando es, cuanto menos, temerario, porque incentiva desde un estado de necesidad el reclamo justo de conciudadanos con hambre, que deben ser atendidos. En este caso no aplica la tan mentada "curva de aprendizaje" de la que algunos se ufanan, como si fuera lícito "aprender haciendo" en la función pública; íno hablamos de fabricar bulones, sino de dar el único plato diario de comida que comen miles de argentinos!

El problema con esta cuestión es que unos acusan a otros de propugnar la política del "pobrismo", queriendo significar que hacen de ello una bandera y lo usan para sus políticas partidarias. Otros, que el liberalismo libertario crea riqueza, pero no la distribuye; en suma, crea pobres. No hay ni hubo una política pública para disminuir la pobreza, consensuada entre los diferentes partidos y con la posibilidad de implementarla. Sí existen iniciativas individuales y comentarios que no se cristalizan en acciones concretas.

Afirmar que los desacuerdos para implementar políticas son una falla de la dirigencia política es una afirmación parcial que nos confunde y divide, porque nos "disculpa" de lo que nos toca como parte de una comunidad democrática.

La parte que nos toca como sociedad es la de elegir, cuando votamos, por sobre de los intereses personales, sectoriales, familiares, para elegir representantes idóneos y comprometidos con la realidad social. Entonces, si la sociedad tuviera en cuenta a los pobres participaría buscando comunes denominadores que armonicen valores y principios humanistas; eligiendo gobernantes y representantes que promuevan la solidaridad social, la equidad y la amistad civil.

 

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