Con 24 años y la esperanza de poder pilotear un avión, el jujeño Leandro Rojas dejó su formación y partió hacia Portugal con planes de trabajar, ahorrar dinero y volver para materializar su sueño. Se fue en agosto del año pasado, y hoy se desempeña en una cadena hotelera, aprende el idioma y viaja desde Algarve.
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Con 24 años y la esperanza de poder pilotear un avión, el jujeño Leandro Rojas dejó su formación y partió hacia Portugal con planes de trabajar, ahorrar dinero y volver para materializar su sueño. Se fue en agosto del año pasado, y hoy se desempeña en una cadena hotelera, aprende el idioma y viaja desde Algarve.
Desde que terminó el colegio siempre tuvo la idea de viajar y por ello comenzó a estudiar aviación en Rosario, Santa Fe, y aunque su familia lo ayudaba debía trabajar de delivery y en supermercados. Sucede que convertirse en piloto implica muchas horas de vuelo con un costo de al menos cien dólares cada una, por lo que formarse se hacía cada vez más difícil.
Rojas llegó por ello a un punto de inflexión y decidió cambiar el rumbo de su vida, eligió apostar por viajar y trabajar para poder ahorrar lo necesario con la intención de volver en algún momento para completar su carrera, regresar y tratar de volar desde ahí.
A la hora de analizar el destino supo que Estados Unidos tiene una visa muy cara, Australia pide requisitos muy altos de demostración de fondos, en España es difícil obtener trabajo sin tener el pasaporte europeo, mientras Portugal brinda mas oportunidades. En videos pudo saber que no sólo pide mínimos requisitos para obtener una residencia en un plazo de dos años y lograr un pasaporte europeo, sino que mediante un proceso de manifestación de interés se puede estar legalmente y tener beneficios como cualquier ciudadano.
El jujeño aclaró que este requisito de manifestación de interés es para todas las edades, por lo que al llegar a ese país conoció gente de su edad y también de 50 años, encontrando muchos migrantes brasileños por el idioma, y de otras nacionalidades.
"Creo que tuve mucha suerte porque llegué con lo básico. Si hoy me pedirían un consejo les diría que estudien un poco y que vengan con plata ahorrada, porque yo vine con mil euros nada más y tuve suerte de conocer gente buena que me guió, porque me tiré a la pileta sin nada", dijo.
El primer mes se estableció en Coimbra, una ciudad ribereña de estudiantes, y se encontró con que una habitación amueblada con baño privado le salía 300 euros por lo que la tomó con otros dos jóvenes. A nivel de Europa, Portugal tiene el salario mínimo más bajo de 760 euros, según explicó y Rojas encontró un empleo como ayudante de cocina por 800 euros, con la ventaja de contar con alimentación gratuita debido a que, por ley, le brindan desayuno y almuerzo, la última con cena, o una tarjeta para ese viático.
PLAYA MARIHNA | EL JUJEÑO VISITANDO UNA PLAYA DE ALGARVE.
Allí estuvo seis meses y comenzó a estudiar inglés y portugués, porque no hablaba ninguno de esos idiomas. Se pudo trasladar a la costa de Algarve donde consiguió trabajo en un hotel y como todos allí brindan alojamiento y las comidas del día, le evita pagar alquiler con un salario de 1.200 euros.
Actualmente trabaja para una cadena de hoteles portuguesa que le permite ser efectivo y quedarse, pero Rojas pidió en su contrato transferencia cada tres meses dentro del país, lo que le permitirá al terminar el verano irse a Lisboa, la capital de Portugal.
Con ello podría lograr la residencia, que a su vez le permitirá trabajar fuera de otro país, por lo que aseguró que Portugal es el ingreso a Europa, que permite a otros irse para Suiza, Luxemburgo, Alemania y otros países que les permita tener mayor poder adquisitivo, porque allí una vivienda en alquiler ronda los 600 euros mientras el sueldo básico es de 760 y no lo permite.
"El estilo de vida acá da para conocer. Si pones en la balanza lo positivo y lo negativo, yo saco mucho más lo positivo, en un año yo conocí doce ciudades de Portugal, es chico en proporción a Argentina, pero con un sueldo mínimo allá en un año no me da para conocer tanto", explicó.
Para el jujeño, lo que más le costó es adaptarse a la gastronomía porque no está acostumbrado a comer mariscos y pescados, o desayunar con un pastel símil empanada, de atún o pollo con un café. Aunque los alimentos incluidos en su régimen laboral son a buffet, a veces le tocó comer ensalada de pulpo, bacalao, mejillones hasta una especie de tiburón, además de cerdo y carne muy diferente que lo impulsaba en ocasiones a salir a comprar algo fuera. Por eso extraña poder ir a locales de comida rápida y cafeterías con diferentes tipos de tortas y maicenas, porque allá el postre nacional es el pastel de nata.
DISFRUTANDO A PLENO | EN CAPE SAINT-VINCENT, SAGRES, PORTUGAL.
Otro de los aspectos que encontró diferentes es el plano social, ya que consideró que la gente es más cerrada, por lo que no es común ir a tomar algo o a la playa con sus compañeros, ya que son más tradicionales. En su ámbito la mayoría son extranjeros, de Cabo Verde, Brasil, Angola, Nepal, Mozambique. "Lo más difícil fue pasar las fiestas, que es donde uno está más unido y tener que pasar trabajando, se siente", explicó.
Seguirá su plan
El plan del jujeño Leandro Rojas es seguir en Portugal, obtener la residencia y lograr hablar el idioma fluidamente para luego completar sus estudios en la academia privada comercial donde comenzó en Argentina. Su intención es luego volver con la residencia y pasaporte a Portugal y apostar por una oportunidad en la aviación comercial que entiende es mucho más amplia que en Argentina.
No obstante, entiende que pueden surgir imprevistos que puedan entorpecer el objetivo de ahorrar, como le sucedió recientemente ya que tuvo que reponer sus anteojos rotos. Planea volver cuando los trámites lo permitan porque en Jujuy tiene a sus padres Rosalina y Olver Rojas, y a sus hermanos Cecilia, Andrea y Ariel, a quienes extraña.