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"El pato es un deporte de caballeros"

El presidente de la Asociación Jujeña de Pato, Facundo Giubergia, acepta hablar con El Tribuno sobre el "deporte nacional" y no esquiva ninguna pregunta, mostrando inclusive una mirada crítica. El dirigente de 45 años se mostró feliz por el crecimiento de la actividad, pero reconoce que "es cara" y que los chicos "necesitan estar más tiempo al aire libre" que frente a una computadora.
Lunes, 24 de junio de 2019 01:03

 

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-Tres años al frente de la Asociación, pero muchos más trabajando para el pato.

-Y sí, soy uno de los pioneros en Jujuy. En realidad se jugaba, calculo, en la década de los '80. Después dejó de jugarse y no sabemos el por qué. Pero en el 2007, jugamos un partido en la Federación Gaucha, más que nada era una corrida. Nos juntamos cuatro amigos, uno fallecido -el "Chunca" Jaramillo-, enfrentamos a un equipo de Guerrero y salimos uno a uno. Y en diciembre de aquel año, unos chicos armaron un torneo en la Finca Perovic y empezaron a invitar. Fuimos con los caballos con los cuales andamos en el campo y nos encantó.

 

-¿Y fue el punto de partida para formar la entidad que los nuclea?

-Es así. No había nada antes. La actividad explotó. Y en abril del 2008 se armó el primer torneo. Hubo cuatro equipos y luego siguieron otros. Nos envalentonamos e hicimos otros dos campeonatos en el RI20 con la presencia de un representativo de Salta. Nos fuimos a Tilcara, donde fue un boom. Alquilábamos el camión y mi viejo nos prestaba la jaula. Entonces, surgió la idea de formar una asociación. Por ejemplo, armábamos un torneo en El Algarrobal. En ese momento jugábamos los tres hermanos y nos llamábamos San Juancito. E íbamos. También El Arenal, El Manantial, Requecho, El Silencio y así. Luego Pablo Bidondo armó Paypaya. Fue una linda movida. Ahora, luego de 10 años, se fue depurando. Quedaron los que les gusta de corazón.

 

-Todo demandaba recursos también.

-Lógico. Vengo del rugby, que jugué en mi juventud. Vendíamos una rifa y cubríamos gastos todo el año. Entonces, propuse armar una rifa para el pato y así solventamos erogaciones. Cuando vienen seis deportistas de Buenos Aires se mezclan con nosotros y se paga de ese fondo. Ahora está la novedad que quieren jugar sin "refuerzos" para saber dónde están parados.

 

-Pero sigue siendo importante que vengan porque potencia tu rendimiento.

-Por supuesto. Te hace jugar a su ritmo y lo mejor es cuando te enseña además. Cuando vino Luis Mapi, uno de los tipos que más veces ganó el Abierto Argentino de Pato, y actuó como referí nos dejó ricos conceptos. No tiene precio. Alguien que vivió el pato así y te explica lleva a que entiendas a fondo el juego. También te dice "no hagas tal acción porque podés matar a alguien". El pato es un deporte de caballeros fundamentalmente.

 

-¿Por qué, cuáles son los parámetros para definirlo así?

-Es muy similar al rugby. Es un juego muy duro dentro de la cancha, pero hay que ser honesto. El mala leche en el rugby no juega más, al igual que en el pato. Los parámetros se ven en las acciones. Podés hacer una jugada peligrosa por no saber o desconocimiento, pero no la volvés a repetir. El binomio en la equitación compite saltando. Hombre-caballo. En el pato son ocho binomios que se tienen que entender. Tenés que levantar la pelota del piso, tenés que cinchar sin agarrar y hasta algunas veces son penalizado con penal en contra.

 

-También es cierto que se trata de un deporte caro...

-Obvio que es un deporte caro. El caballo come, se entrena. El jinete también debe prepararse para la competencia. Para jugar un partido, mínimo tenés que contar con tres caballos. Y tres bien entrenados. No se trata de sacar un caballo del establo y se juega. Tiene una dieta muy nutritiva, que se varía todos los días, tiene que estar bien herrado.

-¿Se crea la relación hombre-caballo como hombre-perro, mascota que pasa a ser algunas familias para de la misma?

-A un caballo no lo podés tener en casa porque pesa 400 kilos. Estando en el campo, paso y el caballo comienza a relinchar. Quiere comer, quiere cariño. Si vos sos su dueño, el caballo está pastando, lo silbás y se viene como si fuera un perrito. Son inteligentísimos. Y para competir, la relación se potencia. No creo que ninguno vaya a jugar el Abierto en un caballo que no conoce.

 

Proscripto

Giubergia también coincidió que hubo un crecimiento de la actividad a nivel nacional. 

“El pato fue proscripto en sus inicios porque se moría gente. No tenía tantas reglas. Era durísimo. En los "40 se reglamentó. Y Juan Domingo Perón lo vuelve a la vida a través de un decreto. El año pasado se hizo la ley: El pato es el deporte nacional”, sostuvo emocionado. “Costó muchísimo. Todos los que formamos parte de la actividad en el país dimos conformidad para que sea ley. Decimos que la Patria nació a caballo y el deporte nacional ¿es el fútbol?. No es el más popular, el que juegan todos. Es parte de nuestra esencia”, sostuvo. 

También relató que en el pato de primer nivel, los jinetes llevan una vida totalmente sana, dedicada al deporte, con alimentación y entrenamiento adecuado, más los caballos preparados para tal fin.

 

Se respeta autoridad del árbitro

En el pato, los árbitros cumplen un rol clave. Existen tres tarjetas: azul, amarilla y roja. La primera es un llamado de atención, aunque no se usa demasiado porque se advierte verbalmente. La amarilla implica dejar el campo hasta que se termine el tiempo. Se juega cuatro períodos de ocho minutos cada uno. Y la roja significa no entrar más a la cancha, que mide 180 por 90 metros.

El pato se lleva siempre con el brazo extendido que el rival pueda luchar por su posesión y el objetivo embocar al aro de un metro de diámetro que se encuentra parado, con una red para contener la pelota una vez que entra.

“La autoridad del referí es tan grande que el otro día, la hinchada estaba un poco pesada y protesta de manera desmedida algunos fallos. Entonces, le dijo al capitán del equipo local que otro grito así llevaría a que cobre un penal en contra. Se calmó todo y se jugó normal. Así debe ser”, resaltó el dirigente Facundo Giubergia. Se respeta la autoridad porque “si querés pelear andá a practicar boxeo, kick boxing o full contact y la gente te irá a verte arriba de un cuadrilátero. Aquí no. Ya les dije que nos juntamos a jugar, a divertirnos y que comiencen a traer a sus familias enteras. Los quiero ver a todos. Los chicos juegan, toman solo, en verano se bañan con la manguera”, dijo. “Hay una escuelita para nenes y la idea es tratar de combinar los torneos para que ellos también jueguen. Es generacional. A los que nos gusta, no nos vamos a alejar nunca. Tengo mi hijo de 8 años y me gustaría jugar con él. Ese día me bajo del caballo, le dejo todas mis cosas porque sólo me dedicaré a verlo. Después será el turno de mi otro hijo de dos años”, declaró en referencia a que se debe potenciar la actividad en la camada que se viene. Y remarcó que los chicos, además de la escuela en sus diferentes etapas, pasan demasiadas horas frente a la computadora. “Entonces, debemos sacarlos, que se quemen un poco con el sol, que vuelvan con tierra, que los piquen mosquitos. Los espacios verdes están. Por eso, los invito a que vean cómo es el pato”.