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Rescatan a adolescentes y niños obligados a prostituirse

Martes, 28 de febrero de 2012 23:01

Dos niñas de 12 años y otras cinco de 10, 13, 15, 16 y 17, además de un joven de 18, todos oriundos de Orán, fueron rescatados por la División Trata de Personas de la Policía, desde un local de comidas conocido como Buen Apetito, donde eran obligados a prostituirse en baños destinados a la atención de “clientes especiales”.

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Dos niñas de 12 años y otras cinco de 10, 13, 15, 16 y 17, además de un joven de 18, todos oriundos de Orán, fueron rescatados por la División Trata de Personas de la Policía, desde un local de comidas conocido como Buen Apetito, donde eran obligados a prostituirse en baños destinados a la atención de “clientes especiales”.

La acción policial dejó al descubierto una situación degradante hasta los niveles más increíbles.

Los efectivos allanaron el inmueble, situado en la calle 20 de Febrero s/n del barrio Centro, de Colonia Santa Rosa, el lunes pasado a las 23.20. La propietaria del local, Teresa Pavia (45), fue detenida acusada de infracción a la Ley 26.364 de Trata de Personas. Interviene en la causa el Juzgado Federal 3, de Orán, a cargo de Raúl Juan Reynoso. Las actuaciones se iniciaron hace unas semanas, luego de que la Policía registrara una gran cantidad de fugas del hogar de niños y adolescentes en la zona.

“Las víctimas eran captadas por esa mujer, quien, aprovechándose del hambre, inmadurez, vulnerabilidad y estado de ánimo de estas personas, les ofrecía trabajo y luego las iniciaba en la prostitución”, explicaron fuentes policiales. Jóvenes y menores de ambos sexos eran ocupados como mozas/os, pero con la orden de “hacerles tomar bebidas a los clientes, besarlos, susurrales al oído, abrazarlos y dejarse tocar sus zonas íntimas hasta que los sujetos pidieran un "pase', para mantener relaciones sexuales con su acompañante, ya fuera niña o niño”, señalaron.

“Unas cervecitas más y vemos qué pasa”, era la frase que repetía constantemente Pavia a los hombres, la mayoría de ellos trabajadores rurales, cuando estos le solicitaban tener sexo con las chicas o chicos.

Pavia autorizaba los “pases” y se trasladaba junto con los clientes y los menores hacia un baño interno u otro externo, donde bloqueaba la entrada para que otros parroquianos no ingresaran mientras duraba el acto sexual. Tras irrumpir en el lugar, los efectivos establecieron -con horror- que varias menores se encontraban junto a familiares, quienes entregaban a sus hijas, sobrinas o nietas a cambio de alcohol.

Siete niñas de entre 10 y 17 años, y un joven de 18, vestían prendas llamativas, tales como minifaldas, remeras escotadas y abundante maquillaje, no acorde con su edad. Dos de las menores obligadas a prostituirse, ambas hermanas, son hijas de la detenida. Otras dos chicas estaban en compañía de su padre y un tío, adictos a la bebida.

Otra de las menores fue llevada al lugar por su abuela y una tía, quienes ejercen la prostitución y son alcohólicas.

La Policía secuestró una gran cantidad de profilácticos usados en el interior de los baños.

La Justicia ordenó la entrega de los menores a sus progenitores o tutores, previo mantener una charla privada con el Gabinete Psicosocial del Ministerio de Derechos Humanos de la Provincia y comprobar la idoneidad de estos para tenerlos bajo su guarda.

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