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El laboratorio, un lugar mítico y mágico del diario

Nuestros reporteros gráficos eran avezados laboratoristas, se ganaban la admiración de varios colegas
Lunes, 19 de abril de 2021 01:03

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En un cumpleaños más quería contarles de un lugar que quedó en el recuerdo, un lugar que supo ser parte esencial del diario, un lugar donde se daba vida a las imágenes que lucían en el matutino que hoy está de festejo.

Escondido de todos, en algún rincón del diario, se encontraba ese lugar oscuro que emanaba esa fragancia química de los reveladores. Dicho sea de paso, muy agradable para nuestra nariz de fotógrafos, con bandejas, pinzas, broches y cuántas cosas más para darle vida a las fotografías.

Toc, toc, revelandooo!!! perdón perdón, no pasés!!! Cerrá la puerta #@&$#!!!... Estos son algunos de los cortos diálogos entre periodistas y fotógrafos cuando querían ingresar al laboratorio.

Algunos tocaban la puerta, otros entraban nomás y en este último caso había que defender el material como sea de los rayos de luz entrante, por la ansiedad lógica de los "escribas" que querían saber cómo salió la foto.

Se intercambiaban disculpas y algunos epítetos de nuestra parte para que aprendan a tocar la puerta, ya que si ingresaba un poco de luz se velaba el trabajo.

Lugar mítico y mágico donde aparte se compartían charlas, bromas, risas y algunos brindis. ‘Espero que salga el gol, el festejo lo tengo seguro, pero el gol no sé‘. Ese momento cuando tenías que ver el negativo en mano, ya revelado era sublime y único, era la gloria o el fracaso.

Nuestros reporteros gráficos eran avezados laboratoristas, se ganaban la admiración de varios colegas de medios nacionales, que venían con fotómetros para medir la luz y saber cómo diafragmar o con termómetros para medir la temperatura del revelador para según eso darle los minutos de revelado a la película. Aquí, los nuestros tenían el fotómetro en los ojos y el termómetro en los dedos, con solo colocar la yema del mismo ya sabían cuantos minutos merecía estar inmersa la película en el líquido revelador.

El laboratorio festejó varios cumpleaños, supo de miles de instantes capturados, tardes de historias y anécdotas.

Hoy pasó de ser un cuarto oscuro a una sala iluminada por las computadoras y cámaras digitales, pero quedó en el recuerdo y jamás será olvidado.