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Jorge Luis Borges mira a la patria que nace el 9 de Julio de 1816 en Tucumán

Domingo, 09 de julio de 2023 01:01

El Congreso de Tucumán de 1816 es uno de los hechos de mayor significación, producido por la Revolución de mayo de 1810, después de los movimientos militares al Paraguay y al Alto Perú y la Asamblea Constituyente de 1813. Con el Congreso de Tucumán, también podemos decir que se delineó el perfil de lo que sería la República Argentina sin sus hermanas, Uruguay, Paraguay y Bolivia, todas incluidas en el último Virreinato creado por España, con el nombre de Virreinato del Río de la Plata, en 1776. Pero la geopolítica europea quería “dividir para reinar” y las necesidades urgentes de la “proclama de independencia” llevaron a definir un territorio limitado por intereses externos del campo político y económico e internos de carácter militar por la causa sanmartiniana. Por eso, el poema “Oda escrita en 1966” de Jorge Luis Borges alcanza una dignidad de excelencia y muestra “la tenacidad patriota y la audacia de los congresistas de Tucumán” al sentar las bases jurídicas de nuestra Patria naciente.

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El Congreso de Tucumán de 1816 es uno de los hechos de mayor significación, producido por la Revolución de mayo de 1810, después de los movimientos militares al Paraguay y al Alto Perú y la Asamblea Constituyente de 1813. Con el Congreso de Tucumán, también podemos decir que se delineó el perfil de lo que sería la República Argentina sin sus hermanas, Uruguay, Paraguay y Bolivia, todas incluidas en el último Virreinato creado por España, con el nombre de Virreinato del Río de la Plata, en 1776. Pero la geopolítica europea quería “dividir para reinar” y las necesidades urgentes de la “proclama de independencia” llevaron a definir un territorio limitado por intereses externos del campo político y económico e internos de carácter militar por la causa sanmartiniana. Por eso, el poema “Oda escrita en 1966” de Jorge Luis Borges alcanza una dignidad de excelencia y muestra “la tenacidad patriota y la audacia de los congresistas de Tucumán” al sentar las bases jurídicas de nuestra Patria naciente.

Es importante mencionar que por Jujuy se presentó como diputado el Doctor Sánchez de Bustamante. “Al incorporarse al Congreso de 1816, lo hizo con el mandato rotundo que le dieran sus coterráneos, sanción solemne... de la absoluta independencia del Estado de la corona de España”. Jorge Luis Borges, en su “Oda escrita en 1966”, pone a la Patria en una jerarquía muy singular, en los versos iniciales desconoce que alguien pueda atribuirse su nombre y dice: “Nadie es la patria. Ni siquiera el jinete / que, alto en el alba de una plaza desierta, / rige un corcel de bronce por el tiempo, / ni los otros que miran desde el mármol, / ni los que prodigaron su bélica ceniza / por los campos de América /...”.

En cualquier parte de la tierra podemos pensar que, si hay alguien más indicativo para ser nombrado por la patria, es el héroe mayor. Todos los pueblos tienen algún monumento que les recuerda a los ciudadanos la existencia de un prócer fundador o defensor de la nacionalidad. Pero no es la Patria, tampoco lo es el hombre cotidiano que labora la tierra, el pan, y maneja la dura maquinaria de la inventiva humana, cuando dice: “O dejaron un verso o una hazaña / o la memoria de una vida cabal / en el justo ejercicio de los días. / Nadie es la patria...”

Seguidamente, su poesía proyecta una alusión a lo representativo y dice: “... Ni siquiera los símbolos”. Y después de tocar lo intangible, se arriesga de nuevo a la epopeya de la historia: “Nadie es la patria. / Ni siquiera el tiempo / cargado de batallas, de espadas y de éxodos”. Al continuar enlazando su poesía retoca el paisaje cotidiano y habla de “... regiones / que lindan con la aurora... de rostros que van envejeciendo... y de sufridas agonías anónimas / que duran hasta el alba”.

Nos sorprende luego cuando conceptualiza y nos dice lo que es la patria, “La patria, amigos, es un acto perpetuo / como el perpetuo mundo”, pero va más allá y como un puro agnóstico nos dice: “(Si el Eterno espectador dejara de soñarnos / un solo instante, nos fulminaría, / blanco y brusco relámpago, su olvido)”. Marca en su desesperación una sentencia, un destino, una búsqueda eterna, para el punto que somos en el movimiento universal, en el cosmo perpetuo, inalcanzable para cualquier imaginación. Luego empeña su mirada en el momento fundacional, cuando la angustia, los apuros y avatares por esa patria naciente, se estaba volviendo un credo irrenunciable; cuando la urgencia de la guerra imponía las definiciones más estrictas, para que llegara la hora excelsa de una Argentina eterna, por eso busca, primero el compromiso como una misión lacerante del verdadero patriota y dice: “Nadie es la patria, pero todos debemos / ser dignos del antiguo juramento / que prestaron aquellos caballeros / de ser lo que ignoraban, argentinos, / de ser lo que serían por el hecho / de haber jurado en esa vieja casa...”.

Esta última impronta justifica, en el más elevado son poético de Borges, la afirmación de la Independencia de nuestra Patria, el 9 de julio de 1816. Ningún argentino y por ningún motivo puede desconocer ese momento sagrado, en la lucha de un pueblo por su libertad y que afirma, sin ninguna duda ni eufemismo, nuestra Canción Patria: “... Se levanta a la faz de la tierra / Una nueva y gloriosa Nación: Coronada su sien de laureles / Y a su planta rendido un León”.

Luego, el poeta, en un acto de afirmación ética por la identidad y la herencia recibida, desde su presente nos dice: “Somos el porvenir de esos varones, / la justificación de aquellos muertos; / nuestro deber es la gloriosa carga / que a nuestra sombra legan esas sombras / que debemos salvar. Y al final de su canción laudatoria, cierra y afirma el sentido más profundo de la Patria, ese río interior, esa fuerza avasalladora que golpea a todo hombre y mujer, a todo ciudadano y ciudadana, de amar y luchar por su Patria: “Nadie es la patria, pero todos lo somos. / Arda en mi pecho y en el vuestro, incesante, ese límpido fuego misterioso”.