En un recorrido por Palpalá se pudo comprobar el abandono que sufre desde hace años.
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En un recorrido por Palpalá se pudo comprobar el abandono que sufre desde hace años.
Con el sol brillante de la mañana, la entrada a la ciudad siderúrgica empieza a convertirse en un calvario por donde se lo mire, ya que el mal estado de las calles hace evidente el abandono de años que viene sufriendo el castigado pavimento y la falta de obras en el mismo comienza a irritar a los palpaleños, que día a día deben transitar por estos lugares sabiendo que las mejoras no llegarán, por lo menos hasta fin de año.
Las calles principales de la ciudad tienen, al menos, tres o cuatro pozos enormes por cuadra, dejando ver que en estos cuatro últimos años las obras solamente llegaron para unos pocos lugares y no fueron nada de otro mundo, puesto que los vecinos siguen repitiendo los mismos insultos por el estado del pavimento, o lo que queda de él.
Sobre la calle Catamarca, en pleno centro de la ciudad, se puede ver que está cortada hace mucho tiempo, con obras de repavimentación a medio hacer, morros enormes de escombros, parches de cemento y nadie trabajando en el lugar. Los vecinos, muy enojados, comentan que después de las elecciones nunca más volvieron a ver personas trabajando para terminarla y poder circular.
La misma imagen se puede ver en una parte de la avenida Juan José Paso, donde una máquina parada y sin nadie tripulándola, vende la imagen de que están reparando la transitada zona, mientras que los automovilistas se amontonan metros atrás en el precario cartel que avisa sobre la obra y promete "obreros trabajando".
En la esquina de Juan José Paso y Río de la Plata, un grupo de personas nos comenta que la primera estuvo cortada por repavimentación durante varios meses, provocando que muchos comercios estén a punto de cerrar por la baja en las ventas y el problema diario de ver cómo los clientes huían de la casi desértica y destrozada avenida. Mucho tiempo después, hoy "la Paso" luce con un asfalto desnivelado y en algunas partes sin haber sido reparada.
Entre las calles con pozos y desniveladas, salimos sobre la ruta 21, entrando por un camino interno y frenando cerca de la cancha Banda Oriental. La imagen fue tan fuerte y el olor tan nauseabundo que apenas se podía estar un momento a cada rato. Un enorme basural a cielo abierto se encontraba en el lugar, donde había una familia con dos nenes, buscando en medio de los residuos encontrar algo para reciclar.
Sobre la nombrada ruta, se podía ver en la banquina kilómetros de basura sin nadie del municipio cerca para poder limpiar la misma y despejar las quejas de todos los vecinos por los basurales de la zona.
Con esta imagen, decidimos adentrarnos una vez más a la ciudad y prestar atención a las calles, donde pudimos ver basura por todos lados, bolsas rotas y residuos esparcidos por cualquier lugar sin el control o la preocupación de los encargados de mantener limpia la ciudad.
Decidimos que el auto ya había sufrido bastante por las calles abandonadas del municipio y volvernos por la ruta nacional 66, no sin antes recordar lo observado y pensar en el abandono que sufre esa ciudad.