¿Quieres recibir notificaciones de alertas?

19 de Mayo,  Salta, Centro, Argentina
PUBLICIDAD

Un joven chef recauda fondos para comprar una prótesis de US$ 40 mil

A Camilo Barrio Mendes una trituradora de carne le cercenó la mano derecha. Tras pasar por rehabilitación continúa trabajando en su profesión.
Jueves, 01 de febrero de 2024 20:15

El 29 de julio de 2023 Camilo Barrio Mendes (25) tuvo un accidente laboral que le costó la mano derecha, pero hay que retroceder varias páginas en el libro de su vida para llegar a ese momento.

Alcanzaste el límite de notas gratuitas
inicia sesión o regístrate.
Alcanzaste el límite de notas gratuitas
Nota exclusiva debe suscribirse para poder verla

El 29 de julio de 2023 Camilo Barrio Mendes (25) tuvo un accidente laboral que le costó la mano derecha, pero hay que retroceder varias páginas en el libro de su vida para llegar a ese momento.

Él estudiaba Agronomía y dejó de cursar por problemas económicos. Su madre, Alejandra Mendes (46), es pastelera, entonces Camilo y Nicolás, su hermano gemelo, se inscribieron en Salamanca para seguir la carrera de chef.

No fue solo una inclinación filial por la gastronomía lo que definió su vocación, sino que, como muchos jóvenes en Argentina, vislumbraban un futuro de inmigrantes por las oscilaciones entre los modelos políticos de los gobernantes que, de tanto en tanto, colocan a las nuevas generaciones entre la espada y la búsqueda de una colocación laboral en el extranjero.

"Veía que era una profesión que me abriría las puertas en cualquier circunstancia, estando acá o en el exterior", definió él. Añadió que empezaron su carrera como cocineros en Trocadero, donde hicieron sus primeras armas con la jefa de cocina Andrea. Luego tomaron otros rumbos.

Coletazo de pandemia

Camilo estuvo tres meses sin trabajo cuando contándole esta situación a un vecino que tenía carnicería -y con el que ya habían traspasado la relación de vendedor y cliente hacía varios años- él le propuso que fuera a ayudarlo con el negocio. Entonces empezó limpiando las heladeras, después despostando carne. Y cuando aprendió a transformar una red en distintos cortes también pudo dominar la picadora de carne. Sin embargo, el día del accidente esa máquina se había trabado.

"Se había roto una uña que sostenía el disco. Entonces yo la apagué con el botón de encendido, pero no la desconecté. Empecé a sacar el seguro, el disco, la cuchilla y quedaba solo el tornillo sin fin. Entonces me equivoco en acercarla a la máquina a mi cuerpo sin darme cuenta de que sobresalía el botón de encendido. Cuando yo estaba sacando el tornillo, que solo estaba un milímetro adentro, creo que con la cadera prendí la máquina", relató Camilo.

Agregó que por unos segundos pareció una jugada de su mente que la picadora estuviera prendida. "No entendía nada por qué estaba encendida, ni por qué justo me había agarrado los dedos. '¿Por qué está girando el tornillo y por qué está mi mano ahí?', pensaba. No sentía dolor, pero en un momento le grité al dueño: '¡Ramón! ¡Ramón! ¡Me agarré la mano!' y justo llegó a desenchufarla", continuó.

Pronto socorro

En su cabeza ya se había formado la idea de que la succión de la máquina no se hubiera detenido hasta llegarle al codo. "Fue rapidísimo todo. Me ayudó Ramón a desarmar la máquina y en cinco minutos, gracias a Dios, apareció la ambulancia y después al rato cayeron los bomberos. Pero nosotros con Ramón habíamos desarmado la máquina que me había quedado atrapado el ángulo, digamos, en la mano. Lo único bueno es que la misma máquina me hizo el torniquete, entonces no perdí sangre. Esa era una gran ventaja mía y no sentía dolor", detalló.

En su cabeza ya se había formado la idea de que la succión de la máquina no se hubiera detenido hasta llegarle al codo. "Fue rapidísimo todo. Me ayudó Ramón a desarmar la máquina y en cinco minutos, gracias a Dios, apareció la ambulancia y después al rato cayeron los bomberos. Pero nosotros con Ramón habíamos desarmado la máquina que me había quedado atrapado el ángulo, digamos, en la mano. Lo único bueno es que la misma máquina me hizo el torniquete, entonces no perdí sangre. Esa era una gran ventaja mía y no sentía dolor", detalló.

Añadió que eligió llamar a lo ocurrido accidente laboral, pero que se responsabilizó por lo ocurrido. "Un error en cinco segundos me costó la mano. Ya había trabajado con máquinas en anteriores trabajos y como profesional tendría que haberla desconectado. Pero solo por hacer las cosas a las apuradas me pasó eso", reflexionó.

Mucha incertidumbre

Camilo fue ingresado en el Hospital San Bernardo con el brazo atrapado en la máquina hasta dos centímetros cerca del codo. Recordó que el médico le dijo que iban a tener que amputarle el antebrazo, porque era "lo más rápido". Yo en mi mente decía: 'No, ¡está loco! Entonces me armé de paciencia y no sé de dónde salió ese temple que tenía para decirle: 'Mirá, yo te enseño a sacar la mano, pero salvame el antebrazo, que es lo más importante para mí", comentó Camilo. Estuvo cinco días en el hospital y le dieron el alta, porque ya se le había formado una costra.

Sin embargo, la incertidumbre suya pasaba por hasta dónde la habían cercenado el miembro superior derecho. Durante una revista médica, en la que le explicaron pormenores del procedimiento y le desvendaron el área afectada pudo ver que le había quedado el antebrazo entero.

"Mi primera reacción fue sonreír y ponerme feliz. Y el médico me miraba y me decía que estaba admirado porque otra persona en mi lugar estaría llorando. Y le dije que yo no, que yo veía el lado positivo de todo", señaló Camilo.

En rehabilitación

A la primera sesión de rehabilitación, recordó Camilo, fue con duda y miedo, porque casi no movía el brazo. Al haber perdido una mano y su muñeca el cuerpo se le desbalanceaba al caminar, desacostumbrado a un faltante de dos kilos en el sector derecho. Pero la quinesióloga Marcela Córdoba y su equipo, en el Instituto de Rehabilitación de Ucasal, lo llevaron mediante ejercicios a corregir la postura, fortalecer el equilibrio y andar normalmente. "Ella y los chicos que estaban haciendo sus prácticas fueron fundamentales en mi recuperación. Tenían un carisma y un cariño hacia todos sus pacientes que nos daba confianza a todos", subrayó.

Luego acotó que al decidir volver al ruedo laboral vio que sus posibilidades se habían reducido en un 50%. "Al perder mi mano hábil era muy complicado para mí agarrar el cuchillo y ver la forma de sujetar las cosas con el muñón. Durante un mes me estuve acostumbrando a esto y adaptándome mi condición", afirmó.

Es un proceso mental complejo el volverse ambidiestro, pero Camilo sevio obligado a ello y ahora busca recuperar sus facultades de motricidad previas al accidente con una prótesis mioeléctrica que vio en la Ortopedia Alemana de Buenos Aires.

Este tipo de implemento, de aspecto robótico, provee al usuario la capacidad de movimiento para realizar una pinza de agarre.

Al permitir un control intuitivo -mediante la detección y amplificación de las señales eléctricas producidas por los músculos-, ofrecen una mayor funcionalidad y autonomía en comparación con otras prótesis.

"A mí me permitiría sujetar un sachet y cortarlo para hacer una salsa, sujetar la verdura o un vaso y utilizar la otra mano. Busco ser más útil y más hábil en la cocina y rendir más", dijo Camilo, que ahora trabaja con su hermano gemelo en el restaurante Vitto, en San Lorenzo Chico.

"Yo sigo eligiendo mi profesión porque es lo que me apasiona y amo, y es como les decía a mi mamá y a la psicóloga: 'Con una mano puedo hacer muchas más cosas que otros que tienen dos, por la voluntad que tengo'", cerró Camilo, con convicción. De la prótesis que anhela lo distancian 40 mil dólares y está haciendo una colecta (ver destacado en esta página). Dicen por ahí que "la voluntad de Dios nunca nos llevará adonde su gracia no nos proteja". ¿Lo ayudamos?

Cómo colaborar

Para ayudar a Camilo a reunir 40 mil dólares para comprar su prótesis, enviar dinero al alias LINEA.ARPA.TITULO, a nombre de Camilo Barrio o al alias pelo.buje.coreo.mp.

Temas de la nota

PUBLICIDAD